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La Columna De Hierro


Enviado por   •  20 de Noviembre de 2013  •  8.575 Palabras (35 Páginas)  •  299 Visitas

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LA COLUMNA DE HIERRO

CICERÓN Y EL ESPLENDOR DEL IMPERIO ROMANO

Marco Tulio Cicerón aquel Gran Romano, fue un personaje polifacético: poeta, orador, amante, patriota, político, esposo y padre; amigo, autor, abogado, hermano e hijo, moralista y filósofo.

Fue un romano escéptico, era también muy devoto, un místico y un filósofo, que finalmente fue nombrado miembro del Consejo de Augures de Roma y fue teniendo en gran estima por el sabio Colegio de Pontífices. Su actuación como cónsul de Roma. Sus casos judiciales son famosos.

PRIMERA PARTE

Infancia y juventud.

Marco Tulio Cicerón, no era un hombre irritable por naturaleza, sino amable y cariñoso, , el cual se encontraba muy enfermo a culpa de la Malaria, la cual le había causado graves problemas en los pulmones.

Su padre también se llamaba Marco Tulio Cicerón, el cual era un anciano muy sabio, algo testarudo, Marco Tulio estaba casado con Helvía una hembra robusta, la cual se encontraba embarazada y estaba a punto de aliviarse, y en esos momentos nada hacía más feliz que su esposo estuviera presente cuando diera a luz, si al verse en una situación en la cual no podía levantarse su padre le ayudo motivándolo para ver nacer a su primogénito. Cuando se dirigía al lugar en donde Helvía daría a luz, cruzo por unos ventanales en donde se podía ver como la nieva cubría los jardines, Marco Tulio no le hacía gracia la gente sana que amaba los inviernos. Ni Marco Tulio ni su padre concebían que Helvia necesitara consuelo o ayuda de alguien, porque era una mujer valerosa. Con poco esfuerzo y confusión nació el niño, el 3 de enero del año 648 día de la fundación de Roma, hijo de Marco Tulio Cicerón y de Helvia, su joven esposa, y como es natural le fue impuesto asimismo el nombre de Marco Tulio Cicerón.

Se mencionaba que sería un gran héroe de Roma.

Años después la imposición de dicho nombre y para no haber confusión, dejaron de llamar al padre Marco Tulio, pasando a ser simplemente Tulio, lo que ponía furioso al abuelo, el cual exigió que lo llamaran, que es el nombre que ahora se le debía.

La familia no vivía propiamente en Arpinum, pero gozaba con sus habitantes de la franquicia de Roma, por lo tanto, eran ciudadanos romanos. El niño a su corta edad comprendía a la perfección el lenguaje y el sentido con que su padre le hablaba. Tulio ofreció a su hijo a Dios, suplicando piedad para él y que lo mantuviera a salvo del deshonor y la codicia, la crueldad y la locura, que no evitara el combate pero sólo se dispusiera a entrar en él en nombre de la justicia, y que no temiera jamás a ningún otro hombre ni a nada más que aquel o a aquello que pudiera manchar su alma.

Cuatro años después nació Quinto Cicerón, hermano de Marco, el cual era un niño mucho mayor a Marco al nacer, más alegre y ruidoso, más guapo y con la misma cara de la madre. “Un soldado en miniatura”.

Tulio descubrió que Marco era su hijo favorito ofreciéndole ingenuamente su bulla, y decidió que debería recibir una mejor educación de la que había estado recibiendo. Y que ya era hora de que aprendiera el idioma Griego, la lengua de los hombres cultos. Así que tulio hizo un viaje a Antioquia la cuidad en la cual había recibido la enseñanza de Arquías, el poeta e intelectual griego, y convenció al maestro para que lo acompañara a la isla familiar para enseñarle a su hijo mayor.

El poeta se dio cuenta inmediatamente de que el padre no había exagerado cuando le habló de la gran capacidad de asimilación de su hijo y de su carácter cariñoso. Arquías se estableció en la isla y llegó a tomar un gran cariño a su pequeño discípulo. Arquías como todos los atenienses, era de movimientos y oratoria rápida a pesar de su carácter contemplativo, tenía un gran sentido del humor; también era muy prudente, juicioso e intuitivo. Arquías se había dado cuenta que Marco tenía una mente prodigiosa tal como le había dicho Tulio.

Una día jugando Marco con su hermanito Quinto, se percató que a pesar de su edad, lo superaba en varias pruebas físicas, tomando un descanso, el cual les sirvió para pensar y decirse mutuamente que es lo que cada uno quería ser cuando fueran adultos, a lo que Quinto respondió –Yo seré general de Roma. Y Marco –Yo seré abogado y quizá cónsul. De lo cual Quinto no sabía ni que era eso, pero miraba a su hermano con gran admiración. Percatándose de esto Marco menciona: no hay nada más noble que la Ley, pues distingue a los hombres de las bestias, porque éstas se rigen tan sólo por el instinto y el hombre es gobernado por las leyes de su espíritu y, por lo tanto, es libre.

Tulio no se sentía satisfecho de que su salud le obligase a abandonar su amada isla durante los inviernos. Al cambiarse a Roma a su llegada conoce a un muchacho el cual se llamaba Cayo Julio César el cual era su vecino hijo Julio César y Aurelia.

La familia se instaló en su casa de Roma antes de que las primeras nieves cayeran en las montañas. Marco fue enviado a la escuela de Pilón, el liberto griego, aunque a su regreso Arquías seguía dándole clases. La familia decidió que Quinto recibiera lecciones de Arquías al menos durante un año, y esto complació a Tulio, quien se acordaba del pequeño Julio César, al que cada vez aborrecía más conforme pasaba el tiempo. No lo pudo remediar, siempre detestó a todos los miembros de la familia César, especialmente a la altanera Aurelia. Marco encontraba la ciudad emocionante y llena de maravillas. Era la ciudad de sus padres. Sabía que él tenía que ser un romano y vivir en Roma. Añoraba Arpinum, que le parecía lejano y querido; pero también amaba a Roma y aquel se sentía como en su casa.

No le gustaba su escuela, Pilón era un hombre austero y dogmático, muy presumid porque había sido esclavo y ahora se sabía importante.

Arquías menciono a Pilón que Marco era descendiente de los Helvios, así como de los tulios, que a su vez son de antigua ascendencia.

Marco tenía un gentil aire de autoridades y Pilón tuvo que reconocer que su perfil era decididamente aristocrático. A Marco le empezó a gustar la escuela, aunque no algunos de sus compañeros. Llegó a detestar con un odio que le duró toda la vida al gran amigo de Julio César, Lucio Catilina. Éste era el favorito de Pilón porque su familia era a la vez antigua y aristocrática y llevaba uno de los primeros apellidos de Roma, aunque ahora estuviera empobrecida.

Marco aprendió por primera vez que la virtud y los buenos modales no procurar necesariamente amigos, así como

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