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La Guerra De Texas


Enviado por   •  12 de Febrero de 2015  •  5.886 Palabras (24 Páginas)  •  272 Visitas

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La guerra de Texas.

Por: Josefina Zoraida Vázquez.

Antecedentes.

Para los mexicanos la guerra de Texas es tal vez el episodio más triste de su historia. La guerra con los Estados Unidos fue tam¬bién desastrosa, pero después de todo no fue sino el resultado de la independencia texana, que fue totalmente injusta.

Como en todos los acontecimientos hu¬manos, no hay un acuerdo sobre ésta; los te¬xanos consideran que su independencia fue la respuesta al intento de los mexicanos de tiranizarlos y una victoria de la libertad sobre las fuerzas reaccionarias que representa¬ba Santa Arma. Aunque reconozcamos que el gobierno mexicano era corrupto, los texanos recibieron tierra gratis y condiciones extraor¬dinariamente generosas; nunca pagaron impuestos, porque cuando se terminó el período de importación libre se negaron a aceptar el pago y apoyaron la burla que hicieron las naves norteamericanas de las autoridades mexicanas.

Entraron como colonos aceptando una se¬rie de condiciones que no cumplieron y se comprometieron a obedecer las leyes del país y tampoco lo hicieron. Sin embargo, el episo¬dio es comprensible si tenemos en cuenta una serie de antecedentes que explican la con¬ducta diferente de mexicanos y norteameri¬canos en el momento en que la guerra tuvo lugar.

La sociedad norteamericana de princi¬pios del siglo XIX era una sociedad extraordinariamente dinámica. Los hombres se arries¬gaban a marchar tierra adentro sin temor al peligro y sin preocuparse por los sufrimien¬tos y trabajas que pasarían. En un deseo por encontrar una vida mejor, se experimentaba todo lo nuevo, y muchos hombres se empeñaban en encontrar la perfección humana mediante la reforma de la sociedad.

Las características de la colonización ex¬plica el porqué de esta sociedad peculiar. Los colonos que se establecieron en el territorio original de los Estados Unidos habían sido obligados a emigrar por las persecuciones religiosas o por la transformación de la eco¬nomía inglesa, pues la manufactura textil des¬plazó a miles de campesinos al preferirse la cría ganadera a la agricultura.

Aquellos pobres hombres que quedaban sin tierra vieron en su traslado al Nuevo Mun¬do la única alternativa para sobrevivir, y vi¬nieron como pudieron. Una gran parte acep¬taron ser sirvientes por contrato para pagar su pasaje. Señores y sirvientes tuvieron que hacerlo todo, desde el principio, pero había muchas tierras y hasta el más miserable sir¬viente recibía su pedazo de tierra al cumplirse su contrato. Y aquellos que nunca soñaban en ser propietarios, ahora que tenían un pedazo vieron despertar su ambición, que crecía y crecía con la vista de otras tierras "más hacia el oeste". Aquellos hombres intentaron repro¬ducir casas, cosas e instituciones como las que habían abandonado, pero las necesi¬dades eran diferentes, y hasta las diferencias sociales se minimizaron, ya que hacían falta brazos y aun la intolerancia terminó por de¬saparecer ante la necesidad de colonos. Además, como había oportunidad para todos, el trabajo y el esfuerzo eran los fundamentos de la sociedad.

Este esquema sentó las bases del expan¬sionismo y del dinamismo social norteamericano, pero la independencia y la revolución industrial aportaron nuevos elementos. La in¬dustria textil, que a principios del siglo XIX estaba en plena expansión, iba a asegurar un excelente mercado para el algodón. Los estados del sur de los Estados Unidos eran buenos productores y, viendo que el negocio era excelente, comenzaron a ambicionar la posesión de "todas las tierras algodoneras de la América septentrional", que fue lo que los empujó a Luisiana y Texas. La independen¬cia y lo que ellos consideraban el hallazgo de "un gobierno perfecto" iban a dar lugar a la aparición de una justificación de su expan¬sionismo: "extender el área de la libertad", es decir, extender sus instituciones. No se dieron cuenta, las más de las veces, de la ironía que implicaba a menudo -como en el caso de Texas- extender el área de la libertad exten¬diendo el de la esclavitud, ya que la mayor parte de los colonos que iban a Texas traían sus esclavos.

Por el lado mexicano, la nueva sociedad había resultado de la conquista. Este episo¬dio violento había determinado la victoria de un pueblo y una cultura sobre otra. Se impu¬sieron formas de vida, valores y religión a los vencidos, que se vieron obligados a tra¬bajar para los vencedores, pero que al hacerlo contribuyeron con su sangre, su sensibilidad, a muchas costumbres, algunas supersticiones y conocimientos y, de hecho, la nueva socie¬dad fue la fusión de dos tradiciones. La so¬ciedad era jerárquica y no todos tenían opor¬tunidades. La gente no cambiaba fácilmente de lugar de residencia ni de instituciones. No era, pues, una sociedad dinámica. Sin embar¬go, muchos de los hombres que fundaron la nueva nación creían en el progreso, en la industria, en la expansión de la agricultura y de la ganadería; pensaban que para que Mé¬xico fuera tan próspero como los Estados Unidos sólo hacía falta educación para todos y la explotación de los recursos riquísimos de México; por esto deseaban colonos y por ello fueron tan absurdamente generosos.

Problemas heredados.

Fue el imperio español, en el momento de la independencia de las colonias ingle-sas, el que inmediatamente se percató del expansionismo que anunciaba la nueva na¬ción. Los españoles decidieron establecer fun¬daciones y poblar en lo posible aquellas tie¬rras para oponer una barrera al nuevo país. Desgraciadamente, el gran arraigo que tenía la población novohispana y la escasez de colonos peninsulares hizo imposible que se cumplieran los planes y todo quedó en una serie de fundaciones escasamente pobladas.

La venta de la Luisiana a los Estados Unidos por Napoleón aumentó las preocupa¬ciones del Estado español, porque, en lugar de calmar las ambiciones de tierras que te¬nían los norteamericanos, no hacía sino acrecentarlas. Descaradamente el gobierno nor¬teamericano empezó a reclamar Texas como parte de la Luisiana, a pesar de que siempre había existido una frontera más o menos definida entre las dos, y la primera siempre había sido española. En cambio, la Luisiana había pasado a ser colonia española en 1763 y fue recuperada para Francia por el gobierno de Napoleón, que quería constituir un imperio de ultramar.

Como los norteamericanos tenían ambi¬ciones no sólo sobre Texas, sino también so¬bre las Floridas, el gobierno español decidió sacrificar estas últimas por hallarse rodeadas

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