La Revolucion China
isabela_1621 de Agosto de 2014
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La Revolución china
Introducción
China siempre ha sido un país destacado en el acontecer mundial, ya que, cuenta con prácticamente un cuarto de la población mundial. A través de los años, el creciente imperialismo ejercido por las grandes potencias mundiales como Rusia (ex U.R.S.S.), Estados Unidos y Japón, entre otros, no ha podido derrocar a esta gran nación, debido a su eficiente organización y a la milenaria cultura que esta posee. Cuna de una de las religiones más místicas existentes en la actualidad, el Budismo, China cuenta con una historia que se remonta más allá del 2500 a.C.(según nuestra calendarizacíon occidental).
Sin duda, si nos referimos a la geografía de este país, no podemos dejar de lado a la gran Muralla China, construida en el año 221 a 207 A.C, la que sirvió a esta nación para protegerse de los ataques de los Bárbaros que la asechaban. Hoy en día, esta muralla esta casi en su totalidad, la que cuenta con un largo total de 620 kilómetros. Como dato anecdótico, esta es la única construcción creada por el hombre que se puede observar desde afuera de la Tierra.
Debido a la sobre-población existente, China es el único país que cuenta con el sistema de control de familia, dónde cada una de ellas no puede tener mas de un hijo. Al tener más de uno, la familia deberá pagar un impuesto por hacer caso omiso a esta norma.
Pero a la vez, esta gran nación cuenta con una muy dificultosa e interesante historia. China pasó de ser un imperio a una semi-colonia, para terminar en lo que conocemos hoy en día como la República Popular de China, llevándose a cabo todo este proceso a costa de numerosas revoluciones, manifestaciones y guerras.. Esta meticulosa transición a tenido a variados y distintos protagonistas, siendo el más conocido Mao Tse-Tung, por haber fundado el partido que aún rige a esta nación; el Partido Comunista Chino y por haber liderado a este oriental país por más de 20 años, ya sea directa o indirectamente. Todo país medianamente desarrollado e independiente ha tenido a su haber un largo historial de numerosas revueltas y batallas para lograr la tan anhelada estabilidad política y el control interno, pero semejante historia como la que posee China es casi imposible encontrar en otra nación, por la gran connotación mundial que tuvo, la cantidad de campesionos chinos que dieron la vida por esta causa, y por que tuvo también como protagonistas a potencias mundiales extranjeras.
Y es así como en este trabajo explicaremos en extenso toda la historia por la que tuvo que atravesar China para llegar a ser la república que es actualmente, para lo cual viajeremos desde el año 1840 hasta nuestros días, puesto que sólo así es posible comprender los acontecimientos a cabalidad. También mencionaremos los antecedentes que rodearon la caída de la Dinastía Manchú, la formación de los partidos que lideraron el país, el pensamiento comunista chino desde la boca de su fundador, y en fin todos los pormenores de la llamada Revolución China. Además, para una mejor compresión de los hechos, hemos escrito pequeñas biografías sobre los hechos y protagonistas más importantes , y una reseña en especial dedicada a la más importante figura de esta revuelta, Mao Tse-Tung.
Antecedentes, transcurso y desarrollo de la Revolución China(*)
Guerras y tratados comerciales desiguales a partir de 1840
La primera guerra del Opio terminó en 1842 con la firma del Tratado de Nanjing. China había sido vencida y los términos del tratado garantizaban a Gran Bretaña las prioridades comerciales que buscaba. Durante los dos años siguientes, tanto Francia como Estados Unidos obtuvieron tratados similares. China vio estos tratados como desagradables pues eran concesiones dictadas por bárbaros ingobernables; sin embargo, su sumisión a las cláusulas comerciales respecto a la expansión del comercio estaban muy por debajo de las expectativas de las potencias occidentales. Tanto Gran Bretaña como Francia encontraron pronto ocasión para renovar las hostilidades y durante la segunda guerra del Opio (1856-1860), aplicaron la presión militar a la capital de la región en el norte de China. Se firmaron nuevos tratados en Tianjin en 1858, que extendieron las ventajas occidentales. Cuando el gobierno de Pekín se negó a ratificarlos, se reabrieron las hostilidades. Una fuerza expedicionaria franco-británica penetró hasta Pekín. Después de que el palacio de Verano fuera incendiado como venganza por las atrocidades chinas infligidas a los prisioneros occidentales, se firmaron las Convenciones de Pekín, en las que se ratificaban los términos de los tratados anteriores.
Estos tratados, conocidos en su conjunto en China como los `tratados desiguales', determinaron las relaciones chinas con Occidente hasta 1943, cambiaron el curso del desarrollo social y económico chino y obstaculizaron de manera permanente la política de la dinastía Manchú. De acuerdo con sus disposiciones, los puertos chinos se volvieron a abrir al comercio internacional, se permitió la instalación de colonias de residentes extranjeros, y se cedieron de forma permanente a Gran Bretaña los territorios de Hong Kong y Kowloon. Además se garantizó a los súbditos de los Estados firmantes de los tratados la extraterritorialidad, de modo que casi todos los extranjeros en China quedaban bajo la única jurisdicción de sus consulados y sólo estaban sujetos a las leyes de sus países de origen. Todos los tratados presentaban una cláusula de nación más favorecida, bajo la cual cualquier privilegio que extendía China a una nación era automáticamente extendida a todos los demás Estados signatarios de los tratados. Con el tiempo se fraguó el control extranjero sobre toda la economía china. Los tratados marcaron los aranceles sobre los bienes importados por China en un máximo de un 5% de su valor; esta disposición hizo que China fuera incapaz de recaudar suficientes impuestos sobre las importaciones, lo que impidió proteger a las industrias nacionales y promover la modernización económica.
La rebelión Taiping
Durante la década de 1850 se agitaron los cimientos del imperio por la rebelión Taiping, una revolución popular de origen religioso, social y económico. Su dirigente, Hong Xiuquan se llegó a considerar a sí mismo hermano pequeño de Jesucristo, al que por mandato divino se le había ordenado deshacerse del mandato manchú de China y establecer una dinastía cristiana. La rebelión surgió en la provincia de Guangxi en 1851; hacia 1853 los Taiping se habían desplazado hacia el norte y establecido su capital en Nanjing. Aunque no fueron capaces de ocupar Pekín, hacia 1860 estaban firmemente atrincherados en el valle del Yangzi Jiang y amenazaban Shanghai.
la dinastía manchú, enfrentada a la realidad de tener que mantener relaciones con los más poderosos Estados occidentales y destrozada por una rebelión interna de proporciones sin precedentes, pretendió reformar su política para garantizar la supervivencia del imperio. Desde 1860 a 1895 se hicieron intentos para restaurar el gobierno siguiendo principios confucianos con el fin de solucionar los problemas internos, sociales y económicos, y permitir la introducción de tecnología occidental que reforzara el poder del Estado. Los manchúes eran incapaces de proporcionar las directrices para tales programas, por lo que los reformistas se dirigieron hacia los oficiales chinos de las provincias. Gracias al poder imperial que les había concedido una mayor autoridad financiera, administrativa y militar, algunos de estos oficiales chinos habían tenido importantes éxitos al llevar a cabo sus programas. Durante las décadas de 1860 y 1870, en gran medida a través de los esfuerzos de los gobernadores Tseng Kuo-Fan y Li Hongzhang, se sofocó la rebelión Taiping, se restauró la paz interna, se establecieron arsenales y astilleros, y se abrieron varias minas. Sin embargo, los objetivos de mantener un gobierno confuciano y desarrollar un poder militar moderno eran básicamente incompatibles. La dirección de este programa de modernizaciones fue desempeñada por los burócratas neoconfucianos, graduados siguiendo el sistema de exámenes para funcionarios públicos. Sin embargo, estos hombres estaban pobremente equipados o estaban encargados de llevar a cabo programas parciales de modernización cuyo objetivo era aumentar el poder estatal; en consecuencia, los esfuerzos de China por fortalecerse desde 1860 a 1895 fueron inútiles.
Esferas de influencia extranjeras
En principio, los Estados occidentales tendían a consolidar sus beneficios bajo la firma de tratados desiguales más que a buscar privilegios adicionales. Sin embargo, en 1875 Occidente y Japón comenzaron a desmantelar el sistema chino de estados tributarios, mantenidos en el sureste de Asia. Desde 1875 las islas Ryukyu cayeron bajo el control japonés. La Guerra Chino-francesa de 1884 y 1885 puso Tonkín bajo el imperio colonial francés y al año siguiente Gran Bretaña ocupó Birmania. En 1860 Rusia obtuvo las provincias marítimas del norte de Manchuria y los territorios al norte del río Amur. En 1894 los esfuerzos japoneses por anexionarse Corea originaron la Guerra Chino-japonesa. China sufrió una derrota decisiva en 1895 y se vio forzada a reconocer la pérdida de Corea, pagar una enorme indemnización de guerra y ceder a Japón la isla de Taiwan y la península de Liaodong, en el sur de Manchuria.
Rusia, Francia y Alemania reaccionaron de inmediato ante la cesión de la península de Liaodong, pues suponía otorgar a Japón una posición prioritaria en la región más rica de China. Estos tres Estados intervinieron demandando que Japón devolviera Liaodong a cambio de una mayor indemnización económica. Una
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