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LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA Y TERRITORIAL DE LA ARGENTINA

Carolina CaceresResumen11 de Mayo de 2016

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LA ORGANIZACIÓN ECONÓMICA Y TERRITORIAL DE LA ARGENTINA

El espacio económico al sur de Lima y Potosí

Durante el período colonial, se formó un extenso espacio económico en los dominios sudamericanos de la Corona española. Lima y Potosí fueron los grandes centros que organizaron este espacio, articulado por circuitos de intercambio que llegaban hasta las ciudades de Quito, hacia el norte, y Buenos Aires o Santiago de Chile, al sur.

Las transformaciones de ese espacio se debieron a los ciclos de decadencia de la producción de plata potosina, en el Alto Perú, y a la creciente autonomía que cobraron algunas áreas, como Buenos Aires. La primera gran crisis ocurrió hacia fines del siglo XVII. Este contexto fue favorable para que Buenos Aires, ubicada en la frontera con los territorios portugueses y a gran distancia de Lima y Potosí, ganara autonomía. A fines del siglo XVIII, Potosí tuvo un nuevo momento de auge, seguido de una nueva crisis. Para entonces, Buenos Aires ya era el centro virreinal.

A lo largo de los siglos del régimen colonial, cada región se especializó en algunas producciones destinadas a las áreas centrales. En la ciudad de San Miguel del Tucumán, se producían muebles y carretas. Las ciudades de Salta y San Salvador de Jujuy, y sus alrededores, producían vinos, suelas y sogas, que se enviaban hacia las ciudades del Alto Perú. Además, eran importantes nudos de transporte, ya que allí se detenían las carretas que circulaban por las pampas, y el recorrido continuaba por terrenos montañosos, utilizando muías como medio de transporte.

Más al sur, la campaña de la ciudad de Córdoba se especializó en la cría de burros y muías. Estos animales eran de vital importancia en las actividades mercantiles, como medio de transporte y para el acarreo de materiales en los socavones (minas). La región conocida como Cuyo, al igual que Chile, se había especializado en la producción de vinos y aguardientes, que se enviaban hacia Potosí.

Las campañas de Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes, en la región que se conocía como el Litoral, se habían especializado en las actividades agropecuarias. La principal de ellas giraba en torno al ganado vacuno, seguida por las actividades cerealeras. En las pampas ubicadas entre Buenos Aires y Córdoba, la ganadería se basó en animales introducidos, especialmente vacunos y caballares. En Sudamérica, se introdujeron otros animales, como cabras y ovejas. En el período colonial, estas últimas especies tuvieron mayor desarrollo en las regiones altas, en las áreas de Santiago del Estero, Salta y Jujuy. Allí, la lana de oveja dio lugar al surgimiento de una actividad textil artesanal, que también se orientaba al Cerro Rico de Potosí.

Cambios y continuidades luego de la Independencia

La forma en que se organizó el espacio económico durante el período colonial, permite conocer algunos procesos de especialización productiva que permanecieron luego de la Independencia.

El Litoral y Córdoba

Una de las continuidades se observa en la zona del Litoral y Córdoba, donde las actividades ganaderas y agrícolas siguieron teniendo una importancia vital. Aún así, se produjeron importantes procesos de transformación. Uno de ellos fue la creciente especialización de la provincia de Buenos Aires en la producción ganadera.

Desde fines del siglo XVIII, y a lo largo del siglo XIX, en la llanura pampeana, se fue consolidando un sector productivo centrado, inicialmente, en la cría de vacunos y ovinos para la obtención de sebo, lana, cuero y carne. Estos productos se destinaban a la exportación. De esta manera, el país tuvo una progresiva inserción en la economía mundial como proveedor de materia prima, fundamentalmente para los mercados europeos. Relacionado con lo anterior, se fueron consolidando las estancias, típicas del período colonial, donde el poder de los estancieros se basaba en el control de grandes extensiones de tierra (latifundios) en las cuales se criaba ganado vacuno. En algunos períodos, la carne era secada y salada, para destinarla al consumo de esclavos en Brasil. Luego, comenzó a congelarse y enviarse a los mercados europeos.

El Interior

En el resto del país, que por entonces se conocía como el Interior (por oposición al Litoral), también existieron algunos cambios y continuidades. Mendoza y el resto de las provincias cuyanas continuaron especializándose en la producción de vinos, que ya no se destinaban al Alto Perú, sino al mercado de la Ciudad de Buenos Aires y otras ciudades argentinas.

Por su parte, Tucumán se fue especializando en la producción de azúcar. Los ingenios azucareros se transformaron en la actividad central de esta provincia y sus propietarios, en actores sociales con mucho poder político y económico. Salta y Jujuy mantuvieron sus intercambios comerciales con la República de Solivia. En estas provincias, también creció, aunque con posterioridad, un polo de desarrollo basado en la caña de azúcar. Esta actividad convivió con la cría de ganado que, a diferencia de Buenos Aires, no se exportaba a Europa, sino hacia el norte de Chile.

División Internacional del Trabajo.

Unos cosechan el trigo, otros elaboran la harina, otros hacen el pan y otros lo comercializan. Este ejemplo sencillo da cuenta de una división de tareas. Cada tarea se realiza en un lugar diferente. Eso supone una división espacial del trabajo. Desde la expansión de los imperios ibéricos, a fines del siglo XVI, comenzó a conformarse una división mundial del trabajo, que ha ido cambiando en lo que respecta a su organización espacial, el tipo de tareas y las principales potencias que dirigen el sistema. Durante el siglo XIX, cuando se formaron los Estados nacionales, surgió la noción de "división internacional del trabajo", que aludía a la especialización de cada Estado en una etapa específica del proceso de trabajo. Hacia fines del siglo XIX, la Argentina se especializó en la producción de materias primas de origen agropecuario. Actualmente, sigue siendo proveedora de materias primas para el mercado internacional, pero también se especializa en la transformación de algunos productos, como el aceite, que se comercializan en diferentes países.

El rol agro-exportador

Durante la segunda mitad del siglo XIX, se consolidó el rol agro-exportador de la Argentina en el mercado internacional. Al igual que las demás economías latinoamericanas, la Argentina se posicionó en el mundo como productora de materias primas agropecuarias escasamente transformadas. Dentro del país, la región más dinámica, a diferencia del período colonial, no se ubicó en la región de lo que había sido el Alto Perú, sino en el área del puerto de Buenos Aires.

Las provincias del norte siguieron vinculadas con Bolivia y el norte de Chile. Por ejemplo, Salta mantuvo, desde la década de 1880, una doble orientación comercial con Buenos Aires y el norte de Chile.

Las razones de esta consolidación son múltiples y tienen que ver con el surgimiento de condiciones adecuadas para la producción de productos agropecuarios, relacionadas con la tierra, el capital y la mano de obra.

Como vimos en el capítulo anterior, en la década de 1880, el Estado organizó una serie de campañas militares hacia el sur y el norte del país, que tuvieron, entre sus consecuencias, la incorporación de miles de hectáreas productivas al modelo agro-exportador.

La ganadería

A partir de 1880, las nuevas tierras del sur fueron destinadas a la cría de ovinos, que antes pastaban en la provincia de Buenos Aires. Así, esas tierras comenzaron a ser apropiadas por criadores de ganado refinado. Ya no se trataba del ganado cimarrón o las vacas introducidas durante la Colonia, sino que eran nuevas especies, procedentes de países con una larga trayectoria ganadera, como Inglaterra, Francia u Holanda. Asimismo, se estableció una división del trabajo entre criadores e invernadores. Los primeros se ocupaban de la reproducción de los animales, mientras que, los segundos, se encargaban de su engorde. Los invernadores compraban el ganado, lo engordaban y, luego, lo vendían a los frigoríficos. Este sector social de invernadores, que muchas veces también eran criadores, adquirió una gran relevancia en la sociedad argentina. Una expresión del poderío del sector se expresó en la creación de la Sociedad Rural Argentina, institución del campo que perdura hasta la actualidad.

El desarrollo ganadero impulsó el cultivo de alfalfa y otras forrajeras para alimentar al ganado. En las ciudades, especialmente en Buenos Aires y Rosario, la ganadería estimuló, a su vez, el surgimiento de un eslabón fundamental en el circuito de exportación de carne: el frigorífico. Hasta las primeras décadas del siglo XX, se enviaban a Europa los animales vivos, es decir, en pie.

En Salta y el Territorio Nacional de Neuquén, tal como se lo conocía en ese entonces, así como en otras zonas cordilleranas, también se desarrolló un mercado de exportación de vacunos. En este caso, se exportaban animales en pie, trasladados por los llamados troperos o arrieros. Una diferencia importante con respecto a las zonas productoras del Litoral, era que, en la región cordillerana, el principal mercado no era el europeo, sino el chileno. Hasta las primeras décadas del siglo XX, tanto Neuquén como Río Negro mantuvieron un intenso comercio transcordillerano.

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