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HISTORIA DEL ESTADO MODERNO

Nicol_199518 de Febrero de 2015

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Cuerpo el movimiento de los “iluministas” o “racionalistas” que en el plano intelectual plasmaron sus inquietudes en obras tan importantes como las de VOLTARIRE MONTESQUIEU Y ROUSSEAU.

I. VOLTAIRE (1694-1778) propiamente no creó ninguna ideología política que pudiera servir para una nueva estructuración del Estado, pero con sus escritos apasionados y sus diatribas mordaces hizo germinar los argumentos principales para poner en entredicho los presupuestos ideológicos del “Antiguo Régimen”.

Aplicando el método racionalista, VOLTAIRE ataca el fanatismo, los prejuicios y las vieja instituciones, la autoridad de las consagradas figuras influyentes, los defectos de la realeza, la intransigencia del clero y de la clase noble, clamando por reformas que tendieran a eliminar los males sociales que revestían extrema gravedad. Su propósito era contribuir a la reforma de sistema imperante, mas no a su cambio estructural.

La libertad para el no significaba otra cosa que tolerancia, independencia religiosa, albedrio sin trabas que sirviera de garantía para luchar contra todo aquello que llevara el sello de la arbitrariedad.

Invoca respeto para las leyes de carácter económico, pronunciándose en contra de la regulación de precios, salarios, intereses, a la vez que pide plena libertad de contratación y asociación, porque también estas formas de libertad “refuerzan el orden natural de las cosas”. Acepta el principio de la igualdad económica, entendida por él, únicamente, en el sentido de asegurar a los individuos y por ende a las masas, las mismas posibilidades de progreso, insistiendo, eso sí, en que el pueblo, de todas maneras, “debe pagar el precio de la libertad”.

Para VOLTAIRE el presupuesto de más alta categoría es la razón, porque el hombre es perfectible y razonablemente no se puede esperar todo de él. Pero la razón reclama libertad de pensamiento contra I’ esclavage de I’ esprit, al igual que una conciencia general que se irá motivando día tras día en el sentido de engrandecer la lucha contra leyes y costumbres entenebrecidas por el fanatismo y la irracionalidad.

II. MONTESQUIEU (1869-1755) ejerció en su tiempo influencia extraordinaria con estudios de carácter histórico, pero sobre todo con su conocida obra I’ Esprit des lois, en donde expresa sus ideas filosóficas, jurídicas y sociales con desnuda plenitud conceptual. Ambicionaba para Francia un régimen monárquico en el que se promulgase una Constitución tendente a consolidar gobiernos formados por la nobleza y la burguesía, en combinación con un Parlamento representativo, ojalá al estilo inglés.

Para el Barón MONTESQUIEU la libertad no existe más que en un gobierno moderado; pero esta condición no es suficiente si por alguna circunstancia ese mismo gobierno abusa del poder. “Una experiencia eterna –dice- nos enseña que todo hombre que detenta el poder es llevado a abusar de él, y , por este camino, va hasta donde encuentra limites adecuados para su contención. ¿Quién lo creería? La virtud misma tiene necesidad de límites. El abuso del poder no es impedido sino en el instante en que por disposición misma de las cosas el poder detenga al poder, lo cual implica no un poder único y concentrado, sino una cierta distribución de poderes separados.

Este es el merito más significativo de MONTESQUIEU: haber analizado mayor claridad que LOCKE, la separación de los poderes, los cuales distingue en poder legislativo, ejecutivo y judicial, explicando que como esos poderes se hacen contrapeso y armonía. Ese concepto indica que lo más importante para el autor mencionado no era tanto la separación de los poderes, cuanto la mutua colaboración entre ellos para alcanzar los fines naturales del Estado.

III. JEAN JACQUES ROUSSEAU (1712-1778) ha sido, sin duda alguna, el gran teórico francés de la igualdad política y social, para lo cual estructuro con extraordinaria lucides la doctrina del contrato social.

ROUSSEAU no invento el principio de la igualdad política con su corolario obligado de la soberanía del pueblo. Bajo la vieja monarquía francesa este principio había sido afirmado ya cuando se llevo a cabo, por vez primera, la reunión de los Estados Generales. En 1484 PHILIPPE POT, diputado del tercer Estado, declaro firmemente que “al Rey solo corresponde el ejercicio del poder, mientras que el pueblo es su verdadero titular”. Mucho más tarde, en la segunda mitad del siglo XVI, escritores tanto católicos como protestantes sostuvieron que en el origen del poder monárquico existe un contrato entre el rey y el pueblo, de suerte que si de combatir contra él y deponerlo. Con todo, fue ROUSSEAU quien expuso con mayor claridad la teoría de la igualad política en su obra magna El contrato social, publicada en 1789.

La doctrina del contrato social, conforme al análisis cuidadoso del tratadista MICHAEL HENRI FABRE reviste ciertamente dos aspectos contradictorios; si su punto de partida es liberal e individualista, el de llegada es absolutista y negador de la libertad individual.

ROUSSEAU parte –dice FABRE- del principio según el cual el hombre, si bien vivía en estado de naturaleza antes del contrato social, estaba abandonado a sus propias fuerzas para defender su libertad; pero que luego de ese pacto su libertad se transformo en libertad civil, reconocida expresamente y protegida por el Estado. Antes del contrato aludido, la libertad de los seres humanos era individual; después se convierte en libertad colectiva; de la cual cada sujeto recupera una fracción de ella, mientras el resto queda una, e indivisible. ¿Quién será el titular de esta libertad nueva, y, por consiguiente, de la soberanía? Naturalmente el ente colectivo al cual el contrato de nacimiento, vale decir el Estado o el pueblo según el punto de vista desde el cual se precisen observaciones pertinentes. De esta manera la teoría del contrato social, dentro de la cual el pueblo es el titular de la soberanía, sirvió de fundamento al Estado democrático o popular.

Por otra parte, para esclarecer lo concerniente al Estado democrático del siglo XIX, no basta tener en cuenta las teorías políticas de los filósofos a quienes hemos hecho referencia. Existe un aspecto importante para integrar la visión política de esa etapa notable del desarrollo general de los pueblos, cual es el proveniente del pensamiento plasmado en las obras económico-filosóficas de ADAM SMITH, JEREMIAS BENTHAM y JOHN STUART MILL.

I. ADAM SMITH (1723-1790) fue el fundador de la economía clásica, con la doctrina del laissez-faire que rechazaba el entrometimiento del Estado frente a las actividades económicas. Los intereses egoístas de los individuos –decía SMITH-si se dejan libres de toda interferencia del Estado y son alumbrados por la educación común y la enseñanza profesional, buscarán la armonía con los de la colectividad y, por lo tanto, con los intereses superiores del Estado. Tal egoísmo, conceptuaba SMITH, es el que nos hace calculadores prudentes y nos cohíbe ser demasiado impulsivos, orientándonos hacia una vida mejor, con la profusión de seguras ventajas individuales y sociales.

II. JEREMIAS BENTHAM (1748-1838) fuerza de penetrar en el análisis sicológico más completo de las sensaciones humanas, desarrolló al máximo la teoría utilitarista, proclamando que dos son, en sustancia, las reglas de conducta sugeridas por la doctrina; la primera es que la felicidad de cada uno debe estar siempre en armonía con la felicidad de todos. La segunda, que la educación de los ciudadanos debe ser de tal naturaleza que cada uno advierta la existencia de un ligamen estricto entre el propio bienestar y el de toda la comunidad, pata lo cual el Estado debe educar a los súbitos con miras a ayudarlos a descubrir las formas de vida más elevadas según los principios del felicifie calculus.

III. Para JOHN STUART MILL (1806-1873) sería equivocado política y económicamente que el Estado interviniese en la actividad de los individuos con el fin de ejercitar un influjo igualitario, más allá de las metas tendentes a asegurar la paz, el orden y el cumplimiento de los contratos en general. Mucho menos sería admisible que el Estado reglamentara la vida económica u organizase la vida espiritual de la nación según los dictados de la llamada iglesia oficial.

Al analizar más adelante los presupuestos políticos, económicos y sociales del tipo de Estado individualista o liberal, completaremos esta reseña, procurando enumerar en forma concreta los puntos clave de su ideología.

La verdad es que el ímpetu renovador que se advierte en las obras de los pensadores a quienes hemos hecho referencia, junto con las coyunturas políticas, pueblos diferentes por su ubicación geográfica, su desarrollo y su cultura:

a) La independencia norteamericana.

b) La revolución francesa y

c) La guerra emancipadora de muchos pueblos de América Latina.

a) La independencia norteamericana. En 1763 el rey de Gran Bretaña dicto medidas inconsultas tendentes a prohibir la colonización del oeste norteamericano, lo cual, unido a la política del Parlamento inglés dirigida a obstaculizar el desarrollo industrial y comercial de u colonia más importante, fue creando un ambiente general de su descontento que se convirtió en fuerza revolucionaria al alcanzar los impuestos límites intolerables, y, sobre todo, cuando el rey (1774) declaro insurrectas a las colonias porque estas, mediante sus representantes enviados al Congreso de Filadelfia, le pidieron la supresión de las barreras impuestas a las industrias y al comercio las masas de colonos y nativos, proclamó la cesación de la colonias media declaración de independencia redactada por JEFFERSON,

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