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Historia Antigua


Enviado por   •  29 de Mayo de 2014  •  4.319 Palabras (18 Páginas)  •  225 Visitas

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BREVE HISTORIA

DE GRECIA Y ROMA

PEDRO BARCELÓ

Historia de Roma

17. La disolución del Imperio romano

1. Los germanos.

Cuando tras la muerte de Teodosio el poder imperial pasa a manos de sus hijos Honorio (395-423) y Arcadio (395-408), las partes occidentales y orientales del Imperio se fueron de¬sarrollando paulatinamente por sendas cada vez más distan¬ciadas. Una clara señal exterior del dua-lismo imperante lo constituye la vigencia de dos cortes imperiales en Roma (Ho¬norio) y Constantinopla (Arca-dio), en ingente competencia mutua. Después de la ca-tastrófica batalla de Adrianópolis (378), se suceden olas de invasiones protagonizadas por pue¬blos germánicos en busca de asentamientos dentro del terri¬torio romano. En el año 395/396, avalanchas de godos occi¬dentales (visi-godos) saquearon Grecia bajo el mando de Alarico. El gobierno de Constantinopla intentó desviarlos hacia el Occidente con el fin de salvar sus propias provincias. Estili¬cen, general de los ejércitos y verdadero rector de la po-lítica del Imperio occidental fue capaz de hacer retroceder a los go¬dos, pero pagó por ello un precio muy caro al tener que dejar al descubierto las fronteras en Britania, en el Rin y en el Da¬nubio para poder preparar la defensa de Italia con esas tropas. No obstante, pocos años más tarde (410) los godos irrumpieron de nuevo en Italia y saquearon Roma. Este suce¬so conmovió profundamen-te a los contemporáneos y alentó, por ejemplo, a Agustín a escribir su famosa obra De civitate Dei (La ciudad de Dios), inagotable fuente de referencias y re¬flexión sobre los motivos del desmoronamiento del Imperio.

Tras la muerte de Alarico, su sucesor Ataúlfo se enca-mina a la cabeza del pueblo visigodo hacia la Galia. No tar-dará en es¬posarse con Gala Placidia, la hermana de Teo-dosio, y fundar una embrional estructura estatal germana dentro del territo¬rio romano que abarcaba la mayor parte de la Galia meridio¬nal, llegando hasta Hispania, y que te-nía su centro de gravita¬ción en Tolosa. A partir de este momento, los visigodos se irán romanizando poco a poco, pero como permanecieron fieles a la doctrina arriana, se mantuvieron separados de la población au-tóctona de las provincias galas e hispanas, mayorita-riamente católica.

Una odisea mucho mayor le tocará vivir al pueblo de los vándalos: después de atravesar la Galia, se afincaron en el sur de Hispania, dando su nombre a la zona de su estancia (An¬dalucía). Sin embargo, su marcha plena de peripecias no con¬cluye aquí. Conducidos por su rey Gen-serico desembarcaron en el año 429 en el norte de Áfri-ca, el año 430 conquista-ron Hippo Regius, poco des-pués tomaron Cartago y fun¬daron sobre el suelo de la antigua provincia romana de Áfri¬ca el primer reino ger-mano independiente que dejó de reco¬nocer la soberanía del emperador romano.

A finales del siglo V aparecen los hunos bajo el mando de su rey Atila de forma repentina en Europa occiden-tal. En el año 451 cruzaron el Rin y amenazaron la Galia. El general de los ejércitos romanos occidentales Aecio, con ayuda de los vi-sigodos, logra derrotarlos en la batalla de los Campos Catalaunos (Campaña). Sin embargo, los hunos, en vez de retirar¬se, pasaron a continuación por los Alpes y saquearon el norte de Italia. El emperador Va-lentiniano III huyó de Rávena a Roma. Gracias a la me-diación del papa León I, fue posible que Atila abando-nara Italia, pero el precio de su retirada fue el pago de e-normes tributos. Entre el emperador Valentinia¬no III y el general de los ejércitos Aecio estalla un conflicto que li-mitará considerablemente la capacidad de maniobra del Imperio occidental. Tras la muerte de Valentiniano III fina-li¬za definitivamente la continuidad dinástica de la línea teodosiana: la agonía del Imperio occidental había dado comienzo. Grandes partes de Hispania y de la Galia se encontraban en manos de suevos y visigodos, y el norte de África lo controla-ban los vándalos. Debido al débil go-bierno imperial asentado en Rávena, Italia se veía ame-nazada por todas partes. La cri¬sis se agudizó profunda-mente cuando en el año 455 los ván¬dalos conquistaron Roma, saquearon la ciudad y tomaron cautivos a ciu-dadanos pudientes, que sólo recobraron su li¬bertad tras satisfacer un cuantioso rescate. Después de la reti¬rada de los vándalos, el germano Ricimero, general de los ejér-citos, se convertirá en el hombre fuerte de Italia. Un em-perador sucedía a otro. En el año 476, Odoacro hizo destituir al emperador Rómulo Augústulo con el con-sentimiento de Constantinopla. Desde este momento, ningún otro empera¬dor le sucederá en la dirección de las provincias occidentales. Sólo el emperador de Constanti-nopla (Bizancio) logra man¬tener las aspiraciones, basa-das en la tradición y en la herencia del pasado, al dominio del Imperium Romanum.

A partir del siglo III, con la entrada de los alamanes, francos y otros pueblos germánicos, se inicia, aunque en principio de forma ordenada y controlada por el poder central, la barbarización del ejército romano. El empe-rador Constantino les abrió el acceso a los altos man-dos. Al mismo tiempo, la per¬manente presión militar en las fronteras obligó a ampliar el potencial bélico, lo que sólo fue posible a través de nuevas le-vas y alistamientos de hombres procedentes de las tribus ger¬mánicas limí-trofes. Debido a la debilidad de los emperadores romanos de Occidente y al creciente número de germanos en el ejército romano, se encumbró en el poder la figura del ge¬neral de los ejércitos (magister militum), verdadero diri-gente del Imperio. Las tropas se reclutaban en el siglo V de los pue¬blos germánicos que entraban más de forma nominal que práctica al servicio del emperador, forman-do agrupaciones cerradas. De este modo, algunos gene-rales ambiciosos logra¬rán ejercer un poder fáctico en el Imperio romano occidental durante los siglos IV y V, por ejemplo, el franco Arbogasto en la corte del emperador Valentiniano II (375 - 392), el vándalo Estilicen bajo Hono-rio (395 - 423) o Aecio, procedente del bajo Danubio, bajo el emperador Valentiniano III (425 - 455).

El asentamiento de tribus foráneas en calidad de tro-pas fronterizas empieza a partir de finales del siglo IV, teniendo como modelo el foedus godo teodosiano del año 382. Los co¬lonos germanos seguían manteniendo su caudillo, sus dere¬chos, etc., y recibían por sus servicios un tercio de las tierras y sus rentas. Como los guerreros germanos no practicaban ningún tipo de agricultura sedentaria,

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