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Huehuetlatoalli: Discurso de la enseñanza moral


Enviado por   •  3 de Octubre de 2013  •  429 Palabras (2 Páginas)  •  438 Visitas

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Huehuetlatoalli: Discurso de la enseñanza moral

Hijo mío, creado y nacido en el mundo por Dios, en cuyo nacimiento nosotros tus padres y parientes pusimos los ojos. Has nacido y vivido y salido como el pollito del cascarón, y creciendo como él, te ensayas al vuelo y ejercicio temporal. No sabemos el tiempo que Dios querrá que gocemos de tan preciosa joya. Vine, hijo, con tiento, y encomiéndate al Dios que te crió, que te ayude, pues es tu padre que te ama más que yo. Suspira a él de día y de noche, y en él pon tu pensamiento. Sírvele con amor, para que te haga favor y te libre de peligros. A la imagen de Dios y a sus cosas ten mucha reverencia, y ora delante de él devotamente y participa en sus fiestas.

Reverencia y saluda a los mayores, no olvidando a los menores. No seas como mudo, ni dejes de consolar a los pobres y afligidos con dulces y buenas palabras. A todas honras, y más a tus padres, a los cuales debes obediencia, servicio y reverencia, y el hijo que esto no hace no será bien logrado. Ama y honra a todos, vivirás en paz y con alegría. No sigas a los locos desatinados que ni acatan a padre ni reverencian a madre, mas como animales dejan el camino derecho, y como tales, sin razón, ni oyen doctrina, ni se dan nada por corrección…

No salgas ni entres delante de los mayores; antes sentados o en pie, dondequiera que estén, siempre les das la ventaja, y les harás reverencia. No hables primero que ellos, ni atravieses por delante, porque no seas de otros notado por malcriado. No comas ni de lo primero, antes sirve a los otros, porque así alcanzarás la gracia de los dioses y de los mayores. Si te fuere dado algo, aunque sea de poco valor, no lo menosprecies, ni te enojes, ni dejes la amistad que tienes, porque los dioses y los hombres te querrán bien.

No tomes ni llegues a mujer ajena, ni por otra vía seas vicioso, por qué pecarás contra los dioses, y a ti harás mucho daño. Aún eres muy tierno para casarte, como un pollito, y brotas como la espiga que va echando de sí. Sufre y espera, porque ya crece la mujer que te conviene: polo en la voluntad de Dios, porque no sabes cuándo te morirás. Si tú casar te quieres, danos primero parte de ello, y no te atreva hacerlos sin nosotros. Mira, hijo, no seas ladrón, ni jugador, porque caerás en gran deshonra.”

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