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Folklore


Enviado por   •  5 de Marzo de 2014  •  Tesis  •  4.691 Palabras (19 Páginas)  •  166 Visitas

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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION.

CATEDRA: FOLKLORE.

MARACAIBO, ESTADO ZULIA.

NOMBRE: ANAIS RINCON

CI: 19.450.058

PROFESOR: BILL RUIZ

ASPECTOS GENERALES DE LA IDENTIDAD.

Desde sus orígenes en la antigüedad, la celebración de fiestas estuvo ligada a los acontecimientos trascendentales de la vida cotidiana, inicialmente mediante ritos y ceremonias para conmemorar eventos de carácter religioso y después le fueron incorporados elementos culturales, sociales, lúdicos y recreativos, que le dieron carácter de espacio social de esparcimiento y con la aparición del cristianismo, se establecieron los calendarios, con inquiridium de las fiestas a celebrar durante el mes y las licencias sociales permitidas alrededor de la celebración religiosa. De esa manera, los grupos humanos aprovechaban la fiesta como escenario que permitía teatralizar lo más representativo de la cultura local o regional, favoreciendo la definición de patrones de identidad, expresados en el escenario festivo. El festival aparece con la modernidad como fiesta valiosa, que favorece los contactos e intercambios interculturales, que la sociedad de consumo ha sabido utilizar, en detrimento muchas veces de la identidad que en ellos se debe consolidar y manifestar. La gestión cultural debe tender a consolidar estos espacios, como teatro de la cultura propia, que se afianza en sí misma, como contrapropuesta de resistencia a una cultura transnacional, dominante en los escenarios propios de una sociedad globalizada.

En general, el concepto de identidad cultural crea confusión con otros conceptos y en especial con el de cultura material -la que se puede mostrar en forma tangible-, de un determinado aglomerado o grupo social. Ésta expresión de la cultura puede ser factor determinante de identidad, pero no el único ni el más importante o fundamental.

La Identidad, es, en primer lugar, un concepto lógico, muy empleado en filosofía, ya que hace parte de los primeros principios de la lógica, que designan el carácter intacto de todo aquello que permanece único e idéntico a sí mismo, pese a que tenga diversas apariencias o pueda ser percibido de distinta forma. Debido a su carácter permanente, en principio, la identidad se contrapone en cierto modo a la variedad, a lo cambiante y siempre supone un rasgo de duración, estabilidad, permanencia e invariabilidad.

Etimológicamente el término identidad, viene del pronombre latino Ídem, que significa el mismo o lo mismo, y en este sentido, la identidad como categoría del ser, expresa la igualdad de un objeto o fenómeno consigo mismo o la igualdad de varios objetos entre sí. Pero debido a que la realidad no es estática sino algo permanentemente cambiante, científica y filosóficamente se debe aceptar, que no hay objetos absolutamente idénticos a sí mismos, ni siquiera en sus propiedades esenciales básicas. Pero en este sentido, también es necesario reconocer que la identidad no puede ser una entelequia, un hecho en abstracto, sino una realidad concreta, que contiene diferencias y contradicciones internas; las cuales, dependiendo de las condiciones dadas, se superan constantemente en su proceso de desarrollo.

Desde el punto de vista estrictamente lógico, puede formularse el principio de identidad diciendo que: dos juicios, uno de los cuales afirma lo que el otro niega, no pueden ser ambos verdaderos. Lo mismo podría expresarse mediante la fórmula: A es A y A no es A, no son ambos verdaderos. El principio de no contradicción tiene en lógica una importancia capital, pues su objeto es, nada menos, que excluir la contradicción de la esfera del juicio y por consiguiente de todo ámbito lógico. Pero a la par, tiene el mismo alcance en otología, pues no es posible que un objeto sea él y al mismo tiempo no lo sea; lo cual debe entenderse en el sentido de que: ningún contenido del pensar debe estar en contradicción consigo mismo, sino con otro contenido del pensar, lo cual es aplicable también a los objetos.

En el campo cultural, se habla y se especula mucho en torno a lo que es, lo que debe ser o lo que no debe ser la identidad cultural. Pero muy poca es la luz que la mayoría de las veces, estas disertaciones aportan para hacer claridad en torno al sentido íntimo y radical de lo que realmente representa la identidad cultural para cualquier sociedad o comunidad humana. Y cuando hablamos de comunidad humana, hacemos la salvedad de que la cultura es un fenómeno estricta o exclusivamente humano, solo el hombre es un ser cultural, creador de cultura o con capacidad de darle sentido y valor a los objetos, situaciones o hechos que en conjunto constituyen el ser de la cultura.

Pero en la realidad material y social de la cultura cotidiana, no se puede aplicar con precisión el Principio de Identidad, ya que las tautologías lógicas y matemáticas, no son isomórficas a las realidades de la vida concreta. La misma identificación de los objetos y personas exige de su previa diferenciación, lo cual implica una vinculación indisoluble de la identidad a la diferencia, y por tanto, su carácter relativo. En consecuencia, la identidad cultural, adquiere lógica y sentido, solamente a partir de la diferenciación, que mediante comparación, se haga con otras culturas, a partir de lo cual se percibe su ser-en-sí.

Se asume igualmente que toda identidad es relativa, transitoria y temporal, incluidas las identidades lógico matemáticas; mientras que su desarrollo, su cambio, es absoluto y esto se pone particularmente de presente al abordar un análisis de la identidad cultural, fenómeno que permanece en un continuo hacerse y deshacerse, como el río, el mar, o el árbol, como en el eterno fluir de Heráclito.

La identidad se debe entender ante todo, como un proceso psíquico por medio del cual una persona que se siente emotivamente vinculada a otra, a una determinada situación, realidad o proceso, asimila algunas características de estos y las incorpora como parte esencial de su ser y su personalidad. En este sentido, se asume que la identidad cultural es ante todo, vivencia y sentimiento profundo del ser humano, que se va forjando en contacto vital con un conjunto de objetos, persona, valores, comportamientos y costumbres, que con el tiempo conforman un ethos, un modo de ser y de actuar, que le es propio, privativo y que caracteriza y define individual y socialmente a las personas en sus comportamientos,

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