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La Prohibición De Las Minas De Tierra Y De Las Bombas-racimo En Camboya


Enviado por   •  10 de Octubre de 2012  •  1.980 Palabras (8 Páginas)  •  377 Visitas

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El SJR en Camboya: la prohibición de las minas de tierra y de las bombas-racimo

Judy Reeves

Agradecemos a Judy Reeves, colaboradora externa del SJS, haber escrito este artículo utilizando el material presentado por la Hermana Denise Coghlan RSM (Directora, SJR Camboya) en el Taller de Advocacy Ignaciano. Debido a circunstancias imprevistas la Hna. Denise no ha podido preparar ella misma este artículo. [Nota del Editor]

Introducción

El Servicio Jesuita a Refugiados (SJR) fue creado por el Padre Arrupe en 1980 y hoy está presente en más de 50 países trabajando a favor de la educación, la salud y otras necesidades de más de 500.000 refugiados, personas desplazadas internamente (IDP) y repatriados. El SJR atiende, acompaña y aboga en favor de los refugiados, especialmente de los más olvidados, independientemente de su origen étnico, o de sus creencias religiosas. Ayudar a los supervivientes de las guerras y los desastres naturales y estar con ellos, es una forma práctica e inmediata de asistencia a aquellos que tiene las mayores necesidades. Igualmente importante, es abordar las raíces y las causas de cuestiones significativas y unirse a otras organizaciones de ideas afines para concienciar a nivel mundial e influir en los encargados de formular políticas a nivel regional, nacional e internacional. Una labor eficaz de advocacy opera a nivel local (la asistencia a los supervivientes en zonas sembradas de explosivos para que sean conscientes de los peligros y hagan valer sus derechos), a nivel nacional, donde se puede hacer cumplir las prohibiciones , y en el ámbito internacional, en términos de acuerdos de derecho humanitario y de leyes de desarme.

El modelo de advocacy del SJR se origina en la contemplación de Dios, que es amor, y que desea un mundo en el que prevalezcan la justicia y la dignidad, sobre todo para los más necesitados. El amor es la fuerza motivadora y, como en los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, se nos invita a reflexionar sobre las luces, las sombras, las alegrías, las tristezas y las esperanzas; en nuestro trabajo diario con los refugiados somos testigos de graves violaciones del deseo de Dios y la compasión nos incita a la acción.

Estamos con los más pobres y más necesitados, para ayudar a la reconciliación, la paz y la justicia y el pleno desarrollo de las personas perjudicadas por la guerra, la opresión y el exilio. Nuestra presencia y el contacto personal con ellos está dirigido a fomentar la autoayuda y la libre determinación, así como a encontrar medios creativos para aliviar la pobreza, la ignorancia y la injusticia y crear puentes para que tengan acceso a recursos y servicios.

Sin embargo, con tantas cuestiones que reclaman justicia no es sencillo discernir cuál de ellas debemos abordar en primer lugar.

SJR opta por hacer campaña contra las minas terrestres

Cuando se creó el SJR en Camboya, en 1990, nos encontramos una población desconsolada, personas con los corazones profundamente heridos por el genocidio de los Jemeres Rojos. Fuimos testigos de una pobreza insoportable, pero la resistencia y la valentía que hemos encontrado nos inspiró y nos hizo más humildes. No sólo estaban hambrientos y enfermos, sino que vimos muchos con muletas, con piernas ortopédicas hechas de cohetes, o arrastrándose sobre muñones. Estas imágenes han calado en nuestra conciencia. Fue nuestra experiencia directa, de primera mano, con niños y adultos cuyas vidas fueron destruidas, y un deseo común de honrar la memoria de todos aquellos que han muerto, lo que nos dio el mayor impulso para promover la campaña de prohibición de las minas. Igualmente importante es el interés de las propias víctimas en evitar que otras personas compartan su mismo triste destino.

Del mismo modo que el SJR trabajó con otras ONG con vistas a levantar el embargo, fomentar la paz y ayudar a la reintegración de los repatriados, también nos comprometimos en firme a crear un centro de formación de actividades para las personas con discapacidades a consecuencia de las minas terrestres y de restos explosivos de guerra.

Nuestra decisión de abogar por el Tratado de Prohibición de Minas estuvo también influenciada por otros elementos, incluido el axioma de "elegir lo que es éticamente deseable y políticamente posible". Minas terrestres y bombas de racimo siguen matando y mutilando una persona cada 30 minutos. En Camboya, el SJR internacional y otras Organizaciones No Gubernamentales han aplicado recursos y adquirido experiencia en hacer campaña sobre esta cuestión. El efecto letal de las bombas de racimo se debe a la inmensa cantidad de explosivos distribuidos en una amplia zona; mucho tiempo después de terminado el conflicto, municiones sin explotar siguen matando o mutilando, y su localización y destrucción supone un elevado coste.

Colaborando con los afectados

En estrecha colaboración con las personas que sufren terribles daños y mutilaciones, y dentro de la estructura internacional del SJR, el SJR en Camboya, líder en Campaña para la Prohibición de Minas, decidió trabajar para erradicar la fuente de este inmenso dolor. Nos concentramos en cuatro objetivos - prohibir las minas, sacar las que hay enterradas, destruir las existencias, y ayudar a los supervivientes. Las bases de nuestro movimiento para lograr estos objetivos fueron: prácticas de investigación, enfoques creativos para la sensibilización y el compromiso enorme de periodistas, fotógrafos y financiadores.

Nuestra perspectiva de advocacy se basa y se inspira, sobre todo en las experiencias de los heridos por minas y restos de explosivos de guerra. Uno de los documentos más elocuentes que usamos fue una carta escrita por cuatro ex soldados, que ahora viven en el Centro de Formación La Paloma, (Banteay Prieb), centro que recaudó más de dos millones de firmas en apoyo de la prohibición.

Esta práctica de trabajar desde la perspectiva de las necesidades y aspiraciones de los supervivientes ha continuado y se ha propuesto un plan de doce puntos para hacer valer sus derechos humanos, sociales y económicos básicos. Las necesidades enumeradas comprenden la vivienda, la alimentación, la proximidad a los suministros de agua, la salud incluidas las prótesis y sillas de ruedas, la educación de los niños, las oportunidades para generar ingresos, el acceso al mercado, la eliminación de minas

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