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HISTORIA Y MATERIALISMO HISTÓRICO

Menalis22 de Junio de 2012

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HISTORIA Y MATERIALISMO HISTÓRICO

Guillermo Lora

EL MÉTODO MARXISTA Y LA INVESTIGACIÓN HISTÓRICA

I

F

ederico Engels escribió que "Con el hombre entramos en la historia. También los animales tienen una historia, la de su origen y desarrollo gradual hasta su estado presente. Pero los animales son objetos pasivos de la historia, en cuanto toman parte en ella, esto ocurre sin su conocimiento voluntario; los hombres, por el contrario, a medida que se alejan, más de los animales en el sentido estricto de la palabra, en mayor grado hacen su historia ellos mismos, conscientemente, tanto menor es la influencia que ejercen sobre esta historia las circunstancias imprevistas y las fuerzas incontroladas, y tanto más exactamente se corresponden el resultado histórico con los fines establecidos de antemano".

Pero los hombres no solamente hacen la historia, sino que la relatan y la interpretan y, por esto mismo, han ido elaborando una disciplina intelectual especializada que es la historia, que ha tardado mucho tiempo y pasado por muchas vicisitudes antes de convertirse en ciencia, es decir, antes de poder estudiar el desarrollo y las transformaciones de la sociedad conforme a sus propias leyes internas. Es la interpretación materialista, fundamentada y elaborada por Marx y Engels y profundizada por el marxleninismo-trotskysta, la que permite convertirse a la historia en una ciencia con mucho retardo, en relación con los rápidos avances registrados en las ciencias naturales.

Los hombres viven en sociedad y la finalidad de ésta es la producción. El hombre considerado como un Robinson no es más que una ficción literaria; por vivir en sociedad, en constantes y mutuas relaciones sociales se diferencia de los animales. La historia, en su acepción más amplia, es el recuento e interpretación de los caminos que recorren los grupos sociales en su empeño por producir su vida social, es decir, sus alimentos. La cuestión radica, en definitiva, en saber no solamente qué se produce sino, y básicamente, cómo se produce. Esta concepción, que permite centrar el análisis histórico en el estudio de la preocupación fundamental de la sociedad y del desarrollo de las fuerzas materiales de producción, es propia del marxismo, más concretamente del materialismo histórico El hombre actúa necesaria y socialmente sobre la naturaleza, buscando someter las fuerzas ciegas de ésta a su voluntad: el grado de desarrollo y progreso de la sociedad se mide por el grado de dominio del hombre sobre la naturaleza. La conciencia de la necesidad abrirá el mundo de la libertad.

La propia naturaleza tiene que ser concebida "como un proceso de desarrollo histórico" (como escribió Engels), en el que los factores actúan en inter-relación y en cuyo juego se impone la ley general de que "son todos agentes inconscientes y ciegos".

Contrariamente, los agentes de la historia de la sociedad son "hombres dotados de conciencia, que actúan movidos por la reflexión o la pasión, persiguiendo determinados fines" (Engels). Con todo, tanto la historia de la naturaleza como de la sociedad se rigen por leyes internas de carácter objetivo. La casualidad no es más que la cobertura de la necesidad.

Parecería que la historia es el producto del azar o de una voluntad extra-terrena, porque los resultados contrarían los fines que se proponen los individuos y que entran en conflicto con las voluntades y con lo que hacen otros. Lo que corresponde es descubrir las leyes internas ocultas debajo tanta maraña de pasiones y planes individuales. Detrás de las acciones y de las ideas de los hombres y de los grupos sociales se encuentran intereses materiales, corresponde revelar estos móviles que son los que impulsan el desarrollo histórico. La historia está determinada por la estructura económica material y no por la interpretación ideológica que hacen los hombres de ella conforme a los intereses de la clase social a la que pertenecen. Adquiere trascendencia primordial el comprobar que esa interpretación ideológica es diferente y hasta diametralmente contrapuesta según los hombres sean, o no propietarios de los medios de producción.

Los hombres hacen la historia persiguiendo sus propios fines, pero no la hacen a su capricho (por eso que el resultado de su actividad es no pocas veces lo contrario de lo que se propusieron), sino en condiciones predeterminadas y que son para ellos condiciones objetivas que no pueden modificarlas a su antojo. No se niega el rol del individuo en la historia, sino que se la relieva, pero dentro de determinados límites objetivos que no pueden rebasarlos o trocarlos en sus contrarios. Las condiciones objetivas dentro de las que se ven obligados a actuar los hombres, acaso contra su voluntad, están dadas por el grado de desarrollo de las fuerzas productivas (un hecho material objetivo), que condiciona la naturaleza de una determinada sociedad. Es en esta realidad que se generan las casualidades, que de manera tan autoritaria frustran los planes de los líderes; la historia no puede comprenderse al margen de ellas: "sería muy cómodo hacer la historia universal si la lucha se pudiese emprender sólo en condiciones infaliblemente favorables".

De otra parte, la historia tendría un carácter casi místico si las "casualidades" no desempeñasen ningún papel. Como es natural, las casualidades forman parte del curso general del desarrollo y son compensadas por otras casualidades. Pero la aceleración o la lentitud del desarrollo dependen en grado considerable de estas casualidades, "entre las que figura el carácter de los hombres que encabezan el movimiento al iniciarse éste" (Marx).

La sociedad, los hombres, son abstracciones que es preciso concretizarlas y para hacerlo se tiene necesariamente que colocar en primer plano las relaciones sociales de producción que son predominantes en determinadas sociedades. Las relaciones sociales de producción son fenómenos históricos y únicamente en los textos existen como una generalidad.

En Bolivia no podemos ignorar que en las ciudades y las minas ocupan un lugar de relieve las relaciones entre proletarios (desposeídos de toda propiedad de los medios de producción) y capitalistas, entre maestros artesanos, oficiales y aprendices; en el agro las relaciones de producción capitalistas son una excepción (concentradas principalmente en el Oriente) y dominan los pequeños productores independientes. La historia entronca en esta realidad y la lucha de los caudillos se ve obligada a subordinársela de manera imperativa.

La sociedad en la que vivimos está escindida en clases sociales diversas, con distintos intereses materiales. La contradicción fundamental entre fuerzas productivas y relaciones de producción (forma de propiedad imperante) se proyecta en el campo social, en la lucha excluyente y que es una verdadera guerra, entre proletariado y burguesía.

"En la historia moderna, al menos, queda demostrado... que todas las luchas políticas son luchas de clases y que todas las luchas de emancipación de clases, pese a su inevitable forma política, pues toda lucha de clases es una lucha política, giran, en último término, en torno a la emancipación económica. Por consiguiente, aquí por lo menos el Estado, el régimen político, es el elemento subalterno, y la sociedad civil, el reino de las relaciones económicas, el elemento decisivo... Del mismo modo que todos los impulsos que rigen la conducta del hombre individual tienen que pasar por su cabeza, convertirse en móviles de su voluntad, para hacerle obrar, todas las necesidades de la sociedad civil cualquiera que sea la clase que la gobierne en aquel momento tienen que pasar por la voluntad del Estado, para cobrar vigencia general en forma de leyes. Pero este es el aspecto formal del problema, que de suyo se comprende; lo que interesa conocer es el contenido de esta voluntad puramente formal... y saber de dónde proviene este contenido y por qué es eso precisamente lo que se quiere... Si nos detenemos a indagar esto, veremos que en la historia moderna la voluntad del Estado obedece, en general, a las necesidades variables de la sociedad civil, a la supremacía de tal o cual clase, y, en última instancia, al desarrollo de las fuerzas productivas y de las condiciones de intercambio" (Engels).

La sociedad concreta es el conjunto de las relaciones de producción y de las clases sociales, de su mecánica que le corresponde. Aquí hay que buscar y encontrar los motivos últimos de los motivos de las acciones de las personalidades descollantes y que preocupan y enceguecen a los historiadores burgueses. Para los clásicos "no es la conciencia de los hombres la que determina su ser, sino que, a la inversa su ser social la que determina su conciencia". Lukács, partiendo de la premisa de Marx de que "las relaciones de producción de toda sociedad constituyen un todo", concluye que es aquí donde tiene que buscarse el punto de partida metódica y la clave misma del conocimiento histórico de las relaciones sociales". Para Marx y Engels la producción y la reproducción de la vida constituyen, en última instancia, el elemento determinante de la historia.

La ley interna del desarrollo de la sociedad capitalista, que permite comprender la actuación de las clases sociales y de sus líderes, se encamina a su negación: destrucción de lo viejo y caduco y, al mismo tiempo, conservación y desarrollo de lo nuevo. El salto cualitativo (revolución) equivale al parto que permite el nacimiento de la criatura que se gestó largamente

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