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Heers y la invensión de la Edad Media


Enviado por   •  24 de Mayo de 2018  •  Reseñas  •  2.515 Palabras (11 Páginas)  •  252 Visitas

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Primer Parcial Problemas del Mundo Medieval- Ricardo Brandan

- Indique situación cronológica y espacial para la articulación del concepto de "Edad Media".

Es necesario comenzar aclarando que en relación a las categorías historiográficas, la Edad Media es una etiqueta  artificial como tantas otras, una convención del lenguaje, que genera una discusión en el campo de la Historiografía  Medieval. Y esta discusión, enfatizada por Heers, sigue siendo oportuna ya que nos grafica el porqué de muchas malas interpretaciones y, sobre todo, la ignorancia general de la gente sobre lo que fue la época medieval.

Al hablar de un periodo debemos necesariamente proponer fechas indicativas, que marquen su inicio y su final. En ese sentido, el concepto de Edad Media, cronológica y espacialmente, se encuentra concebido como una especie de paréntesis (etapa de predominio de la Iglesia y de la intolerancia señorial), ubicado entre dos periodos culturalmente brillantes como  fueron la antigüedad del esplendor Romano y en inicio de la Modernidad encabezada por el Renacimiento. Arribamos así a una definición perfectamente clara, implícitamente reconocida y admitida pero que, según el autor, no se tiene en pie al momento en que comenzamos a profundizar un poco y a examinar los hechos.

Por ejemplo si hablamos de la caída, o de la decadencia de Roma suponiendo algún consenso en lo referente al sentido de las palabras, ¿Cómo debemos situar el fenómeno, y donde buscar sus raíces? A los historiadores, verdaderos conocedores de esos tiempos considerados de transición (o  de ruptura), se les  complica a la hora de fijar esa bisagra, aunque sea de forma amplia. Otros afirman con razón que en muchas regiones de Occidente la contracción demográfica y topográfica de las ciudades romanas había precedido con mucho tiempo la llegada de los barbaros y, por lo tanto, debería analizarse  este fenómeno por sí mismo. Otros observan, también con razón, que los reyes de los tiempos “barbaros” no renegaban de lo que procedía del pasado romano y que muchas de sus ciudades se inscribían todavía de una forma directa, por sus paisajes, sus monumentos y sus tejidos urbanos, dentro de una tradición antigua, sin solución de continuidad. En el otro extremo del límite temporal, definir y situar el fin de los tiempos “medievales” y la llegada de la época “moderna” o “renacimiento” plantean asimismo muchos problemas igualmente difíciles de resolver. Durante mucho tiempo, la historia oficial se definió de una forma decisiva, sin dejar ninguna duda acerca de la realidad de estos cortes bruscos ni acerca de las fechas de esos cortes.

Toda investigación debe insertarse en un marco cronológico, aunque no necesariamente debe promover una periodización tan estricta de los estudios y de la enseñanza. Influye en este axioma  que la enseñanza, al convertirse en una cuestión de Estado, deba estar estrechamente controlada por las instancias administrativas y políticas, como un requisito indispensable hacer que las divisiones impuestas fueran en todas partes idénticas, presentadas de forma simple y rígida, para que todo el mundo lleve el mismo paso y para facilitar la preparación y la difusión de los manuales. Así, el término “Edad Media” quedo bien fijado y entró obligatoriamente en el lenguaje corriente por herencia de aquellos humanistas italianos, y también, por la acción determinada de los historiadores protestantes. Quienes, en su lucha contra la Iglesia medieval y contra todo lo que ésta hubiera producido, aportaron un nuevo contenido a esa época “intermedia”. De tal forma, que esa división del pasado en tres periodos (antiguo, medieval y moderno; ya que  el contemporáneo llego más tarde) fue probablemente consecuencia de esas dos corrientes de ideas.

A decir de Heers, las actividades de los historiadores y escritores pasan por ese molde y todos los programas lo imponen: Antigüedad, Edad Media, Edad Moderna, Época contemporánea. Sin embargo, la existencia de esos cuatro periodos, y sobre todo de esos cortes abruptos, y la forma en la que se dictan en todos los grados de la investigación y la enseñanza, merecen una reflexión: ¿Qué hacer con esa Edad Media tan molesta cuyo inicio y cuyo final nadie se atreve a fijar de forma razonable?

La creencia en periodos históricos netamente definidos y caracterizados, y, por lo tanto, en rupturas dentro del curso de los tiempos, lleva inevitablemente a analizar de una forma particular las épocas limite, que también están determinadas con una gran dosis de arbitrariedad. La tentación de considerar los años situados entre la Antigüedad y la Edad Media, y luego entre la Edad Media y la Edad Moderna, como tiempos de transición es muy fuerte. Esta idea, tan complicada como la que encarna la periodización, se impone en la investigación y en la enseñanza.

En definitiva el propósito de Jacques Heers no es “vestir esa Edad Media mítica con adornos más dignos o más brillantes”, su búsqueda “consiste en negar su existencia deliberadamente”.  No quiere “demostrar que la Edad Media merece más simpatías o alabanzas, sino que ese término solamente representa una idea abstracta y muy vaga”

- Explique los motivos que llevaron a los actores históricos a tal "invención"

La historiografía ha experimentado, en el transcurso de los siglos XIX y XX, notables cambios. Desde la concepción "historicista", predominante en el siglo XIX, se ha evolucionado  hasta escuelas tan revolucionarias como la francesa de los "Annales" de Bloch o el Materialismo Histórico del Marxismo. El estudio del pasado, centrado en sus primeros momentos básicamente en las grandes figuras y en los sucesos más llamativos del ayer, fundamentalmente los relativos a las guerras y a las paces, se ha ido extendiendo a otros muchos ámbitos, desde el económico y el social hasta el de las mentalidades. Al mismo tiempo han ido surgiendo nuevas orientaciones, ya se trate de la historia de la cultura popular, de la historia del género, de la microhistoria o de la denominada "nueva narrativa".

Aun así, es común  en los intelectuales una repetitiva propensión a juzgar negativa y convenientemente su propio pasado. ¿Cómo fue que ‘lo medieval’ llego a dar vergüenza, ser detestable; y ‘lo feudal'  se observe todavía más indignante? Para Heers esto es  consecuencia, en gran medida, de una imagen de la Edad Media forjada a propósito por numerosos historiadores y escritores de los dos últimos siglos.

Dicen que cada sociedad inventa sus chivos expiatorios como un acto reflejo para justificar los fracasos o las equivocaciones, y sobre todo para alimentar las animosidades. La historia del lenguaje político, de las consignas y de los gritos de adhesión para atraer a las masas en la calle y lanzarlas al asalto, o simplemente para movilizar las conciencias, se halla consiguientemente jalonada de esa palabra o sin significado,  que se impone como un automatismo, para fustigar al enemigo y señalarlo para la venganza pública: es una vía apasionada, vulgar a fuerza de ser ordinaria, con acusaciones a menudo ridículas en su formulación pero que hacen su camino; Esto es lo que ha pasado con lo relativo a la Edad Media y el Feudalismo.

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