La democratización
Juliana MayoreResumen10 de Junio de 2023
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La democratización
Luego de la derrota de la guerra de Malvinas, en 1982, y con el advenimiento de la democracia en 1983, se vislumbraba la posibilidad de vivir con un cierto grado de “civilidad”, considerando que uno de los medios para alcanzarla sería la ampliación de las políticas públicas, con un carácter de universalidad, para posibilitar la recuperación de los niveles de protección social, de empleo y de condiciones de vida de tiempos atrás. Sin embargo, “las ilusiones democráticas” poco duraron. La calidad de vida de los argentinos no mejoró, la hiperinflación comenzó a corroer los salarios de los trabajadores y la desocupación generó los saqueos. A esto se le sumó que, durante el gobierno de Alfonsín, se decretaron las leyes de Punto Final y Obediencia Debida y durante el gobierno de Menem el Indulto a los militares. Estas leyes son hoy en día cuestionadas en la justicia.
En lo que se refiere a la organización de la categoría profesional, la articulación que ésta consiguió luego de la dictadura también fue positiva. Los espacios académicos se organizaron, a nivel nacional, a partir de la Federación Argentina de Unidades Académicas de Trabajo Social. Hoy en día esta Federación cambió de nombre, pasando a denominarse Asociación Argentina de Formación Académica en Trabajo Social. Es importante destacar la política de postgrados que se viene fomentando en la Argentina, que posibilita el crecimiento de las producciones teóricas e investigaciones
Desafíos
Pasadas tres décadas del golpe de Estado de 1976, la sociedad argentina se ha modificado, así como el Trabajo Social. Evidentemente se ha realizado un salto cualitativo. Es un escenario donde se implanta como modelo de gestión social el proyecto neoliberal, cuyo interés principal es la “salud del mercado”, desmantelando el Estado, privatizando el Estado, proponiendo un programa de políticas públicas con una connotación cada vez más privadas. En la década del 90, gran parte de la sociedad argentina fue sometida a la pobreza extrema y vio degradarse su calidad de vida. Las condiciones de trabajo de los trabajadores sociales, también sufrieron el impacto de las transformaciones que se produjeron en el interior del Estado. Aquí les cabe un papel fundamental a los colegios profesionales del país, encargados de fiscalizar el ejercicio profesional, ya que las “barreras” entre las profesiones son cada vez más tenues.
En lo que se refiere a la universidad, no tenemos duda del proceso de consolidación de las carreras de grado y del importante nivel académico que estas han alcanzado. Somos conscientes de que, a la universidad, cada vez más, se le quiere dar un papel instrumental, productivista y utilitarista; uno de los desafíos que nos son puestos, es luchar contra esta imposición, construyendo una universidad verdaderamente democrática. Otro desafío es fortalecer los núcleos y centros de investigación que existen en el país; ello es un desafío doble, teniendo en cuenta las condiciones adversas en que se desarrollan las tareas de investigación, acompañados de un escaso financiamiento y la falta de una política seria y consistente. En el plano de la vida social, seguimos reafirmando nuestro compromiso con los sectores subalternos, con las clases con las que trabajamos cotidianamente; esto se traduce en la lucha por democratizar el acceso a la educación, a la cultura, a los servicios sociales, es decir, por la ampliación de las políticas públicas, con carácter de universalidad, con garantía real de los derechos sociales, que también se traduce en la construcción de una cultura política verdaderamente democrática.
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