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Folklore


Enviado por   •  4 de Octubre de 2013  •  Informes  •  2.595 Palabras (11 Páginas)  •  244 Visitas

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ntecedentes

Los estudios formales del folklore venezolano son de reciente data, aunque la preocupación por recoger las expresiones populares, es bastante antigua. Los que primero trabajan en este sentido son los propios cronistas cuya obra se constituye, por ello mismo, en una indispensable fuente de consulta. Para saber cómo se va urdiendo la madeja mestiza de la venezolanidad, es preciso partir de fray Pedro de Aguado y su Recopilación historial de Venezuela (1581). Es necesario estudiar a fray Pedro Simón Noticias historiales de la conquista de Tierra Firme en las Indias Occidentales (1627), a fray Jacinto de Carvajal Relación del descubrimiento del río Apure hasta su ingreso en el Orinoco (1647). Esto en lo concerniente a los siglos XVI y XVII. En el siglo XVIII: José de Oviedo y Baños Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela (1723), José Gumilla El Orinoco ilustrado (1741), fray Antonio Caulín Historia corográfica, natural y evangélica de la Nueva Andalucía (1779) y Felipe Salvador Gilij Ensayo de historia americana (1780). Una breve historia de los estudios de folklore en Venezuela podría estructurarse en 4 etapas.

Primera etapa

A principios del siglo XIX, se aprecia una clara vinculación entre la corriente literaria conocida como costumbrismo y lo que para el momento va a entenderse como «folklore o cuadro de costumbres», formado por ese complejo mundo de detalles que el literato entendió y caracterizó como propios del pueblo venezolano. La literatura costumbrista reflejará en sus páginas lo que la ciencia histórica del momento no había asumido como objeto de interés: la particularidad con la que se van perfilando pueblos y ciudades venezolanos en ese complejo proceso decimonónico de conformación de la nueva sociedad nacional. Es por ello que autores como Pedro Díaz Seijas ubican el costumbrismo venezolano como puente entre la historia y la novela y si bien aquel género participa de ambas, va a ser el llamado tradicionalismo, variante del costumbrismo, el género más cercano o, como apunta Miguel Acosta Saignes, el género más consecuente con la historia. La preocupación por lo nacional estará, sin embargo, en el criollismo. Uno de sus máximos exponentes es Luis Manuel Urbaneja Achelpohl, de cuyo trabajo dice Antonio Requena: «…Poder recorrer el folklore venezolano sin exóticos lazarillos de expresión; ser capaz, como lo fue, de bucear en el alma del pueblo y extraer de allí el caudal inagotable de una ternura típica por la fusión de razas en su formación y orígenes (...) valorar debidamente las justas proporciones ambientales, localismo y costumbre, para lograr hacerlas universales…» En síntesis, se desprenderá del costumbrismo una corriente literaria, el criollismo, otra de corte histórico como lo fue el tradicionalismo y una tercera que al decir de Acosta Saignes, se construye por el esfuerzo para conocer científicamente la cultura tradicional del país y que estará formada por los primeros cultivadores del folklore en Venezuela. Sobresalen entre estos Nicanor Bolet Peraza y Teófilo Rodríguez, asiduos colaboradores de El Cojo Ilustrado. Esta revista (1892-1915) fue la primera publicación venezolana que incluyó, hasta su desaparición, lo folklórico con un claro sentido de las particularidades del término y de la disciplina. En 1885, sin embargo, el ambiente intelectual venezolano conocerá las Tradiciones populares en cuya introducción su autor Teófilo Rodríguez, sin utilizar el término «folklore», apunta una serie de consideraciones que podrían asumirse como una conceptualización. Escribe: «…Sea cual fuere el grado de civilización de un pueblo, ya antiguo, ya moderno, ora poderoso y rico, ora incipiente y débil, es un hecho que jamás deja de tener como parte integrante de sus anales, un conjunto de preocupaciones y creencias tan generalmente arraigadas, tan cuidadosamente conservadas, que llegan por sí solas a formar una como historia especial que puede subsistir y que, en efecto, subsiste, aun cuando la nación por ese pueblo constituida, se viere en el transcurso del tiempo transformada, dispersa o sometida a dominación extranjera…» Es por esta razón que Acosta Saignes califica a Rodríguez como protofolklorista. El iniciador de los estudios folklóricos en Venezuela fue Adolfo Ernst, quien primero en la revista Actas de la Sociedad Antropológica de Berlín (1889) y luego en la revista El Cojo Ilustrado (1893), publicó una serie de estrofas con el título «Para el cancionero popular de Venezuela» que, pensaría Ernst, alguien se ocuparía de estructurar científicamente algún día. El término folklore queda inscrito por primera vez en Venezuela por Arístides Rojas en El Cojo Ilustrado. Se le deben asimismo a este último, las primeras teorizaciones sobre esa disciplina y es claro que Rojas, por la contundencia de sus consideraciones, seguía muy de cerca los planteamientos que se hacían en el exterior acerca del folklore, además, por supuesto, de sus propias conclusiones. En sus Obras escogidas (París, 1907) apunta: «…La literatura popular, cuando se refiere a la historia íntima de la familia, de la localidad y versa sobre costumbres, usos, creencias, supersticiones, tradiciones, fenómenos de la naturaleza, dichos, relatos, cantos populares, adivinanzas, refranes, el porqué popular de todas las cosas, juegos, augurios, etc., trasmitidos de una manera oral de padres a hijos, de generación en generación, es lo que constituye el ramo de los conocimientos humanos que se llama Folklore…» Además de esta conceptualización descriptiva de la disciplina, Rojas propone, en términos generales, una metodología para «…salvar los materiales del folklore venezolano…» En el estudio del folklore, escribe, existen 2 propósitos que conducen al folklorista a un mismo fin: el conocimiento de la historia de un pueblo. «…En el uno figura la monografía, la disertación ilustrada. (...) En el otro camino el folklorista relata simplemente noticias que recoge, sin entrar en los estudios comparados: hacina y contribuye, por lo tanto, a la riqueza de la cosecha…» En 1918, José Antonio Tagliaferro funda Cultura Venezolana, revista básicamente literaria. A pesar de que hasta 1934, fecha de su desaparición, fue constante la sección «Folklore venezolano», su contenido apenas se corresponde con lo delimitado hasta ese entonces como folklore. Ello debido, quizás, a la generalidad como la que se justifica el plan de la revista en cuanto a incluir «…todas aquellas manifestaciones que constituyen el exponente inequívoco de nuestra cultura…» De Re Indica, la primera revista venezolana especializada en ciencias sociales, entra en circulación el mes de septiembre del mismo año que la anterior. Será el órgano de difusión

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