INVASIÓN A PANAMÁ

20 de Diciembre de 1989: Luto Nacional

El 20 de diciembre de 1989 el pueblo panameño no estaba preparado para el acto de más extrema e injustificada violencia perpetrada por el ejército norteamericana contra Panamá, fue una acción bélica rápida, intensamente sangrienta y despiadada. Esta masacre fue condenada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y la comunidad internacional casi en su totalidad.

Según el control sismológico de la Universidad de Panamá que registró antes de averiarse debido a la extrema violencia, se registraron trece horas continuas de una especie de temblor de tierra con un grado de intensidad de 5 en la escala de Richter, debido al bombardeo con bombas de 1,000 y 2,000 libras. En esas trece horas cayeron 422 bombas, lo equivalente a una por cada dos minutos.

Según el documental norteamericano ganador del Oscar “The Panama Deception” la invasión fue un ensayo para la guerra en el Golfo Pérsico dada un año más tarde, fue la demostración de la barbarie que los Estados Unidos tomaría en el futuro contra Irak.

Los Estados Unidos gasto millones de dólares durante 3 días de brutal violencia militar contra Panamá, dejando como saldo a miles de muertos y heridos y a un país en completo caos. El ejército norteamericano utilizó un armamento bélico de última generación, desconocido y hasta en fase de experimentación y según el ex-procurador general estadounidense Ramsey Clark es casi seguro que todo ese equipo se uso para probar su efectividad porque hubo una muestra de fuerza excesiva injustificable. Los Estados Unidos también envió a unos 27,684 soldados de infantería, unos 300 aviones e incluso según el prestigioso diario estadounidense “The Washington Post” en Panamá se dio el mayor lanzamiento de paracaidistas norteamericanos desde la Segunda Guerra Mundial.

Estados Unidos consideró a la invasión un gran éxito político militar, a pesar de que su supuesto objetivo no se dio durante la operación: la captura del antiguo empleado de la CIA desde los años 60 y quien bajo la dirección de George Bush, Padre, tuvo un aumento de sueldo de más de 100,000 dólares al año eximiéndolo del requisito de proveer reportes sobre el Narcotráfico en Panamá desarrollando una relación del ex-dictador panameño con los Estados Unidos aún más cercana que la anterior, el ex–general Manuel Antonio Noriega. Sin embargo la satisfacción del gobierno estadounidense estuvo en que realmente se logró su objetivo de destruir los cuarteles militares panameños más importantes, eliminar totalmente al ejército panameño que se haría cargo de la seguridad del canal a partir del año 2000 y lograr para ellos un eficaz ensayo bélico para la guerra del Golfo Pérsico.

Los bombardeos indiscriminados en los barrios más populosos de Panamá, nos sorprendieron la madrugada del 20 de diciembre de 1989 a los panameños quienes nos preparábamos para las fiestas de navidad. Muchos jóvenes, siendo niños vivieron la barbarie de la intervención armada estadounidense en sus barrios: presenciaron que para los invasores las vidas humanas de los panameños carecían de valor; vieron la destrucción total de la estructura militar y policiaca panameña; el daño incalculable a la economía panameña; la destrucción de aeropuertos, escuelas, edificios públicos y viviendas y los despidos masivos de empleados de empresas públicas y privadas en los meses siguientes. Eventos que trajeron como consecuencia el incremento en la aparición de pandillas o bandas juveniles que aumentaron la violencia en nuestro país.

La invasión produjo en nosotros los panameños un daño psicológico inmensurable, sobre todo para quienes vivieron directamente el escenario del combate armado. Esa invasión fue y es la causa objetiva de muchos comportamientos anormales y de extrema violencia que se vivieron en Panamá posteriormente a este ataque. Esta acción bélica despiadada y brutal, produjo un trauma en la mente de miles de panameños, ya que nos enfrentamos a la destrucción repentina de las instituciones sociales que daban solidez a nuestra existencia, desde la familia y el hogar hasta las instituciones públicas. Es un trauma que provocó sentimientos de temor y de pánico a perder la vida, una ansiedad por no saber la suerte corrida

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