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La Carta Magna


Enviado por   •  1 de Febrero de 2015  •  4.461 Palabras (18 Páginas)  •  230 Visitas

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15 de junio del año 17° del reinado del rey, año del Señor 1215.

Juan, por la gracia de Dios rey de Inglaterra, señor de Irlanda, duque de

Normandía y Aquitania, y conde de Anjou: a los arzobispos, obispos, abades, condes,

barones, jueces de bosques, sheriffs, gobernadores, oficiales, y a todos los alguaciles

y a los demás fieles súbditos suyos salud. Sabed que Nos, en la presencia de Dios, y

por la salud de nuestra alma, y de las almas de nuestros antecesores y herederos, y

para honra de Dios y exaltación de la Santa Iglesia, y reforma de nuestro reino, de

acuerdo con el parecer de nuestros venerados padres, Esteban, arzobispo de

Canterbury, primado de toda Inglaterra y cardenal de la Santa Iglesia romana;

Enrique, arzobispo de Dublin, Guillermo, obispo de Londres, Pedro de Winchester,

Jocelin, de Bath y Glastenbury, Hugo de Lincoln, Gualterio, de Worcester, Guillermo,

de Coventry, Benedicto de Rochester, obispos; y maestro Pandolfo, subdiácono y

antiguo siervo del papa, fray Aymerick, maestro del Templo en Inglaterra, y las nobles

personas Guillermo Marescall, conde de Pembroke, Guillermo, conde de Salisbury,

Guillermo, conde de Warren, Guillermo, conde de Arundel, Alano de Galeway,

condestable de escocia, Warin Fitz Gerald, Pedro Fitz Herbert, y Huberto de Bughe,

senescal de Poitou, Hugo de Nevill, Mateo Fitz Herbert, Tomás Basset, Alano Basset,

Felipe de Albine, Roberto de Roppele, Juan Marescall, Juan Fitz Hugh, y otros vasallos

nuestros, hemos, en primer lugar, asentido ante Dios, y por esta nuestra presente

carta, confirmada por nosotros y nuestros herederos para siempre.

I. Que la Iglesia de Inglaterra será libre, y gozará inviolablemente de todos sus

derechos y libertades. Y haremos que unos y otros sean por tanto observados; en

consecuencia la libertad de elecciones, que se ha creído muy necesaria para la Iglesia

de Inglaterra, y por nuestra libre voluntad y agrado la hemos concedido y confirmado

por nuestra carta, y obtenido la confirmación de ella por el papa Inocencio III, antes

de la discordia entre Nos y nuestros barones; la cual carta observaremos y haremos

que sea observada plenamente por nuestros herederos para siempre. Hemos

concedido también a todos los hombres libres de nuestro reino, por Nos y nuestros

herederos, para siempre, todas las infrascriptas libertades, para que las tengan y

posean, ellos y sus herederos de Nos y nuestros herederos.

II. Si alguno de nuestros condes, o barones, u otros que dependan

principalmente de nosotros por servicio militar, muriese, y al tiempo de su muerte

fuese de edad su heredero, y debiere compensación, tendrá la herencia por la

compensación antigua; es decir, el heredero o herederos de un conde, cien libras por

toda una baronía; el heredero o herederos de un caballero, cien chelines a lo más por

todo un feudo de caballero; y el que deba menos, pagará menos, según la antigua

costumbre de los feudos.

III. Pero si el heredero de los dichos fuese menor de edad, y estuviese bajo

tutela, tendrá su herencia sin compensación o multa, cuando llegue a ser mayor de

edad.

IV. El guardador de la tierra del heredero que sea menor de edad solamente

sacará de la tierra de dicho heredero preventos razonables, y la someterá a

costumbres y servicios razonables; y eso sin destruir o arruinar los hombres o las

cosas; y si Nos encomendamos la guarda de esa tierra al sheriff, o a otro cualquiera

que sea responsable a Nos por los productos de la tierra, y si él ejecutase actos de

destrucción o de ruina en las tierras de la tutela, lo compeleremos a dar satisfacción,

y la tierra será encomendada a dos legítimos y discretos moradores de aquel feudo,

quienes serán responsables por los productos a Nos, o a aquel a quien Nos los

asignaremos. Y si Nos diéramos o vendiéramos la guarda de dichas tierras a alguien,

y él ejecutase actos de destrucción o ruina en ellas, perderá la tutela, que será

© Medieval en Líneaencomendada a dos legítimos y discretos moradores en el feudo, los cuales serán de

igual manera responsables a Nos como se ha dicho.

V. Pero el tutor, mientras tenga la guarda de la tierra, deberá conservar y

mantener las casas, parques, conejeras, estanques, molinos y otras cosas

pertenecientes a la tierra, cubriendo los gastos con los productos de ella; y cuando el

heredero llegue a ser mayor de edad, deberán restituirle toda su tierra, provista de

arados y carruajes, con los aparejos que el tiempo requiera, y que los productos de la

tierra puedan soportar.

VI. Los herederos se casarán sin degradar el linaje, y antes que el matrimonio

sea contraído deberá darse conocimiento de él a sus más cercanos parientes

consanguíneos.

VII. La viuda

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