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LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL


Enviado por   •  8 de Mayo de 2014  •  1.752 Palabras (8 Páginas)  •  201 Visitas

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LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL

Es un cambio económico fundamental en la fabricación de productos elaborados, ya que empieza a utilizarse la máquina. Surgió a finales del S. XVIII en Gran Bretaña y acabó por extenderse por toda Europa primero, y por todo el mundo después, a lo largo del S. XIX. Sus principales características fueron la aparición de la máquina, las innovaciones tecnológicas, la utilización de nuevas fuentes de energía, la organización del obrero en fábricas, la necesidad cada vez más grande de capital y la división del trabajo.

La Primera Revolución Industrial se inició en torno a 1780 en pequeños núcleos dentro de países europeos, pero el modelo por excelencia es Gran Bretaña. De lo primero que debemos hablar es de la revolución agrícola. En Gran Bretaña en esta época cambió el sistema de cultivo (Norlfolk), de rotación cuatrienal en la que desaparece el barbecho al utilizar las plantas leguminosas. Tras la ley de Cercamientos, se cercan los campos y aumentan las grandes propiedades desapareciendo las propiedades comunales. Esto lleva a un aumento de la producción, lo que implica una mejora en la alimentación. A partir de aquí, se pasa del ciclo demográfico antiguo al moderno, gracias también a las mejoras en la higiene, las vacunas, la desaparición de la peste negra, etc… Las consecuencias fueron el aumento de la demanda y de la mano de obra, lo que nos lleva a la revolución de la industria. En la industria textil, el algodón sustituyó a la lana. Además, se van introduciendo mejoras en el hilado y en el tejido, hasta que por fin aparece el telar mecánico (Cartwright). Las consecuencias fueron una disminución de los costes y un aumento de la producción. La industria textil, al igual que la ferroviaria, necesitaban grandes cantidades de hierro y carbón, lo que hace que se desarrollen de forma espectacular las industrias minera y siderúrgica. En los altos hornos empieza a utilizarse el coque para obtener hierro fundido, que posteriormente se somete a un proceso de pudelaje y laminado. La aparición del ferrocarril provocaría la revolución de los transportes y, posteriormente, del comercio, fomentada por los nuevos descubrimientos geográficos.

Todo lo anterior produciría un cambio en el sistema económico, ya que la necesidad de capital era cada vez mayor, lo que provocó la aparición del capitalismo industrial. La ideología del capitalismo es el liberalismo de Adam Smith, que se basa en la no intervención del Estado y en la siguiente afirmación: “La búsqueda del beneficio individual nos llevará a conseguir el beneficio de la sociedad”. La palabra clave es individualismo.

Durante el capitalismo industrial había gran cantidad de pequeñas empresas (empresas familiares), que podían autofinanciarse, aunque cada vez iban a tener más necesidad de capital. Los medios de producción eran de propiedad privada y se concentraban en manos de la burguesía. El proletariado no tenía ninguna propiedad, sólo la fuerza de su trabajo, que vendía a cambio de un salario. Además, era necesario que los trabajadores generasen un excedente, es decir, que produjesen más de lo que ganaban, ya que esto es el elemento esencial en el beneficio capitalista. Este beneficio es el principal objetivo del capitalismo. Además, se defienden la libre competencia y la no intervención del Estado, ya que todo está regulado por la ley natural de la oferta y la demanda. Para hacer frente a esa competencia, les empresas intentan reducir costes y precios, teniendo siempre en cuenta la renovación tecnológica para no quedarse desfasadas. Pero esto no es perfecto: cada cierto tiempo se suceden crisis provocadas por la sobreproducción, ya que no hay suficiente capacidad de compra. Sólo los empresarios más fuertes conseguirán superar la crisis y volver a generar demanda. Para todo lo anterior se necesita capital. Las inversiones realizadas eran relativamente pequeñas y los beneficios muy altos, por lo que las empresas podían autofinanciarse gracias a los capitales desviados del comercio y de los ahorros de pequeños propietarios agrícolas. Pero cada vez se necesitaba más capital para que las empresas mejoraran técnicamente, por lo que éstas se transformaron en sociedades anónimas y emitieron acciones u obligaciones. El capital de la empresa es fraccionado en partes (acciones), que son vendidas al público. Cada accionista es propietario de la empresa en una parte proporcional al número de acciones que posee y recibe la parte, también proporcional, de los beneficios de la empresa (dividendos). Si las empresas no quieren aumentar el número de propietarios, tienen la posibilidad de emitir obligaciones, que dan a los compradores un interés anual fijo hasta la amortización del capital que han aportado. Tanto las acciones como las obligaciones se cotizan en la Bolsas.

Por otra parte, los bancos alcanzaron más protagonismo a partir de la industrialización, aunque cobrarían más importancia durante la Segunda Revolución Industrial (capitalismo monopolístico). Había dos tipos de bancos: los bancos de inversión, especializados en préstamos a largo plazo y partícipes del capital de la empresa, y los bancos de depósito, donde se guardaban los ahorros de los particulares. Las entidades financieras se convirtieron en los suministradores de capital para las industrias, aunque se refleja más claramente en la segunda fase de la Revolución. Además, idearon sistemas para agilizar las transacciones (letras de cambio, cheques, etc...) y facilitaron los cambios con la emisión del papel moneda.

La segunda fase de la Revolución Industrial comenzó hacia 1870 en zonas como Francia, Bélgica, Alemania, EEUU y Japón. En esta fase se produjo una transformación en las bases

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