LA GRAN DEPRESION
edithudiaz23 de Marzo de 2014
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LA GRAN DEPRESIÓN
CRISIS
Se define crisis como un momento de ruptura en el funcionamiento de un sistema, un cambio cualitativo en sentido positivo o negativo, una vuelta sorpresiva y a veces hasta violenta y no esperada en el modelo normal según el cual se desarrollan las interacciones dentro del sistema en examen. Las crisis se caracterizan usualmente por tres elementos. Ante todo por el carácter instantáneo, y frecuentemente de impredecibilidad; en segundo lugar por su duración, que es a menudo limitada, y, finalmente por su incidencia sobre el funcionamiento del sistema. La última crisis económica internacional de grandes repercusiones sobre los sistemas políticos nacionales y sobre el sistema internacional fue la crisis de 1929-1932.
[Gianfranco pasquino]
Para comprender la gran depresión ó la crisis de 1929 me permitiré utilizar el esquema descrito por pasquino exceptuando el último paso ya que considero que me estaría saliendo del contexto que planteo en el título. Para la comprensión de una crisis se funda en el análisis del estado de un sistema: la fase previa al momento en el que inicia la crisis, la fase de crisis real y verdadera, y, por último, la fase en la cual la crisis ha pasado y el sistema ha asumido un “cierto” modelo de funcionamiento que no es ya más el anterior para una crisis.
LA GRAN DEPRESION DE 1929
A finales de los años 20, como la bolsa de Nueva York no paraba de subir, se convirtió en un negocio rentable que atraía capitales norteamericanos y extranjeros. En la primavera de 1929, la economía norteamericana comenzó a registrar los primeros síntomas de un cambio de tendencia, pero las autoridades económicas se apresuraron a llamar a la tranquilidad y por el momento todo siguió.
La crisis bursátil que duro más de una década, se convirtió en poco tiempo en crisis general en Estados unidos, pero debido a la parte considerable de su economía en el conjunto mundial adquirió inmediatamente un carácter universal, afectando todos los sectores económicos y tuvo serias repercusiones sociales y culturales.
1. Antecedentes a la Gran Depresión de 1929
Una economía capitalista en su funcionamiento nunca es uniforme y las fluctuaciones de diversa duración, a menudo muy intensas, constituyen una parte esencial de esta forma de organizar los asuntos del mundo. El ciclo económico de expansión y depresión ya era conocido por los hombres de negocios del siglo XIX. Su repetición estaba prevista, en períodos de 7 a 8 años. A finales del siglo XIX se empezó a prestar atención a una periodicidad mucho más prolongada, cuando los observadores comenzaron a analizar el inesperado curso de los acontecimientos de los decenios anteriores. A una fase de prosperidad mundial sin precedentes entre 1850 y los primeros años de la década de 1870 habían seguido veinte años de incertidumbre económica y luego otro período de gran expansión de la economía mundial.
Karl Marx y algunos socialistas consideraban que los ciclos eran parte de un proceso mediante el cual el capitalismo generaba unas contradicciones internas que acabarían siendo insuperables, creían que suponían una amenaza para la existencia del sistema económico. Existía la convicción de que la economía mundial continuaría creciendo y progresando, como había sucedido durante más de un siglo, excepto durante las breves catástrofes de las depresiones cíclicas. Lo novedoso era que probablemente por primera vez en la historia del capitalismo, sus fluctuaciones parecían poner realmente en peligro al sistema. Pero más, en importantes aspectos parecía interrumpirse su curva secular ascendente. A partir de la revolución industrial, la historia de la economía mundial se había caracterizado por un progreso técnico acelerado, por el crecimiento económico continuo, aunque desigual, y por una creciente «mundialización», que suponía una división del trabajo, cada vez más compleja, a escala planetaria y la creación de una red cada vez más densa de corrientes e intercambios que ligaban a cada una de las partes de la economía mundial con el sistema global.
Sin embargo el progreso técnico continuó e incluso se aceleró en la era de las catástrofes, transformando las guerras mundiales y reforzándose gracias a ellas. Aunque en las vidas de casi todos los hombres y mujeres predominaron las experiencias económicas de carácter cataclísmico, que culminaron en la Gran Depresión de 1929-1933, el crecimiento económico no se interrumpió, se desaceleró, durante esos decenios.
En lo que respecta a las migraciones estas incrementaron en gran medida hacia Estados Unidos, pero durante los períodos de guerra se detuvieron casi por completo. Citando textualmente a Hobsbawm:
En los años anteriores a la guerra se había registrado la migración más masiva de la historia, pero esos flujos migratorios habían cesado, o más bien habían sido interrumpidos por las guerras y las restricciones políticas. En los quince años anteriores a 1914 desembarcaron en los Estados Unidos casi 15 millones de personas. En los 15 años siguientes ese número disminuyó a 5,5 millones y en la década de 1930 y en los años de la guerra el flujo migratorio se interrumpió casi por completo, pues sólo entraron en el país 650.000 personas. La emigración procedente de la península ibérica, en su mayor parte hacia América Latina, disminuyó de 1.750.000 personas en el decenio 1911-1920 a menos de 250.000 en los años treinta. El comercio mundial se recuperó de las conmociones de la guerra y de la crisis de posguerra para superar ligeramente el nivel de 1913 a finales de los años veinte, cayó luego durante el período de depresión y al finalizar la era de las catástrofes (1948) su volumen no era mucho mayor que antes de la primera guerra mundial.
En 1924 al parecer la situación había vuelto en calma y se vislumbraba la posibilidad de que retornara lo que un presidente norteamericano llamó normalidad. En efecto, se reanudó el crecimiento económico mundial, aunque algunos productores de materias primas y productos alimentarios básicos, entre ellos los agricultores norteamericanos, sufrieron las consecuencias de un nuevo descenso del precio de los productos primarios, después de una breve recuperación. Los años veinte no fueron una época dorada para las explotaciones agrícolas en los Estados Unidos. Además, en la mayor parte de los países de la Europa occidental el desempleo continuaba siendo sorprendentemente alto. Hay que recordar que aun en los años de bonanza económica del decenio de 1920, el desempleo fue del orden del 10-12 por 100 en Gran Bretaña, Alemania y Suecia, y no descendió del 17-18 por 100 en Dinamarca y Noruega. La única economía que funcionaba realmente a pleno rendimiento era la de los Estados Unidos, con un índice medio de paro aproximado del 4 por 100. Los dos factores citados indicaban que la economía estaba aquejada de graves problemas. El hundimiento de los precios de los productos básicos demostraba que la demanda era muy inferior a la capacidad de producción.
2. La Crisis
Fue un acontecimiento de extraordinaria magnitud, que supuso poco menos que el colapso de la economía capitalista mundial, que parecía atrapada en un círculo vicioso donde cada descenso de los índices económicos reforzaba la baja de todos los demás.
Los expertos de la Sociedad de Naciones la dramática recesión de la economía industrial de Norteamérica no tardó en golpear al otro gran núcleo industrial, Alemania. Entre 1929 y 1931 la producción industrial disminuyó aproximadamente un tercio en los Estados Unidos y en una medida parecida en Alemania, si bien estas cifras son medias que suavizan la realidad. En los Estados Unidos, la gran compañía del sector eléctrico, Westinghouse, perdió dos tercios de sus ventas entre 1929 y 1933 y sus ingresos netos descendieron el 76 por 100 en dos años. Se produjo una crisis en la producción de artículos de primera necesidad, tanto alimentos como materias primas, dado que sus precios, que ya no se protegían acumulando existencias como antes, iniciaron una caída libre.
Al descender los precios los campesinos intentaron compensar ese descenso aumentando sus cultivos y sus ventas y eso se tradujo en una caída adicional de los precios. Esa situación llevó a la ruina a los agricultores que dependían del mercado, especialmente del mercado de exportación, salvo en los casos en que pudieron volver a refugiarse en una producción de subsistencia, último reducto tradicional del campesino. Eso era posible en una gran parte del mundo subdesarrollado, y el hecho de que la mayoría de la población de África, de Asia meridional y oriental y de América Latina fuera todavía campesina, le permitió capear el temporal. Brasil se convirtió en la ilustración perfecta
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