La Penetracion de los Capitales europeos y estadounidenses en Latinoamerica

La penetración de los capitales europeos y estadounidenses en América Latina

En 1769 un joven escocés llamado James Watt inventó la máquina a vapor. Este invento que permitió la introducción del método mecánico en la producción, fue lo que se dio en llamar la Revolución Industrial. Paralelo a la aparición de la máquina a vapor, el inglés James Harqreaves construía la máquina de hilar y en 1785 aparecía el primer telar accionado mecánicamente.

Estos tres grandes inventos introducidos en Inglaterra a finales del siglo XVIII van a transformar su vieja estructura económica y social basada en la agricultura, en una moderna economía basada en el hierro y el carbón que junto con la posterior aparición del motor de combustión interna, convierten los modestos centros manufactureros de los 3 siglos anteriores en grandes fábricas con cientos de obreros y a Inglaterra en el principal taller del mundo.

El fenómeno comenzó en Europa Occidental y a inicios del siglo XIX, cobró fuerza en los Estados Unidos. La avalancha de manufacturas fabricadas en estos centros industriales, penetraba de contrabando en las colonias españolas y portuguesas de América.

Era evidente que la evolución general del sistema capitalista demandaba la liquidación de las trabas que tanto España como Portugal ponían al libre intercambio comercial. Las restricciones de origen mercantilista (siglos XIV al XVIII) resultaban anacrónicas y dificultaban el libre comercio entre las potencias más desarrolladas y el mundo colonial.

Inglaterra se constituyó en abanderada del principio de la libertad del comercio. Estados Unidos, Francia y los Países Bajos, apoyaban a Inglaterra en este aspecto. Todas estas potencias capitalistas, en pleno desarrollo, vieron con simpatía a comienzos del siglo XIX la independencia de las colonias hispanoamericanas, pero, en verdad, aspiraban a venderles sus mercancías y a la vez comprarles directamente las materias primas (algodón, tabaco, cacao, madera, melaza) a precios baratos.

Las estructuras sociales de las jóvenes repúblicas latinoamericanas se habían formado en los tres siglos de colonialismo que sufrieron. Con la independencia, no se dieron prácticamente transformaciones en las estructuras de esta sociedad. Es decir, las formas de propiedad sobre la tierra, las minas, la tecnología utilizada sobre la producción, así como las formas de organización del trabajo y de ejercer el comercio con el extranjero, permanecieron invariables.

Los capitales internacionales encontraron un territorio propicio para su penetración. Se puede decir que en América Latina, después de la independencia, se produjo lo que se podría llamar “un vacío de poder”, que las potencias industriales se apresuraron en llenar (Inglaterra, Estados Unidos, Francia).

Los nuevos Estados de América Latina se habían liberado del

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