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Historia Y Leyenda De Francisco Gabilondo Soler Cri Crí, Tal Y Como Me La Contaron Mis Ancestros


Enviado por   •  12 de Diciembre de 2014  •  3.864 Palabras (16 Páginas)  •  712 Visitas

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HISTORIA Y LEYENDA DE FRANCISCO GABILONDO SOLER Y DE CRI-CRÍ

(Tal y como me la contaron mis ancestros)

“… ¿Quién es el que anda aquí?...”

CONTEXTO HISTÓRICO

Segunda mitad del siglo XIX, México se debate en guerras civiles e intervenciones de potencias extranjeras. Francia, Inglaterra y España mandan tropas para exigir el pago de las deudas del País, las tropas inglesas se retiran, las españolas al mando del General Prim, toman la causa mexicana, pero las francesas permanecen para imponer un emperador. La ciudad de Orizaba en Veracruz, es tomada por las tropas francesas haciéndola uno de sus puntos fuertes. Tratando de recuperarla, las tropas de Jesús Gonzáles Ortega son masacradas en el Cerro del Borrego a las puertas de esa ciudad. El ejército juarista logra restablecer la República y posteriormente se da un periodo largo de paz y crecimiento económico en la administración del presidente Porfirio Díaz. Orizaba experimenta un crecimiento industrial inusitado, surgen sindicatos, logias masónicas y clubes. Allá a lo lejos, en lo alto del Pico de Orizaba se ve un fulgor: “… encendieron en la sierra una fogata que ilumina con su rojo resplandor a la nieve que es tan blanca como plata y a los bosques matizados de verdor, son los tres colores de mi patria mexicana…”.

RAICES

El Coronel José Antonio Soler, natural de Cataluña, siendo niño huyó de su casa y de los maltratos de su padrastro, enlistándose como tamborcillo en el ejército español. Ya como adulto participó en las guerras coloniales del norte de África en donde estuvo a punto de perder la vida al recibir un sablazo en la cabeza, propinado por un Tuareg, dejándole un buen chichón y tremenda cicatriz que conservó toda la vida. Posteriormente fue asignado a las guarniciones militares de Cubita la bella. Llegó al hermoso país azteca junto con las tropas del ejército español, al mando del General Prim, decidiendo unirse a la causa mexicana en contra de la injusta invasión francesa e incorporándose al ejército mexicano. “¡Ay qué bonita espada de mi abuelito el coronel!, deja que me la ponga y entonces dime si así era él…”.

Finalizada la guerra, se arraigó en Orizaba, Veracruz, pintoresca ciudad situada a las faldas del volcán Pico de Orizaba, apetitoso helado que mitiga el calor tropical. Ahí casó con Emilia Fernández Cházaro, señorita originaria de Tlacotalpan, Veracruz, la plácida villa a orillas del río Papaloapan de la cual también es oriundo “el flaco de oro”, Agustín Lara. Criaron como hijos a Enrique, Emilia y Carmela. “Dime abuelita, di porqué eres viejita y sobre las camas ya no te gusta brincar…”.

Al otro lado del mundo, en el País Vasco, al norte de España, Francisco Gabilondo Azkargorta, apodado Patxicorta, fue reconocido como héroe en las guerras civiles españolas del siglo XIX, denominadas guerras carlistas, dentro del Batallón de Miqueletes. Al firmarse la paz con el “Abrazo de Vergara”, en la villa que lleva ese nombre y de la cual era oriundo, se estableció en la misma, casándose y criando a sus hijos Tiburcio y Luís. Al volverse adultos, estos hermanos se separaron ya que Tiburcio Gabilondo Goya, abandonó su tierra, buscando desarrollarse profesionalmente. Consiguió empleo en la industrial ciudad de Orizaba, Veracruz, donde casó con Emilia Soler Fernández. Después de un tiempo los problemas sociales de México desembocaron en una Revolución. “Leí que éramos iguales asegún la Constitución, la sociedá sin clases la creí, pero ya vio que nó…”. El matrimonio procreó cuatro hijos, Francisco, Eva, Jorge y Augusto, éstos últimos dos fallecieron siendo niños; sin embargo, dicho matrimonio no tuvo éxito, separándose algunos años después.

INFANCIA

Habiendo nacido en Orizaba en 1907, “Pancho”, futuro Cri-crí, empezó a aventurarse, primero por todos los rincones de la casa y después por los alrededores, siempre buscando cosas interesantes. Su primer amigo fue su abuelito el Coronel Soler, que lo llevaba de la mano al parque a jugar y comprar golosinas, haciéndose amigo de los otros niños y compartiendo su dulce de cocada. Su abuelita Emilia, juntaba muchos niños en su casa, su pandilla, y les contaba cuentos y les cantaba canciones acompañándose en un piano. Para Cri cri, ella fue su musa. “Toma el llavero abuelita y enséñame tu ropero con cosas maravillosas y tan hermosas que guardas tú…”.

Con el divorcio de sus padres Pancho fue a vivir a México con su mamá, pero por la diversidad de caracteres y la añoranza de ver a su papá, se fugó de la casa y tomó un tren rumbo a Orizaba. A medio camino estuvieron a punto de bajarlo por no llevar boleto, pero un señor se compadeció de aquel niño y pagó su pasaje. “Pu pu pu, pu pu pu, va la maquinita echando humo de algodón, pu pu pu, pu pu pu, todos los muñecos se marcharon de excursión. Y desde las ventanillas por los campos pueden ver a los toros y vaquillas ocupados en comer”.

Era entrada la noche, Don Tiburcio se había quedado leyendo hasta tarde cuando oyó que alguien golpeaba la puerta, molesto por la impertinencia se acercó y gritó: ¡¿quién llama?! De respuesta solamente oyó una voz infantil que le decía: papá soy yo. Emocionado corrió al zaguán, lo abrió, tomó a su hijo en brazos y lo llenó de besos. Ya nunca se separaron. “En un país hubo un rey y un habitante que le era muy fiel, un habitante tan solo no más y que tenía seis meses de edad”.

Pancho pasaba su tiempo leyendo los cuentos de Andersen y las novelas de Emilio Salgari, deseando ser pirata y experimentando el llamado de la mar. Cuando tenía oportunidad se iba de pinta al Cerro del Borrego acompañado de su amigo Nacho Romero. Al finalizar el sexto año de primaria le externó a su papá que ya no deseaba continuar yendo a la escuela, su padre dijo que solamente accedería con la condición de que nunca dejara de estudiar, promesa que cumplió hasta sus últimos minutos de vida. “La paz que dan los libros es más grata sensación que salir a buscar aventuras sin razón”.

Uno de los fenómenos que percibe cualquier persona que haya visitado Orizaba, es que siendo una población al pie del volcán “Pico de Orizaba”, las nieves del mismo aumentan y disminuyen a lo largo del año, acabando por infiltrarse en el subsuelo produciendo múltiples manantiales, los cuales cambian de sitio de acuerdo a los temblores que se presenten. Pero a lo largo del día, la fuerza de los manantiales aumenta o disminuye, lo que se reflejaba

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