La Vida Cotidiana En La Edad Media
nicova352 de Septiembre de 2014
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LA VIDA CORIDIANA EN LA EDAD MEDIA
La Climatología
Fenómenos meteorológicos adversos como las inundaciones, las granizadas o las sequías, podían provocar hambrunas que terminaban con la vida de muchas personas. En este ámbito lo divino se mezclaba con lo racional y es que muchas de estas desgracias eran atribuidas a poderes superiores que les castigaban por alguna acción mal cometida.
La climatología era temida no sólo cuando mostraba su cara más dura sino que, hechos que hoy en día no suponen un problema, para ellos podía llegar a ser una cuestión de supervivencia. El invierno era la estación más dura, el frío era muy temido. Las chimeneas no conseguían calentar todas las estancias del hogar debido a los materiales utilizados y a que los tiros de las mimas dejaban escapar demasiado calor. Por ello, quienes disponían de animales de granja, convivían con ellos para aprovechar el calor que emanaban de estas bestias.
De cualquier forma, y para luchar contra este hecho, en los siglos medievales era común el uso de pieles y de ropajes gruesos.
La vivienda medieval
En los hogares, además de encontrar en todos ellos la chimenea, podemos establecer unos prototipos que han sido estudiados por la etnología, la antropología y la arqueología.
La casa, como en cualquier otro aspecto de la vida cotidiana medieval, dependía del nivel socio-económico de sus habitantes pero también del siglo del que hablemos -no está de menos recordar que la Edad Media abarca un espacio de tiempo tan amplio como de 1000 años- y la zona geográfica a la que nos refiramos. Así por ejemplo los materiales de construcción en muchos de los casos no dependerán tanto de la clase social como de los materiales más abundantes de esas zonas -por ejemplo en la zona más occidental de la Península las casas eran construidas con piedras mientras que en los Pirineos abundaba la madera y en el sur el barro-.
Las viviendas de los campesinos contaban con una sola estancia que hacía al mismo tiempo de cocina, salón y habitación. En este habitáculo también se trabajaba, se almacenaba la cosecha y los útiles de arar. Si por el contrario eran artesanos, éstos compartían su casa con el taller y en muchos de los casos incluso con la tienda, abierta ésta al público. Con el paso del las casas tiempo se dividirán en varias dependencias estableciendo en cada una de ellas una actividad concreta. En ambos tipos de construcciones, a la casa se une un pequeño patio trasero donde pueden instalar un huerto, un corral, un pozo, un horno o la tan sabida letrina.
En el otro espacio, el urbano, las casas se convierten en reflejo del poder de las personas demostrado por medio de la fachada. Con el aumento de la población urbana, las necesidades organizativas y visuales de las ciudades mejoran. Las casas más habituales en las ciudades se componen de dos pisos y están construidas de piedra y madera, material que hacía peligroso el uso de velas por las noches. En ciudades como Sevilla o Córdoba, las casas estaban construidas bajo una clara influencia musulmana cultura de la que habían conservado el gusto por los patios interiores, independientemente de la clase social, los colores vivos y la presencia de pozos o fuentes.
El mobiliario
El mobiliario o ajuar presente en los hogares era escaso. En las casas más humildes estaba compuesto por aquellos muebles imprescindibles como la mesa, las banquetas, un arca para guardar la comida o la cama, que llegará a convertirse en elemento diferenciador. El material habitual para los colchones era la paja aunque las clases acomodadas podían disfrutar de uno hecho de plumas que recubrían con sábanas o calientes mantas de pieles. El soporte de las camas podía ser bien un tablón de madera, bien varias sillas puestas en fila, este último el común en las zonas rurales donde la cama era compartida por toda la familia.
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