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Guerra De Los Misiles

MarioC9819 de Febrero de 2014

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En octubre de 1962, hace 50 años, el presidente Kennedy recibió una información inaudita: los soviéticos estaban haciendo de Cuba una base de armas nucleares que apuntaban contra los Estados Unidos.

Seis días emplearon el presidente y sus asesores, en el Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional, para corroborar, por medios técnicos, y evaluar la información obtenida a través de un agente de inteligencia.

Pero las fotografías, tomadas por los aviones U-2 de reconocimiento, venían a comprobar lo informado por el Coronel Oleg Penkovsky a los oficiales estadounidenses: 42 proyectiles de alcance medio y un regimiento de armas nucleares tácticas estaban siendo instalados en Cuba.

Baterías de cohetes tierra-aire de defensa antiaérea, con 30 km de alcance, habían sido desplegados para proteger las armas nucleares estratégicas. A lo largo de la isla ya estaban emplazadas, o se emplazaban a toda velocidad, armas de destrucción masiva, apuntando contra suelo norteamericano. A escasos minutos de estos.

A las 7 PM, del 22 de octubre, el presidente Kennedy se dirige a su país y a la opinión pública internacional, por radio y televisión. Es cuando el mundo conoce que está al borde de una guerra termonuclear.

Kennedy exigió a la Unión Soviética que debía retirar esos proyectiles de Cuba o arriesgarse a una guerra, y anunció el bloqueo naval a la Isla para impedir la llegada de nuevos mísiles. En esos momentos navegaban hacia territorio cubano 23 barcos soviéticos cargados de armas.

¿Pero la guerra si fue así? ¿O fue una estrategia político militar soviética de alto vuelo?

En sus alegatos, legitimando la presencia de las armas nucleares soviéticas en Cuba, el propio Fidel Castro ha admitido que era evidente el deseo de los soviéticos por conseguir una mejoría en la correlación de fuerzas con Estados Unidos. “Pero la equivalencia en nuestras fuerzas no estábamos dispuestos a conseguirla mediante una guerra”, dijo a este corresponsal un ex oficial del Grupo del servicio de inteligencia militar soviética, hace poco más de una año, durante una visita a Cuba.

En un artículo “No habrá Tercera Guerra Mundial”, al respecto de los “incidentes” entre las dos superpotencias, escribía Lois Fisher, corresponsal en Moscú durante más de 14 años, y quien era considerado uno de los más escrupulosos intérpretes de la Rusia Soviética:

“En años recientes los rusos han derribados aviones estadounidenses e ingleses, la fuerza aérea de los EU ha hecho fuego contra aviones rusos; se han canjeado coléricas notas de protesta… pero nada ha resultado. Los accidentes sólo se convierten en incidentes que conducen a la guerra cuando una nación la anda buscando y en la actualidad ni Rusia ni el occidente andan a la busca de conflictos que conduzcan a la guerra atómica”.

Este análisis lo hizo Fisher en 1954. Aunque posteriormente lo negó, en un lenguaje confuso, Fidel Castro propuso a Khrushchev que fuera la Unión Soviética la primera en asestar el golpe nuclear contra Estados Unidos. Congruente con el análisis de Fisher, esta fue la respuesta del gobernante ruso a Castro:

“En su cable del 27 de octubre usted nos propuso que fuéramos los primeros en asestar el golpe nuclear contra el territorio enemigo (…) esto no sería un simple golpe, sino el inicio de la guerra Mundial Termonuclear (…) en tal caso los EU sufrirían enormes pérdidas, pero la Unión Soviética y todo el campo socialista también sufriría mucho ( …) en lo que se refiere a Cuba, al pueblo cubano, en el fuego de la guerra, se quemaría Cuba”.

En realidad Khrushchev consiguió lo que quería: Que Estados Unidos sacara sus cohetes Júpiter de Turquía. Muy bien él podía llevarse los suyos de Cuba.

Quienes mejor lo comprendieron fueron los cientos de miles de soldados y milicianos cubanos que, a paso de

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