La lectura nos comienza diciendo que al incorporse el nuevo mundo a la cristinidad se integro un ámbito cultural formado por un conjunto de creencias
NatPatlanResumen23 de Abril de 2018
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La lectura nos comienza diciendo que al incorporse el nuevo mundo a la cristinidad se integro un ámbito cultural formado por un conjunto de creencias y normas que constituían el vínculo de unión de una población, nos habla como los responsable del mantenimiento de aquella ideología común eran los clérigos, los estudiosos de los los monasterios y los laicos asistentes de las escuelas catedráticas
Entre los siglos XVI a XVIIIÉpoca de la Colonia los principales rasgos de la educación fueron: la evangelización indígena con unos primeros intentos de instruir a los hijos de los caciques principales, proyecto que luego abandonaron; la fundación de universidades que permitieron discusiones teológicas, filosóficas y científicas en las que se presentó la difícil polémica con la ilustración; las ordenanzas de los virreyes sobre la instrucción de párvulos y la educación femenina en las prácticas religiosas y el canto pero excluidas de los conocimientos eruditos.
El portavoz de la primera demanda de escuelas reales fue el contador Rodrigo de Albornoz su petición se refería a la necesidad de educar a los hijos de caciques y princioales, la juventud criolla que todavía no se hacía presente Durante el siglo XX la educación en México sufrió distintas transformaciones vertiginosas que revolucionaron por completo estructuras sociales que habían imperado durante si- glos. Dos de estos cambios fueron: el desarrollo de políticas de estado orientadas a hacer que la población pudiera acceder a una instrucción pública y, por otro lado, el que las mu- jeres pudieran gozar del derecho de estudiar al igual que los varones, desde los niveles más básicos de la educación elemental, hasta una de tipo universitaria.
Estos cambios, que en buena medida fueron resultado del proceso de la Revolución Mexicana, nos parecen hoy día una de las soluciones más acertadas para promover el desarrollo personal e intelectual de la población; de tal forma que en el futuro los estudian- tes puedan acceder a mejores oportunidades de vida y empleo. Así también los proyectos gubernamentales de instrucción pública orientados a llegar a las comunidades más po- bres – que por lo general son indígenas – han sido planteados como una estrategia para revertir el rezago y “hacer progresar” a dichas localidades y sus habitantes.
Resulta impactante pensar que algunos de estos grandes logros que ahora atribuimos a la Revolución Mexicana, se hubiesen proyectado ya durante el siglo XVIII, época en la que México, conocido como la Nueva España, se hallaba bajo el dominio de la Corona espa- ñola. En aquel periodo la dinastía de los Borbones, era quien gobernaba al imperio hispá- nico. Los monarcas de dicha familia promovieron como una de sus principales políticas crear Escuelas de Primeas Letras para las poblaciones indígena en las que los niños y niñas podrían estudiar. Con este proyecto la casa de Borbón pretendía dar solución a un problema que antaño, había quedado pendiente en la agenda de la anterior dinastía de los Habsburgo.
La educación no consistía en alfabetización y que la capacitación en oficios mecánicos se dio simultáneamente, como parte de la acción docente de los religiosos. Lo que interesaba a clérigos y laicos encargados de la educación era la socialización de las nuevas generaciones, la adaptación de los jóvenes a aquellas tareas que desempeñarían cuando llegasen a adultos y la interiorización de los valores que consideraban esenciales los grupos dominantes.
El objetivo inicial de la evangelización de los indios llevaba consigo el proyecto de imponer las costumbres propias de la civilización occidental cristiana. A medida que la sociedad se hizo más compleja, el objetivo cristianizador se convirtió en regulador del orden social, de modo que a lo largo de los 300 años de vida colonial, lo que se impuso fue un sistema que aspiraba a inculcar en cada individuo la convicción de que su lugar en la sociedad estaba determinado por la Providencia. Aunque la instrucción escolar estuvo reservada a una minoría urbana, la formación cristiana y el respeto al orden establecido penetraron en las conciencias de los individuos de cualquier edad, sexo y condición, de modo que se aseguró la aceptación de la desigualdad y el mantenimiento del régimen colonial.
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