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La octava elección de Díaz por unanimidad


Enviado por   •  4 de Julio de 2013  •  Informes  •  1.472 Palabras (6 Páginas)  •  425 Visitas

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Capítulo 10: La octava elección de Díaz por unanimidad

A fines de 1876 Díaz se adueñó del país por la fuerza y se proclamó Presidente por unanimidad. En 1880 cedió el Gobierno a su amigo Manuel González, quien reinstaló a Díaz en 1884. después Díaz fue reelegido cada 4 años por unanimidad durante 20 años hasta 1904, en que el periodo presidencial se alargó a 6 años, y por séptima vez fue elegido por unanimidad. Finalmente el 10 de julio de 1910 Díaz resultó elegido Presidente de México por octava vez.

En marzo de 1908, a través de James Creelman y del Pearson’s Magazine, Díaz anunció al mundo: 1º que por ningún motivo consentiría en aceptar un nuevo periodo como presidente; y 2º que le agradaría transferir personalmente el poder a una organización democrática.

Esta declaración parecía una paradoja, de modo que los hombres inteligentes del elemento progresista se unieron para proyectar un movimiento que, sin estar en oposición directa contra Díaz, pudiera abrir a la vez una brecha hacia la democracia. De esta forma se organizaron varios clubes que formaron un organismo central conocido como Club Central Democrático. Tan pronto como la popularidad del Partido Demócrata se hizo evidente, Díaz actuó para destruirlo. El primer intento abierto en contra de dicho partido consistió en cortar en flor la propaganda a favor de Reyes relegando en remotas partes del país a una docena de oficiales que habían manifestado simpatías por la candidatura de Reyes. Los diputados Urueta y Lerdo de Tejada, hijo, y el senador José López Portillo, fueron de los primeros a quienes se privó de sus puestos. Asimismo, fueron expulsados muchos estudiantes de las escuelas de jurisprudencia, minería, medicina y preparatoria, tanto de la Ciudad de México como en Jalisco, por apoyar la candidatura de Reyes. Siguió una larga lista de arrestos y ejecuciones de miembros del movimiento demócrata en todo el país. Eran acusados de sedición, pero nunca se presentaron pruebas para demostrarlo. En este movimiento no hubo intentos de rebelión armada o de violación de las leyes. Lo más notable de esa represión fue el trato que recibió el candidato del partido Demócrata, Bernardo Reyes, gobernador del estado de Nuevo León. Reyes nunca aceptó su postulación y la rechazó cuatro veces. Además, durante los meses en que le llovieron calamidades sobre él y sus amigos, nunca dijo una palabra que pudiera interpretarse como ofensa contra Díaz. Como candidato, Reyes no satisfacía por completo el ideal de los dirigentes, pero fue designado porque se creía que podría dirigir la orquesta. Reyes era una figura con fuerza militar y se requería un personaje así para atraer al pueblo cuyos temores eran grandes.

Reyes prefirió no dirigir la orquesta y tras rechazar la candidatura cuatro veces se retiró a su residencia campestre a esperar que pasara la tormenta sin hacer el menor movimiento que pudiera ofender al Gobierno.

Díaz impuso una multa de 330 mil dólares a los socios financieros de Reyes y Reyes fue capturado por Treviño para que presentara su dimisión. Por último se le envió fuera del país con una supuesta misión militar en Europa, pero en realidad desterrado de su patria.

Todos estos actos, en vez de intimidar al pueblo, sólo sirvieron para que el pueblo formulara con más energía sus demandas. El partido de oposición encontró un nuevo jefe en Francisco I. Madero, un distinguido ciudadano de Coahuila, miembro de una de las más antiguas y respetadas familias de México. Madero viajó en su propio coche por todo el país para pronunciar discursos en reuniones públicas, no hacía propaganda de su candidatura, sino que se limitaba a propagar los elementos del gobierno popular.

En abril de 1910 se designó a Madero como candidato a la Presidencia. Madero fue encarcelado, pero en cuanto salió seguía pronunciando discursos con la misma táctica de criticar ligeramente al Gobierno y de no alimentar alteraciones de la paz.

En la ciudad de México se efectuó una manifestación que ni el mismo Díaz habría podido organizar a su favor. Quienes participaron en ella sabían que exponían su vida y su libertad, pero fue tan grande la muchedumbre que el Gobierno se vio forzado a admitir que esa manifestación había sido un triunfo para los “maderistas”, como se llamaba a los demócratas. La prensa de Díaz se burló de Madero y su programa.

Al poco tiempo, todos los miembros de los clubes antirreleccionistas fueron arrestados y los periódicos progresistas que quedaban fueron suprimidos. El 6 de junio de 1910 Madero fue detenido en secreto durante la noche y encerrado en secreto en la penitenciaría

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