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Historia Del Trabajo

Venusiitaa20 de Septiembre de 2014

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HISTORIA DEL TRABAJO

La palabra trabajo, proviene del latín trabs-trais, que significa traba y se traduce como la traba para el hombre. Este se define como la actividad física o mental que se desarrolla con el fin de crear o transformar una cosa. A esta actividad se le ha dado un contenido económico a la existencia del ser humano, así como también ha hecho evolucionar al hombre en todo sentido -en lo individual, colectivo, en sus pueblos y por ende en la misma sociedad-.

El trabajo humano se distingue del de las bestias y del de la energía inanimada de las maquinas porque guarda el contenido valioso de la dignidad humana. El trabajo es un medio del que el hombre aprovecha para satisfacer sus necesidades. Es esto precisamente lo que le da el sentido económico, lo que equilibra este, de quien realiza el trabajo y de quien paga por los beneficios del mismo.

Pero sin bien es cierto que no siempre el trabajo tuvo esta concepción, por el contrario, ya que en culturas iniciales, el trabajo fue considerado como algo vil e indigno, a pesar de que ya cubría la misma función económica de desarrollo.

LA ESCLAVITUD

Una de las primeras formas de trabajo fue la esclavitud, régimen en el que por la fuerza se sometía a los hombres y mujeres al dominio de otros.

No se conoce con certeza el origen de este régimen pero se cree que un día, después de una batalla, se tomaron tantos prisioneros que los vencedores en lugar de exterminarlos prefirieron conservarlos vivos para sacrificarlos después y, quizá, eligieron ocuparlos en diversos trabajos. Tal vez se dieron cuenta de las ventajas de esto y comprendieron que era mejor “hacer trabajar” a los vencidos que matarlos. En esta forma nació la esclavitud.

Este fenómeno social se extendió con rapidez por todas las sociedades antiguas los esclavos llegaron a ocuparse casi totalmente de la actividad en las minas; además trabajaban en los talleres en la reparación de caminos y en la fabricación de monedas, los quehaceres domésticos también quedaron reservados para ellos. Los esclavos comúnmente eran prisioneros de guerra o hijos nacidos de madres esclavas, así como deudores insolventes y reos de cadena perpetua.

La esclavitud en Roma: En cuanto al trabajo se refiere, poco evolucionó, porque este se desarrolló bajo las mismas formas esclavistas que en épocas anteriores, si bien con lagunas variaciones de apertura a la libertad, que posibilitaron avances en la designación de trabajo.

En esta época el esclavo resultaba un valor patrimonial de manera que había que cuidarlo. Aunque este sistema subsistió durante siglos fue atenuándose cada vez más porque la economía basada en el trabajo de esclavos empezó a decrecer hasta desaparecer. Ante la falta de éxitos militares y constantes munumisiones, los esclavos empezaron a escasear, y entonces los grandes terratenientes cambiaron la situación, empezaron a prohibirles salir de los campos en donde los hacían trabajar; además ya no era posible venderlos ni garantizarles su derecho a continuar cultivando la tierra, a cambio de una participación en la cosecha. Al multiplicarse esta práctica se terminó en gran medida con la esclavitud, aunque también con ella se preparaba la siguiente etapa de la historia: el feudalismo.

REGIMEN FEUDAL

La sociedad feudal fue severamente clasista y estática. Tres grupos integraron esta nueva organización social: los clérigos, que poseían la cultura y el poder, los bellatores o guerreros, que ran los dueños de la riqueza, y los siervos, villanos o aldeanos, que eran los hombres productivos que sostenían el régimen. Todos ellos rodeaban al señor feudal y estaban obligados a un trabajo servil: eran siervos pertenecían al señor en entera propiedad, eran inseparables de un feudo o de su persona, ya que los podía dar vender o cambiar por otros conforme a su voluntad. La sociedad feudal era un sistema de economía agrícola, cerrada y consuntiva en el que poca o ninguna importancia tuvieron los trabajadores como clase social.

Esta larga etapa de la historia conocida como Edad Media prolongo la esclavitud con un sistema de trabajo servil distribuido en tres nuevas instituciones: la servidumbre el colonato y el vasallaje.

Servidumbre

Esta institución apareció en Europa en la época de los emperadores cristianos de Roma, como prolongación de una corriente tenue de liberación para los esclavos. Anclaba al hombre a la tierra que tenía que cultivar durante toda su vida sin poder mudarse del lugar. Había que trabajar las tierras del señor feudal y como pago solo se recibía parte de las cosechas. Los siervos no eran esclavos en el sentido romano, que los consideraba casi objetos, sino hombres subordinados a su amo con obligación de servirle ya fuera en el campo (siervo de la gleba), en quehaceres domésticos (siervo ministerial) y hasta en su oficio (siervo aprendiz).

El colonato

El señor feudal se valió de esta segunda institución para lograr dos objetivos: someter a un hombre libre y hacer producir tierras conquistadas. El colono que por lo común era libre, aceptaba el compromiso de trabajar (colonizar) tierras de su señor, en las que produciría y gozaría el producto con una sola obligación de darle una cuota o parte al señor feudal. Si bien en realidad el colono no podía mudarse de esas tierras, se consideraba libre porque podía poder tener allí a su familia.

El vasallaje.

Se trataba de una práctica menos rigurosa de sometimiento de una persona hacia otra. Por medio de ella se buscaba alguna oportunidad laboral. Esta institución se estableció con una forma sacramental y sencilla, que consistía en que el candidato a vasallo besara públicamente la mano de su señor; a fin de que a parir de ese momento existiera el sometimiento de un hombre a otro.

LAS CONDICIONES LABORALES EN LA EDAD MEDIA

Si bien durante la Edad Media había imperado una forma laboral parecida a la esclavitud, también es cierto que en esta época el hom¬bre conoció por primera vez el trabajo libre, y esto se debió a que se trataba de una economía cerrada. Por ejemplo, en una villa medieval había que proporcionar todos los satisfactores que la comunidad requiriera, y para ello se necesitaban talleres artesanales capaces de producir. Esto se hacía mediante un proceso de enseñanza-aprendizaje. Además, las grandes propiedades feudales, que común¬mente imponían a los agricultores servicios personales y militares, empezaron a desaparecer. Estas fueron reemplazadas por las aparcerías o por los arrendamien¬tos con contrato temporal y a renta fija.

Quienes eran siervos de los antiguos talleres se convirtieron más tarde en obreros libres o artesanos. Contratar a un aprendiz fue entonces diferente.

El aspirante a aprendiz debía tener de 12 a 15 años de edad; el número de aprendices era limitado por el temor de que, si el maestro tenía demasiados, podría descuidar la educación de alguno de ellos. Además, el tiempo del aprendizaje era medido y varia¬ba según los oficios. Por ejemplo, su duración oscilaba entre dos años para los cocine¬ros y 12 para los fabricantes de rosarios.3

Los padres del aprendiz debían pagar al maestro una suma determinada, cuyo mínimo fijaban los reglamentos. El maestro tenía sobre el aprendiz derecho de guar¬da, de vigilancia y de corrección. A cambio, debía enseñarle el oficio y tratar al mozo con buenas maneras, aunque eso no ocurría con todos los maestros: muchos trataban a los aprendices con dureza y les hacían la vida difícil y dura. Si un apren¬diz huía, el maestro debía esperar un año antes de reemplazarlo; si el aprendiz permanecía ausente más de un año resultaba expulsado del oficio.

Sombart describe con precisión las condiciones de trabajo que imperaban en esa época: se trabajaba por jornal o por unidad de obra, con la obligación de entre¬gar un producto de buena calidad. El salario lo fijaba la agrupación de patrones que, integrados en corporaciones, nombraban un consejo de maestros con la Jarea de establecer estatutos, fijar precios, vigilar la compra de material y controlar la producción de los talleres agremiados.

Los que deseaban hacer de su hijo un aprendiz tenían que comprometerse ante un patrono a proveerlo de cuanto fuere necesario para su alimentación y ma¬nutención. Una vez terminado el aprendizaje, el obrero era admitido en la corpora¬ción, pero sólo después de haber pagado cierta suma, que era como un festejo de su admisión.

Condición de oficial: Cuando el joven artesano concluía su periodo de aprendi¬zaje, trabajaba todavía unos años más en calidad de obrero, a fin de perfeccionar su educación profesional. Para convertirse en obrero u oficial era necesario jurar, por los santos y en presencia de dos maestros, que ejercería el oficio "bien y lealmente", que observaría los estatutos y denunciaría ante los jurados las infracciones que llegaren a su conocimiento. Luego, era común que se dirigiera a un lugar de reclu¬tamiento de los de su corporación: alguna plaza, detrás de una iglesia o cerca de una taberna conocida. Allí encontraría a su futuro maestro.

El maestrazgo: Después de haber sido aprendiz y luego oficial, el obrero podía convertirse en maestro. Durante los siglos XIII y XIV este deseo encontraba grandes obstáculos. El candidato era sometido a un interrogatorio con objeto de comprobar sus conocimientos ante un jurado y posteriormente tenía que hacer ciertos aportes a la cofradía. En algunas corporaciones, además, debía comprar el oficio, que per¬tenecía en feudo. Adquiridos los derechos, el candidato prestaba juramento de ob¬servar los usos y las costumbres del oficio, de hacer obra buena y ser

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