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Las Primeras Tribus De Roma


Enviado por   •  19 de Febrero de 2014  •  2.160 Palabras (9 Páginas)  •  327 Visitas

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Siete colinas de Roma (Wikipedia)

Las siete colinas de la ciudad antigua con otras pequeñas.

Las siete colinas de Roma son una serie de promontorios que históricamente han formado el corazón de la ciudad de Roma. Situadas al este del río Tíber, este conjunto geográfico ha protagonizado numerosísimos pasajes literarios y son una referencia muchas veces repetida en la cultura popular.

Las siete colinas de la Roma antigua eran:

• El Aventino (Collis Aventinus), (47 metros de alto)

• El Capitolino (Capitolinus, que tenía dos crestas: el Arx y el Capitolium), (50 metros de alto).

• El Celio (Caelius, cuya extensión oriental se llamaba Caeliolus), (50 metros de alto).

• El Esquilino (Esquilinus, que tenía tres cimas: el Cispius, el Fagutalis y el Oppius), (64 metros de alto).

• El monte Palatino (Collis Palatinus, cuyas tres cimas eran: el Cermalus o Germalus, el Palatium y el Velia), (51 metros de alto).

• El Quirinal (Quirinalis, que tenía tres picos: el Latiaris, el Mucialis o Sanqualis, y el Salutaris), (61 metros de alto).

• El Viminal (Viminalis), (60 metros de alto).

Estas siete colinas figuran de forma prominente en la mitología romana, su religión y su política; tradicionalmente, se cree que la ciudad original fue fundada por Rómulo y Remo sobre el monte Palatino (Collis Palatinus). Las primitivas siete colinas eran: Cermalus, Palatium, Velia, picos del monte Palatino, Cispius, Fagutalis, Oppius, picos del monte Esquilino, y Sucusa.

Inicial y tradicionalmente, las siete colinas fueron ocupadas por pequeños asentamientos que se agruparon y formaron una ciudad conocida como «Roma». Los ciudadanos de las siete colinas comenzaron a participar en una serie de juegos religiosos que comenzaron a unir a los grupos. La ciudad de Roma nació por tanto una vez que los asentamientos comenzaron a actuar como grupo, drenando los valles pantanosos que los separaban y convirtiéndolos en mercados y foros.

Los Latinos:

Los latinos en un momento dado dieron vida a estructuras estatales (entre ellas la romana), que si bien no eran de su misma base racial, y estaban abiertas a nuevas aportaciones étnicas, incentivaron un sistema de valores común, teniendo originalmente como puntos de referencia, la virtud individual en todas sus manifestaciones y una visión aristocrática de la vida que impregnó a toda la colectividad.

Cercados y federaciones

Actualmente se ha determinado históricamente el arribo de una población diferente de la previamente residente en el Lacio en época protohistórica. Tal población, basándose en consideraciones de índole lingüística y una serie de hallazgos arqueológicos, ha sido identificada con los latinos. Da fe de ello la simple comparación de los sepulcros en los que se usaba el rito de la incineración, en tanto que en los sepulcros de épocas anteriores se acostumbraba exclusivamente al rito de la inhumación. El primer sepulcro que muestra este nuevo rito es datable en torno al siglo X a. C. y se encuentra en la zona de los Montes Albanos, al sur de la actual Grottaferrata, pero pudo difundirse en otras partes del Latium, incluyendo a Roma, basándose en estas consideraciones se fundamentó la tradición romana de que este grupo constituía el eje de la nación latina.

En la primera Edad de Hierro, la forma de poblamiento de los latinos se articulaba en una serie de agrupamientos rurales autónomos, teniendo a menudo como centro un cercado o aldea fortificada (oppidum), en torno a la cual se coligaban estrechamente. Es evidente que en aquella época mantenían un profundo sentimiento de pertenencia, por tener un origen y un culto común, lo que indujo a que muchas de estas entidades crearan verdaderas federaciones o ligas. Estas, que originalmente tuvieron un carácter eminentemente religioso, con el tiempo debido a su éxito derivaron en organizaciones en pro de la defensa del territorio, del comercio y otros asuntos de común interés. La liga albense fue probablemente la más antigua entre las federaciones del Latium Vetus y estaba constituida por unas treinta aldeas con su centro situado sobre el Monte Albano (populi albenses), según señala Plinio el Viejo. El corazón de este gran agrupamiento de poblados era la ciudad de Alba Longa, arrasada en torno a la mitad del s. VII a. C. por Roma, que la sustituyó en la dirección de la liga. Al final de esta misma centuria y en las siguientes, muchos otros centros latinos fueron absorbidos por el estado romano, que ahora era gobernado por una dinastía etrusca

Pensamiento Jurídico

Los latinos siempre se distinguieron por su acentuada y estricta concepción de la legalidad, que se reflejó en todos los ámbitos de la vida pública y privada. En la época arcaica los litigios y las controversias eran resueltos mediante acciones individuales, que sin embargo debían conformarse a lo determinado por la costumbre y gozar de suficiente aprobación social. Con el desarrollo de la primera ciudad-estado la justicia pasó a ser administrada por la autoridad pública, personificada frecuentemente por el mismo rex que frecuentemente era también el guía religioso de la comunidad, el pontifex maximus o sea el sumo sacerdote. Correspondía a él legislar y designaba a las personas o los órganos colegiados que le apoyarían en el desarrollo de sus funciones.

En el curso de la primera mitad del siglo V a. C. fue cada vez más patente la necesidad de la codificación escrita del derecho, que impidiese las interpretaciones arbitrarias de la normatividad y los abusos, sobre todo en detrimento de las clases sociales más débiles. Algunos historiadores enmarcan este fenómeno en el ámbito, por un lado, de una progresiva democratización de la sociedad latina de ese tiempo, y por otro, de la necesidad de clases populares de poder contar con instrumentos de protección (y certidumbre) jurídica, necesarios para alcanzar su emancipación social y económica.

Hacia 451 a. C. / 450 a. C., en la más influyente y poblada ciudad latina, Roma, se da un primer ordenamiento jurídico por escrito, atendiendo ampliamente a que estuviese acorde con las antiguas tradiciones y las concepciones éticas de la nación latina. Se advierte en este código, generalmente conocido como Ley de las XII Tablas, un fuerte sentido de integridad y de austeridad, típico del pueblo latino y su profunda aversión por todo aquello que atentase contra el honor, la

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