La Gerra Fria En America

AMERICA EN LOS TIEMPOS DE LA GUERRA FRIA

No hubo conflicto político en el mundo, y ciertamente tampoco en América Latina, que no haya estado permeado en algún nivel por la Guerra Fría. La confrontación entre las superpotencias revitalizó y le dotó de un sentido inminencia dramático al contenido de la doctrina Monroe. Todas las intervenciones estadounidenses en la región en la segunda mitad del siglo XX estuvieron justificadas por la necesidad de prevenir la presencia soviética o de sus aliados en los procesos políticos de la región. El anti-sovietismo, que se transformó rápidamente en anti-comunismo, y en anti-marxismo, y luego en anti-socialismo, para devenir finalmente en anti izquierdismo; permeó todas las políticas de Washington, justificó la alianza de los Estados Unidos con los más impresentables grupos dominantes de la región y cobijó todos los procesos autoritarios que auspiciaron las atrocidades del siglo XX. Algún dato tiene este proceso para ofrecer una explicación de la continuidad de la aversión y prejuicios casi genéticos de varias de las izquierdas latinoamericanas contemporáneas a los Estados Unidos y sus políticas

El mundo de la segunda década del siglo XXI es muy diferente. El orden internacional contemporáneo no tiene una estructura bipolar como en la época de la Guerra Fría. Ello no depende de la voluntad de los actores estatales sino de la distribución de recursos y capacidades de poder a nivel global. Los Estados Unidos son indiscutiblemente una potencia mundial preeminente en la dimensión militar. Su presupuesto de Defensa se encuentra a distancias estratosféricas de los estados más cercanos, pero esto no quiere decir que la política mundial sea perfilada por Washington. En todas las demás esferas de la vida política por ejemplo economía, cultura, movilidad humana, vivimos un orden multi-polar cada vez más descentralizado y con presencias relativamente efímeras en donde el instrumento militar es de poca o ninguna utilidad. Rusia, cuyo antecedente político, la Unión Soviética, que durante la Guerra Fría competía de cerca con los Estados Unidos en el plano militar, tiene ahora una inversión en Defensa inferior a la de China y está muy lejos del presupuesto, la tecnología y la versatilidad de Washington.

En los años de la Guerra Fría las dos superpotencias tenían la capacidad material de proyectar su influencia a todas partes del globo, y además de respaldar con recursos sus intereses. No es el caso actual. Sí es un hecho, en cambio, que en la diversificación de polos políticos globales, tengamos nuevos actores emergentes en todas las regiones del mundo. Ni los Estados Unidos son una potencia hegemónica global ni Rusia tiene la capacidad de competir en las mismas condiciones que en el siglo XX. Ni Washington ni Moscú pueden imponer o articular bajo sus intereses sin costos extraordinarios coactivamente a otras regiones del mundo, inclusive a las de sus antiguos entornos inmediatos de hegemonía como América Latina (en su totalidad) o las antiguas repúblicas europeas o asiáticas del bloque “socialista”.

América Latina en la Guerra Fría fue central para los Estados Unidos. Su agenda completa de política exterior estaba atravesada por la prioridad de los temas de seguridad y la estrategia de

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