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Guerras Napoleónicas

jhofjor19 de Julio de 2011

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GUERRAS NAPOLEONICAS

La reversión del movimiento republicano y la reinstalación de una monarquía "imperial" en Francia, lejos de suponer el fin de la crisis, acentuó los conflictos en Europa.

Esos conflictos, y las guerras que se derivaron de ellos, también ejercieron un impacto directo en América, incluída la colonia española de Santo Domingo.

La creación del Imperio francés tuvo tres consecuencias inmediatas. Una, el surgimiento de una nueva monarquía, la napoleónica; otra, la desaparición de las pequeñas repúblicas periféricas, y su reconversión en reinos y monarquías bajo la dependencia del Emperador Napoleón I. La tercera fue la reanudación de la guerra, luego de la formación de una "Tercera Coalición" de Gran Bretaña, el Imperio Austríaco, el Imperio Ruso y Prusia contra Francia.

Esa guerra tuvo, a su vez, enormes consecuencias para España y Portugal y, por ende, para Brasil, las Antillas españolas e Hispanoamérica, pues Napoleón invadió Portugal, para cerrarle a los británicos la posibilidad de comerciar con la península ibérica, como parte de su empeño para bloquear el comercio de Gran Bretaña con los países europeos en una estrategia conocida como el "sistema continental", que fue puesta en ejecución en 1806.

El bloqueo del sistema continental funcionó muy imperfectamente, debido al contrabando y a la oposición de los comerciantes europeos que vieron afectados sus negocios por la falta de intercambio con los británicos. Napoleón lo mantuvo por encima de todos, pero eventualmente la impopularidad del sistema, promovió el surgimiento de una oleada de nacionalismo que a la larga se volvería contra Bonaparte.

Napoleón trató de obligar a los portugueses a cooperar con el "sistema continental", y les exigió que confiscaran todas las propiedades británicas en Portugal, y cerraran sus puertos al comercio con Gran Bretaña.

Al mismo tiempo, Napoleón obligó al débil gobierno de Carlos IV, en España, a presionar a Portugal para que el Príncipe Juan se viera obligado a repudiar el Tratado de Methuen.

Cuando el Príncipe Regente Juan rechazó las presiones de Francia, Napoleón invadió Portugal en octubre de 1807, obligando al Príncipe y a la Corte a exiliarse en Brasil al mes siguiente. La de Portugal fue otra monarquía derrocada por los revolucionarios franceses.

A la crisis de la monarquía portuguesa siguió la crisis de la monarquía española, pues el rey Carlos II y su ministro Manuel Godoy no tenían ni las fuerzas ni la voluntad de enfrentar a Napoleón.

La aquiescencia de ambos a la invasión napoleónica de Portugal generó un profundo disgusto en España, y los hizo aún más impopulares y creó serias tensiones dentro de la misma familia real, pues el príncipe heredero Fernando se unió a las críticas públicas contra la pasividad de su padre. Viéndose abandonado y traicionado, Carlos IV abdicó al trono en marzo de 1808, y su hijo quedó como el rey Fernando VII.

Argumentando que deseaba mediar, Napoleón invitó a Fernando VII y al ministro Godoy a conferenciar acerca de la crisis, y al llegar a Bayona, en el sur de Francia, los hizo presos y se llevó a Fernando a París, en donde lo mantuvo como rehén hasta 1814.

Tal como había hecho anteriormente en Italia, Sicilia y Holanda, cuyos monarcas había derrocado, Napoleón colocó inmediatamente a su hermano José en el trono español como el título de José I (en julio de 1808), habiéndolo traído de Nápoles, en donde había sido también coronado rey.

Esta transición no ocurrió sin incidentes, pues en mayo de 1808, dos meses antes de que José Bonaparte llegara a Madrid, muchos españoles se lanzaron a protestar por el encarcelamiento de su rey, comenzando así una larga guerra contra la dominación francesa en la península ibérica.

Inicialmente,

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