La Columna De Hierro
zuleikaflores20 de Noviembre de 2013
8.575 Palabras (35 Páginas)362 Visitas
LA COLUMNA DE HIERRO
CICERÓN Y EL ESPLENDOR DEL IMPERIO ROMANO
Marco Tulio Cicerón aquel Gran Romano, fue un personaje polifacético: poeta, orador, amante, patriota, político, esposo y padre; amigo, autor, abogado, hermano e hijo, moralista y filósofo.
Fue un romano escéptico, era también muy devoto, un místico y un filósofo, que finalmente fue nombrado miembro del Consejo de Augures de Roma y fue teniendo en gran estima por el sabio Colegio de Pontífices. Su actuación como cónsul de Roma. Sus casos judiciales son famosos.
PRIMERA PARTE
Infancia y juventud.
Marco Tulio Cicerón, no era un hombre irritable por naturaleza, sino amable y cariñoso, , el cual se encontraba muy enfermo a culpa de la Malaria, la cual le había causado graves problemas en los pulmones.
Su padre también se llamaba Marco Tulio Cicerón, el cual era un anciano muy sabio, algo testarudo, Marco Tulio estaba casado con Helvía una hembra robusta, la cual se encontraba embarazada y estaba a punto de aliviarse, y en esos momentos nada hacía más feliz que su esposo estuviera presente cuando diera a luz, si al verse en una situación en la cual no podía levantarse su padre le ayudo motivándolo para ver nacer a su primogénito. Cuando se dirigía al lugar en donde Helvía daría a luz, cruzo por unos ventanales en donde se podía ver como la nieva cubría los jardines, Marco Tulio no le hacía gracia la gente sana que amaba los inviernos. Ni Marco Tulio ni su padre concebían que Helvia necesitara consuelo o ayuda de alguien, porque era una mujer valerosa. Con poco esfuerzo y confusión nació el niño, el 3 de enero del año 648 día de la fundación de Roma, hijo de Marco Tulio Cicerón y de Helvia, su joven esposa, y como es natural le fue impuesto asimismo el nombre de Marco Tulio Cicerón.
Se mencionaba que sería un gran héroe de Roma.
Años después la imposición de dicho nombre y para no haber confusión, dejaron de llamar al padre Marco Tulio, pasando a ser simplemente Tulio, lo que ponía furioso al abuelo, el cual exigió que lo llamaran, que es el nombre que ahora se le debía.
La familia no vivía propiamente en Arpinum, pero gozaba con sus habitantes de la franquicia de Roma, por lo tanto, eran ciudadanos romanos. El niño a su corta edad comprendía a la perfección el lenguaje y el sentido con que su padre le hablaba. Tulio ofreció a su hijo a Dios, suplicando piedad para él y que lo mantuviera a salvo del deshonor y la codicia, la crueldad y la locura, que no evitara el combate pero sólo se dispusiera a entrar en él en nombre de la justicia, y que no temiera jamás a ningún otro hombre ni a nada más que aquel o a aquello que pudiera manchar su alma.
Cuatro años después nació Quinto Cicerón, hermano de Marco, el cual era un niño mucho mayor a Marco al nacer, más alegre y ruidoso, más guapo y con la misma cara de la madre. “Un soldado en miniatura”.
Tulio descubrió que Marco era su hijo favorito ofreciéndole ingenuamente su bulla, y decidió que debería recibir una mejor educación de la que había estado recibiendo. Y que ya era hora de que aprendiera el idioma Griego, la lengua de los hombres cultos. Así que tulio hizo un viaje a Antioquia la cuidad en la cual había recibido la enseñanza de Arquías, el poeta e intelectual griego, y convenció al maestro para que lo acompañara a la isla familiar para enseñarle a su hijo mayor.
El poeta se dio cuenta inmediatamente de que el padre no había exagerado cuando le habló de la gran capacidad de asimilación de su hijo y de su carácter cariñoso. Arquías se estableció en la isla y llegó a tomar un gran cariño a su pequeño discípulo. Arquías como todos los atenienses, era de movimientos y oratoria rápida a pesar de su carácter contemplativo, tenía un gran sentido del humor; también era muy prudente, juicioso e intuitivo. Arquías se había dado cuenta que Marco tenía una mente prodigiosa tal como le había dicho Tulio.
Una día jugando Marco con su hermanito Quinto, se percató que a pesar de su edad, lo superaba en varias pruebas físicas, tomando un descanso, el cual les sirvió para pensar y decirse mutuamente que es lo que cada uno quería ser cuando fueran adultos, a lo que Quinto respondió –Yo seré general de Roma. Y Marco –Yo seré abogado y quizá cónsul. De lo cual Quinto no sabía ni que era eso, pero miraba a su hermano con gran admiración. Percatándose de esto Marco menciona: no hay nada más noble que la Ley, pues distingue a los hombres de las bestias, porque éstas se rigen tan sólo por el instinto y el hombre es gobernado por las leyes de su espíritu y, por lo tanto, es libre.
Tulio no se sentía satisfecho de que su salud le obligase a abandonar su amada isla durante los inviernos. Al cambiarse a Roma a su llegada conoce a un muchacho el cual se llamaba Cayo Julio César el cual era su vecino hijo Julio César y Aurelia.
La familia se instaló en su casa de Roma antes de que las primeras nieves cayeran en las montañas. Marco fue enviado a la escuela de Pilón, el liberto griego, aunque a su regreso Arquías seguía dándole clases. La familia decidió que Quinto recibiera lecciones de Arquías al menos durante un año, y esto complació a Tulio, quien se acordaba del pequeño Julio César, al que cada vez aborrecía más conforme pasaba el tiempo. No lo pudo remediar, siempre detestó a todos los miembros de la familia César, especialmente a la altanera Aurelia. Marco encontraba la ciudad emocionante y llena de maravillas. Era la ciudad de sus padres. Sabía que él tenía que ser un romano y vivir en Roma. Añoraba Arpinum, que le parecía lejano y querido; pero también amaba a Roma y aquel se sentía como en su casa.
No le gustaba su escuela, Pilón era un hombre austero y dogmático, muy presumid porque había sido esclavo y ahora se sabía importante.
Arquías menciono a Pilón que Marco era descendiente de los Helvios, así como de los tulios, que a su vez son de antigua ascendencia.
Marco tenía un gentil aire de autoridades y Pilón tuvo que reconocer que su perfil era decididamente aristocrático. A Marco le empezó a gustar la escuela, aunque no algunos de sus compañeros. Llegó a detestar con un odio que le duró toda la vida al gran amigo de Julio César, Lucio Catilina. Éste era el favorito de Pilón porque su familia era a la vez antigua y aristocrática y llevaba uno de los primeros apellidos de Roma, aunque ahora estuviera empobrecida.
Marco aprendió por primera vez que la virtud y los buenos modales no procurar necesariamente amigos, así como tampoco la grandeza de ánimo la inteligencia.
Él y el pequeño julio César iban juntos al colegio. Estando apartado de Lucio, su ídolo, Julio era un buen compañero, un chico encantador y muy ingenioso. Una vez en la escuela, Julio se olvidó de Marco hasta la hora del recreo. Marco compró algunas golosinas para él y para Julio. Lucio se acercó a Julio y lo humillo y no conforme con eso le tiro su pastelillo, le pego en la cara con su índole maldad. A Julio no le importó el puñetazo, pero sí haberse quedado sin su pastelillo y, poniéndose furioso, hizo lo increíble: pegó a Lucio una patada en la espinilla.
Entonces sin aparenta esfuerzo Lucio agarró a Julio y lo arrojó al suelo, dándole luego un puntapié en un costado. Julio gimió de dolor. En ese momento llego Marco furioso le pido a Lucio que se detuviera. Pero Lucio no hizo caso y lo desafió soltándole un golpe a Marco, entonces empezaron a pelear y forcejear, hasta que en un momento Marco tenía la ventaja y le metió un puntapié en la ingle lo cual lo derribo.
Llegó Pilón y agarró a Marco por el brazo y lo arrastro hacia el interior de la escuela, en donde discutieron quien había empezado todo y pues al final Pilón como admiraba mucho a Lucio, acabo dándole el pero castigo a Marco, el cual desde ese momento empezó a odiar a Lucio.
Un año después de que Lucio Sergio Catilina y sus compañeros abandonaron la escuela de Pilón, un nuevo alumno ocupó su puesto. Era un muchacho de quince años, un tal Noëben Joel, hijo de un rico corredor de comercio judío, era un muchacho afable, generoso con su dinero, divertido e irreverente. Nunca daba la impresión de estar estudiando, pero pronto fue el alumno favorito de Pilón. Era capaz de imitar a cualquiera, provocando las carcajadas de sus compañeros.
Noë era un muchacho guapo, pero tenía un aspecto agradable y de viva inteligencia, con una nariz muy pronunciada. Marco se sentía muy a gusto con el como con ningún otro.
Noë le contó la historia de Adán y Eva y de sus hijos, y Marco la escucho tan atento que se fue moviendo hasta sentarse en el borde de su banco, asintiendo con la cabeza de vez en cuando. Dicha historia lo dejó extasiado. Marco le pidió que le hablara del Mesías, al cual argumento Noë diciendo Mi padre y sus amigos creen que Él dará a Israel el dominio sobre toda la Tierra.
Marco estaba a punto de cumplir catorce años, lo cual muy pronto lo haría investido, así que anuncio a su familia que al llegar a la adolescencia deseaba ponerse bajo el patrocinio de Palas Atenea, en lo cual su familia lo apoyo y le dijera que ya debía tomar sus propias decisiones. Pero para el cumplimiento de sus catorce años era una tradición festejar a lo grande y presentar ante todos las personan importantes que su hijo ya era todo un adolescente, por lo cual le haría una fiesta sana y sencilla.
Como de costumbre, la familia se fue a pasar el verano a la isla cercana Arpinum, Marco iba a dar paseos por el bosque, acompañado de su padre o su maestro. Aquí fue donde empezó a escribir sus primeras poesías verdaderas y se
...