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La Periodización De Los Aborígenes En Cuba

yibranyosiel19 de Abril de 2012

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Introducción

La periodización de los aborígenes en Cuba es un tema complejo y controvertido. Normalmente se acepta como la primera una información brindada por el padre Las Casas sobre los indios, que expone la visión de los españoles en el momento de su llegada y lógicamente no refleja a grupos ya desaparecidos, que no interactuaron con los conquistadores.

En este artículo se asume que todas las clasificaciones, estructuras, tipos de comunidades o cronologías, son periodizaciones. Los autores han utilizado diferentes términos para designarlas, pero todas tienen en común que caracterizan los grupos aborígenes, establecen niveles de desarrollo a partir de determinados parámetros, distribución geográfica, corrientes migratorias y cronologías.

El período seleccionado se corresponde en el orden histórico con parte de la ocupación de la Isla por los Estados Unidos (1898-1902) y el desarrollo de la República (1902-1958).

Desarrollo

A continuación se hará una valoración crítica de las periodizaciones de la etapa antes señalada, obras que abordan clasificaciones sobre los aborígenes de Cuba y que realizan un aporte al desarrollo de la arqueología.

El siglo XX comienza con la obra del doctor Carlos de la Torre y Huerta Historia de los Indios de Cuba (1901), como un capítulo del libro Manual o Guía para los Exámenes de los Maestros Cubanos. El autor en una carta dirigida a Fernando Ortiz expresa: "Este capítulo lo escribí basándome en las informaciones derivadas de Pedro Martyr, Herrera, Oviedo, Las Casas y algunos escritores modernos, pero con particular atención a lo dicho por los escritores del período del descubrimiento y en vista de los escasos restos de la primitiva industria recogidos por Rodríguez-Ferrer, Jimeno, Montané y yo mismo en Baracoa".[1]

En este trabajo el doctor de la Torre expresa claramente la distinción entre los taínos y los caribes, pero considera que hubo colonias de estos últimos en las cercanías de Maisí. Razona que los indios que vivían en Cuba eran taínos; también conocidos como ciboneyes y que poseían las mismas costumbres en toda la Isla, a excepción de algunos lugares donde existían tribus más atrasadas, pone de ejemplo las del Cabo de San Antonio.

Este capítulo, escrito como parte de un texto para maestros, expresa la continuidad de las concepciones del siglo XIX y de las que el autor formó parte activa.

Su principal fuente de información fueron las obras de los cronistas, que si bien son de inestimable valor, presentan al menos dos limitaciones importantes; dan la visión a partir de la llegada de los españoles a las costas de la Isla y por tanto desconoce el poblamiento de otros grupos humanos presentes desde varios milenios anteriores y un elemento no menos importante: estos valiosos documentos no fueron escritos por especialistas en el tema ni con el propósito de estudiar a los habitantes que conocieron.

En 1904 el arqueólogo americano Jesse Walter Fewkes, realizó una breve visita a Cuba, resultado de esta visita publicó en ese mismo año, un importante trabajo titulado Prehistoric Cultura of Cuba, donde contribuye de manera significativa al esclarecimiento de los pobladores primitivos de la Isla, posibles rutas de llegadas y antigüedad relativa de los mismos.

Asegura que de las pruebas obtenidas, tanto arqueológicas como documentales, lo que él llama cultura autóctona de Cuba, es desigual en los diferentes lugares de la Isla. Unos poseían un grado relativamente alto de desarrollo cultural, pulimentaban los utensilios de piedra y conocían la agricultura, y a otros los considera rudos, salvajes. Estos últimos iban desnudos y se guarecían en las cuevas, su alimentación dependía de las raíces y frutas tropicales que se producían de forma natural.

Además, había en las costas pescadores que se alimentaban de los productos del mar. Asegura que el contacto de estos con otros pueblos de más alta cultura, les había permitido elevar en algo su nivel cultural, por encima de los que habitaban las montañas con los que estaba vinculado.

Reconoce la diferencia existente entre los objetos de piedra encontrados en las provincias de Oriente y Occidente, los de la primera se parecen a los de Haití y Puerto Rico, así como la semejanza de los terraplenes de Pueblo Viejo (Baracoa) con los de las islas antes mencionadas.

En resumen el doctor Fewkes llega a las siguientes conclusiones: que la cultura taína o Antillana que se encontró en la porción oriental de Cuba no era originaria de la Isla, que provenía de Puerto Rico o Haití, donde alcanza su más alto desenvolvimiento.

Así mismo asegura que el germen de estas culturas proviene de Sur América y en las islas de Cuba, Jamaica, Santo Domingo y Puerto Rico, se produjeron diferencias de menor importancia, pero todas se corresponden con transformaciones de la edad de la piedra pulimentada.

Registra la presencia de al menos dos grados de cultura en Cuba primitiva. Los que llama nativos en el primer grado, que los valora como salvajes con pocas artes y los segundos habían alcanzado un desarrollo tan alto como el resto de los pueblos de las Antillas. Para él unos representaban la supervivencia de pueblos arcaicos y el otro los de una cultura importada.

Enuncia lo complejo de determinar el origen de los moradores de las cavernas y de la ruda raza salvaje de Cuba y sus antecesores deben haber sido los primeros colonizadores de la Isla y carece de datos para compararlos con otros pueblos.

Ratifica la falta de pruebas para demostrar la presencia de los caribes en Cuba, aunque no descarta posibles incursiones de los mismos.

La obra de Fewkes fue muy importante para su época, al expresar las diferencias de los primitivos pobladores de la Isla, diferenciando al menos dos grandes grupos humanos, unos dedicados a las labores de apropiación y otros a las productivas. Su conclusión sobre los pobladores primitivos de la porción oriental que provenían de las islas de Haití y Puerto Rico, y antes lo habían hecho de Sur América resulta reveladora para la comprensión del poblamiento precolombino del Caribe, como la conclusión de la no presencia de caribes en Cuba. Aunque no puede desentrañar el origen de los primeros pobladores, lo que se comprende por el bajo nivel de las investigaciones en ese momento.

Fewkes no se pronuncia sobre los cráneos encontrados empotrados en roca calcárea por Montané y otros autores, al considerar que no está en condiciones de apreciar su significado.

Entre sus limitaciones está no vincular a los taínos con los aruacos y no percatarse de la falta de homogeneidad de los dos grandes grupos descriptos en su obra, que si bien es cierta su existencia, presentan internamente diferencias en el ajuar arqueológico.

En relación con el antiguo hombre de las cavernas en Cuba, sobre cuyos cráneos no asumió ningún razonamiento, lo lógico hubiese sido vincularlo a los antiguos pobladores de la Isla descriptos por los cronistas.

No vincula las piezas encontradas en las provincias occidentales con los aborígenes, por lo que su comprensión del poblamiento aborigen es limitada.

Su concepción lo distancia de los estudios anteriores, al valorar la información de los cronistas, pero no subordinar sus conclusiones a esta. Presta mayor atención a la información arqueológica y asume una postura diferente a los trabajos de los autores del siglo XIX.[2]

Otro significativo avance en materia de la comprensión de la presencia aborigen en Cuba y los intentos de periodizar su presencia lo constituye el libro del ingeniero J. A. Cosculluela, Cuatro años en la Ciénaga de Zapata, publicado en 1918, que contiene los resultados de los trabajos arqueológicos realizados en esta región y que contaron en su momento con el apoyo oficial y el de una comisión formada por los doctores Carlos de la Torre, Luis Montané y Dardé, Fernando Ortiz, el jefe del distrito José Primelles y el propio ingeniero Cosculluela.

Con relación al montículo de Guayabo Blanco nos dice: "Constituye un monumento sepulcral notable, y merece que lo estudiemos detenidamente pues como afirma Chateaubriand, en ellos se encuentra siempre el reflejo del vivir cultural de los indios, que por lo general solo construían esta clase de monumentos y a ellos reducían toda su arquitectura".[3]

El autor explica cómo a partir de la localización y estudio de un montículo en un sitio conocido como Guayabo Blanco y de otros en ese territorio y su comparación con los estudiados en el extranjero, llega a las conclusiones siguientes: los restos del constructor de los montículos no eran paleolíticos, su dieta ya no solo era de pescado, más adelante afirma que las piezas recogidas en los distintos montículos presentan un desbaste muy simple, labor muy tosca, por lo que permiten incluirlo en la edad de piedra, en su primera etapa cultural.

Habla de la presencia en Cuba de enormes y fieros mamíferos, ubica al indio de la ciénaga de zapata en el período de salvajismo de acuerdo a la clasificación de Morgan, los sitúa en tiempos muy remotos y que no son los hombres que encontraron los conquistadores.

Diferencia a los indios de la región oriental y central, considera a estos últimos los ciboneyes, no reconoce el origen aruaco de los taínos, atribuyéndole su origen a mezclas de unas pocas familias aruacas con otros indios y en otra parte del texto establece diferencias entre taínos y aruacos, reconoce como aruaca

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