Historia De Chile
profeabner29 de Julio de 2013
3.859 Palabras (16 Páginas)430 Visitas
El complejo dominio Hispano en Chile...Instituciones coloniales, Políticas, Estadísticas, Económicas y Mineras.
(1540-1795)
X Abner Adaros Mundaca*
Hablando con la gente de la tierra de arriba
“Cabalgo en circulo,
Llevado por el aliento de los animales
que te ofrecí en sacrificio, galopo, galopo,
soñando voy por los caminos del cielo
de todos lados vienen a saludarme las estrellas,
oh!, anciana, anciano
doncella y joven
de la tierra de arriba
en vuestro azul se regocija mi sangre.
Elicura Chihuailaf
De sueños y contrasueños, 1995.
Este ensayo tiene como objetivo explicar a modo de referencia el control total, en parte del territorio, exceptuando la zona centro-sur de nuestro país por los españoles, destacando además el establecimiento de aquellas Instituciones coloniales, según el modelo de vida conquistador.
¿Qué factores hicieron posible una resistencia mas encarnizada de los pueblos de la zona centro-sur de nuestro país en contraste con los demás pueblos originarios de Chile; además de la función Institucional que comenzó a surgir en pos de la dominación Castellana?
El apego natural ancestral de los pueblos de la zona centro-sur a su tierra unida a la belicosidad innata del indígena, su excelsa organización militar tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra; por otra parte la necesidad, habilidad e inteligencia del español por crear instituciones, con el fin de regular los aspectos políticos y económicos, todo lo cual conllevó a asegurar y potencializar aún mas el dominio de los europeos en nuestro país.
Los pueblos nativos del Chile pre – hispano ubicados en el sector norte de nuestro país tales como: (Atacameños, Diaguitas, Camanchacas) fueron fácilmente sometidos juntamente con sus territorios al dominio de los conquistadores peninsulares. Para el historiador Patricio Cerda, en Patrimonio Cultural Indígena, Norte Semiárido de Chile: “Los pueblos originarios del norte semiárido no estuvieron ajenos a las “guerras de conquistas” en las fronteras al sur del imperio, tal cual ocurrió en las tierras americanas. En efecto, la entrada de los hispanos se produce en el valle de Copiapó, con exploraciones y avances hasta el valle de Aconcagua, entre los años 1535 – 1536”[1]. Siguiendo con este autor: “El registro de la crónica ibérica permite documentar las “primeras crueldades de los conquistadores españoles en el territorio chileno” (…)[2].
Pero a medida que éstos se iban internando en dirección sur de nuestro territorio se encontraron con pueblos a los cuales les costó dominar más, uno de los cuales, el pueblo Mapuche durante sucesivas guerras jamás fue sometido. Ante ésta situación los conquistadores españoles se vieron obligados a establecer con ellos variados pactos y fronteras que frenaron en parte las pretensiones castellanas de dominar todo el territorio austral. Se conoce también como relaciones de colaboración que se ven manifestadas a través de los parlamentos hacia 1641 con las paces de Quillín.
Para situarnos en este contexto debemos acudir al punto axial, referido a la guerra de Arauco. Es necesario hacer un paréntesis en este punto. El debate de la historiografía actual señala una serie de hipótesis y teorías que se yuxtaponen y así también se contraponen una con otra. Parafraseando a Sergio Villalobos la guerra de Arauco sería intensa solo hasta 1650. Jorge Pinto Rodríguez concuerda con los planteamientos de Villalobos. Este último devela lo siguiente: hacia 1650 mediante la conquista peninsular e invasión, se configura un espacio fronterizo, para Pinto Rodríguez este momento constituye el fin de la guerra de Arauco.
Es necesario, en esta discusión historiográfica, parafrasear a Leonardo León Solís, para este autor hay una guerra total entre 1550 – 1650, de ahí en adelante surgirán nuevos protagonistas para continuar la lucha, a través de los maloqueros, quienes son respectivamente indígenas, pehuenches, mapuches, huilliches; en tanto que los conchavadores, figuran como españoles mestizos, pobres. Todo lo cual representan nuevas formas para la guerra.
En este sentido Leonardo León postula: “Para los maloqueros, la lucha contra los españoles era una actividad casual e irregular que no estaba regida por los preceptos ancestrales del admapu y cuyo ethos era el oportunismo del ladron. Después de concluida la invasión, los conas retornaban a la paz de sus rehues para reasumir la vida de conchavadores, plateros guerreros en los ejércitos araucanos: el lonko maloquero retornaba con suficientes riquezas y prestigio que le permitían asumir status de ulmen o de Cacique Gobernador”[3]. Es preciso también comentar lo planteado por José Bengoa, para Bengoa la guerra de Arauco sería una invasión y expresión de intolerancia de parte de los peninsulares hacia los pueblos originarios, de manera que los conflictos coloniales aún no se han resuelto hoy.
Sergio Villalobos en sus estudios fronterizos propone que hacia 1650 se habría puesto fin a la guerra total, además de configurarse un espacio fronterizo. Sin embargo, los trescientos años de guerra planteados por los otros historiadores, - según Villalobos-, sería un gran mito.
Bajo estas circunstancias y condiciones los soldados de España debieron establecer con ellos una especie de guerra defensiva o misional, llevada a cabo por el padre Luis de Valdivia entre 1612 – 1626, solamente un dato a destacar. Luis de Valdivia se adentró al territorio mapuche, sin embargo esta expedición fue un completo fracaso… los mapuches despedazaron a los hombres que acompañaban a Valdivia. En consecuencia estos hitos llevaron a muchos hispanos a considerar nuestro país como un territorio inhóspito de pocas riquezas y de gente belicosa. Parafraseando al poeta y capitán madrileño Alonso de Ercilla y Zúñiga en su célebre obra “La Araucana” menciona a modo de ejemplo lo siguiente:
“Chile, Fértil Provincia y señalada
en la región Antártica famosa
de remotas naciones respetada
por fuerte, principal y poderosa
la gente que produce es tan granada
tan soberbia, gallarda y belicosa
que no ha sido por rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida”.
Cuando Alonso de Ercilla y Zúñiga escribe La Araucana por orden del gobernador García Hurtado de Mendoza, invitado por esta alta autoridad indiana, el poeta debe cumplir el objetivo propuesto de registrar las obras del gobernador, ensalzar, el trabajo desarrollado por Hurtado de Mendoza, no obstante, va a suceder lo contrario; el poeta madrileño lo que hará será exaltar el valor mapuche.
El párrafo anterior es solo una muestra de la calidad oratoria de su escritor. El gobernador se entera de lo escrito por Alonso de Ercilla, se ofusca con el poeta hasta el desencanto y, será allí cuando García Hurtado de Mendoza decide pagar por un texto elaborado por el inca Garcilazo de la Vega. Este poeta incaico, escribe “Arauco domado”. La presente obra llega a manos del padre del gobernador, quien en aquel entonces es nada menos que el Virrey del Perú. La noticia es bien recibida por la máxima autoridad indiana, halagando a su hijo quien “ha derrotado y apaciguado a los indómitos mapuches”. No empero García Hurtado de Mendoza, regresa al Perú hacia 1561 confiado de que ha terminado la conquista.
¿Pero que sucedió después de la partida de Hurtado de Mendoza? El nuevo gobernador que se avecinaba no era otro que Martín García Oñez de Loyola, quien arribó desde el Perú. Este español tiene una meta “conquistar a los mapuches”, llega al estrecho de Magallanes, con deseos de ambición, en busca de mano de obra y por supuesto para asegurar estabilidad de la capitanía del Reyno de Chile. Su política será mediante la vía de la diplomacia, pacíficamente, a través de un entendimiento con los líderes mapuches, por medio de reuniones con la dirigencia mapuche.
Hacia el mes de diciembre del año 1598 el gobernador y su séquito se reúnen a orillas del valle del río Curalaba, que actualmente correspondería a la comuna de Lumaco, en ese momento se producen discordias en ambas partes y, es precisamente aquí donde habrá una rebelión sorpresa en contra de los ibéricos llevada a cabo por Pelantaru, el cual se hace llamar a sí mismo “destructor de traros”, quien está al mando de un ejercito de promaucaes o pumas de la montaña, feroces en gran magnitud. De ahí debemos recordar los efectos catastróficos propinados a los peninsulares. Ahora bien ¿Por qué se conoce este hito histórico como desastre de Curalaba? ¿Por qué desastre? ¿si los mapuches, promaucaes, hilliches, pehuenches, entre otros, asumieron una actitud de defensa de sus tierras, de enfrentamiento en contra del invasor, y que por lo tanto era lo que cualquier pueblo hubiese hecho. Porque hablar de desastre si realmente el eslogan debiese ser victoria de Curalaba?... Un mito monstruoso que debemos develar.
Tras esta operación bélica promovida por los pumas de la montaña, se ha de precipitar la muerte del gobernador y su séquito, además de la destrucción de las ciudades del sur, entre ellas, La Imperial, Villarrica, Concepción, Tucapel, Valdivia, Cañete y Purén. El fuego accionado por Pelantaru alcanzó también a los lavaderos de oro y plata de Quila – Coya. ¿Y después de la victoria
...