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Gran Depresión


Enviado por   •  23 de Octubre de 2014  •  Informes  •  1.723 Palabras (7 Páginas)  •  182 Visitas

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Es común situar el inicio de la Gran Depresión en el “jueves negro” de octubre de 1929 de la Bolsa de Nueva York. Ese día se produjo el primer hundimiento de la principal bolsa de valores del mundo. Habría otros posteriormente. No hacía mucho, el 3 de septiembre, el precio de los valores negociados alcanzaba su máximo histórico. Las cotizaciones llegaron a su mínimo en 1932, para entonces se habían reducido en casi un 90%. El nivel de anterior a 1929 no se recuperó hasta 1954.

El colapso bursátil tuvo graves consecuencias en la economía real norteamericana: creó expectativas pesimistas respecto al futuro que comprimieron el consumo y la inversión; destruyó el ahorro de muchas familias y las empobreció; interrumpió la financiación de unas empresas que se enfrentaban a una demanda declinante; perjudicó a la viabilidad de instituciones financieras que habían prestado a los inversores institucionales y particulares para comprar valores, etc. Pero no fue la única causa, tampoco la principal, de la Gran Depresión de la economía internacional durante los años treinta.

Una crisis de tal intensidad y duración carecía de precedentes. Afectó principalmente a los países más avanzados económicamente y, en particular, a sus sectores industriales y exterior. Aunque no todos ellos se vieron afectados en la misma medida, ninguno escapó a ella. Paradójicamente, los países menos desarrollados –con un peso mayor del sector agrario en sus estructuras económicas, por tanto- y más cerrados a las transacciones internacionales -esto es, con un grado menor de globalización- salieron no tan perjudicados de la crisis, lo que no equivale a indemnes. Los hasta entonces desconocidos niveles de desempleo en los sectores industriales y exportadores que acompañaron a la Gran Depresión constituyen también una de sus manifestaciones más llamativas.

En 1932, la producción industrial del mundo no llegaba a los dos tercios de la de 1929, pero, mientras que la de Europa había caído algo por debajo del 75%, la de Estados Unidos apenas superaba el 50%. La producción de alimentos apenas experimentó cambios. No así la de materias primas, que se contrajo en medida sólo algo menor que la de productos industriales. En 1934, el valor del comercio mundial era poco más de un tercio del correspondiente a 1929. No llegaba todavía al 50% en 1937.

El desempleo alcanzó cifras record. Especialmente en Estados Unidos y Alemania. En el primero de estos países, el desempleo pasó del 3% en 1929 al 25% en 1933. En el segundo, se elevó desde el 4,3 al 30,1% entre 1929 y 1932.

La contracción del producto per capita fue también significativa. Aunque no todos los países se vieron afectados en idéntica medida ni lograron salir de la crisis al mismo tiempo.

En Estados Unidos resultó especialmente intensa y duradera. En Alemania, algo menos. Suecia o Japón apenas experimentaron una suave recesión. En Francia no fue especialmente profunda, pero sí muy duradera. Países, como Argentina, cuyo nivel de actividad económica era muy dependiente de la coyuntura internacional se vieron también afectados en no pequeña medida y tardaron en salir de la crisis. Ni Argentina ni Estados Unidos se habían recuperado plenamente, y Francia apenas, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial.

¿Por qué la Gran Depresión alcanzó unas dimensiones tan extraordinarias? La respuesta a esta pregunta sigue siendo objeto de debate entre los especialistas. Un cierto consenso existe en torno a la incidencia de algunos factores.

En 1930, las autoridades de la mayor economía del mundo, los Estados Unidos, aprobaron el extremadamente proteccionista arancel Smoot-Hawley, que pretendía defender los intereses nacionales norteamericanos frente al exterior. Este ejemplo de política del “sálvese quien pueda” fue rápidamente imitado por las restantes economías importantes. El resultado no se hizo esperar: una espiral a la baja del comercio mundial que intensificó la depresión. La falta de una salida colectiva negociada a los problemas internos individuales amplificó la crisis.

El patrón oro fue otro factor de intensificación de los problemas. Su manejo durante este nuevo período de vigencia, en el que las condiciones políticas y económicas que lo habían hecho eficaz durante le período 1870-1914 habían desaparecido o cambiado, no estuvo exento de problemas. De hecho, se convirtió en un mecanismo de extensión de los problemas monetarios de un país a otro. Además dejaba una escasa capacidad de actuación a los gobiernos para contrarrestar la depresión. Así, el abandono del patrón oro fue una condición necesaria para la salida de la Gran Depresión. En 1931, el Reino Unido suspendía la convertibilidad en oro de la libra esterlina. De nuevo, sin coordinación alguna entre unos y otros países, pese a estar estrechamente interconectados por relaciones económicas, su ejemplo fue emulado. En 1933, por Estados Unidos y poco después por otros países. Para 1936, cuando Francia se suma a la corriente dominante, el patrón oro había dejado prácticamente de existir. Tenemos aquí otro ejemplo de medidas adoptadas para mejorar la competitividad de cada economía frente a las restantes.

La rigidez de los salarios a la baja, a la que no dejaban de contribuir los cambios institucionales (sindicatos, negociación colectiva, regulaciones salariales, etc.) experimentados por el mercado de trabajo, también ayuda a explicar por qué el desempleo alcanzó tan altos niveles mientras que los salarios de los ocupados apenas

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