La Noche Triste

La noche triste de Hernán Cortés

Con el nombre de "La Noche Triste", la historia recoge la humillante expulsión de Hernán Cortés de Tenochtitlán. Dicen que hasta lloró amargamente, apoyado a un árbol de las inmediaciones.

A los pocos días de la partida de Hernán Cortés, tocaba la fecha de una festividad sagrada, llamada Toxcal, en el curso de la cual la nobleza se entregaba a una danza frenética, en medio de la música de los tambores. El lugar donde esta fiesta transcurría era el patio frente a la pirámide del templo del dios Huitzilopochtli. Desde diferentes puntos de la ciudad el pueblo escuchaba los tambores y respondía con los suyos propios. La ciudad entera vibraba, y los 80 españoles también, pero no de fervor religioso, sino de nerviosismo.

Pedro de Alvarado, viendo esos bailes y la música que venía de todas partes, pensó que los iban a sacrificar; perdió la compostura y ordenó a sus hombres ubicarse en formación de combate. En verdad, deben haber estado sumamente nerviosos, ya que algunos tlaxtaltecas les habían informado que serían sacrificados al final de la fiesta. A la orden de Alvarado, los españoles atacaron a los dos mil aztecas que bailaban desarmados; estos, presa del éxtasis religioso, apenas se daban cuenta de que estaban siendo aniquilados. Los españoles hicieron una carnicería, terminando con los allí reunidos: en un momento habían exterminado a la crema y nata de la nobleza azteca.

De pronto, los habitantes de la ciudad dejaron de escuchar los tambores que tocaban frente al templo de Huitzilopochtli y cundió la alarma. Los españoles corrieron a parapetarse en el palacio de Axayácatl, donde fueron atacados por una turba. Resistieron a duras penas.

Tres semanas después, Hernán Cortés regresaba victorioso con un ejército de 1.300 españoles y varios miles de indios tlaxcaltecas. Al llegar, los aztecas le despejaron el camino para encerrarlo en la misma ratonera en la que estaba Pedro de Alvarado. Cuando se dio cuenta, era demasiado tarde, una multitud de guerreros cayó sobre ellos.

Los españoles empezaron a morir por decenas. Las piedras caían sobre ellos como una pesada llovizna. Sus cañones mataban a diez o doce con cada disparo, pero por cada azteca muerto, aparecían otros 10 listos para el combate. Desesperados, los hispanos obligan a Moctezuma a aparecer en el techo del palacio para aplacar a los suyos, pero estos, en el fragor de la guerra, no lo reconocen y lo abaten de una pedrada en la cabeza. Moriría pocos días después.

La noche triste

Entonces deciden emprender la retirada. El oro se reparte entre los hombres de acuerdo a su rango. La noche del 30 de junio de 1520, la tropa se pone en marcha silenciosamente, atravesando una calzada de piedra de unos tres kilómetros de largo. Tenían que atravesar varios canales, por lo que tenían que construir

...