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Las guerras floridas


Enviado por   •  8 de Octubre de 2012  •  Informes  •  980 Palabras (4 Páginas)  •  439 Visitas

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1325-1376 Tenoch (Tuna de Piedra) Fundador de Tenochtitlan

1377-1389 Acamapichtli (El que empuña la caña) Primer Señor Mexica

1390-1410 Huitzilíhuitl (Pluma de colibrí) Segundo Señor Mexica

1418-1427 Chimalpopoca (Escudo que humea) Tercer Señor Mexica

1427-1436 Izcóatl (Serpiente de pedernal) Cuarto Señor Mexica

1440-1464 Moctezuma Ilhuicamina (Flechador del cielo) Quinto Señor Mexica

1469-1481 Axayácatl (Cara en el agua) Sexto Señor Mexica

1481-1486 Tizóc (Pierna enferma) Séptimo Señor Mexica

1486-1502 Ahuízotl (Perro del agua) Octavo Señor Mexica

1502-1520 Moctezuma Xocoyotzin (Señor joven y sañudo) Noveno Señor Mexica

1520 Cuitláhuac (Excremento seco) Décimo Señor Mexica

1520-1521 Cuauhtémoc (Águila que cae) Décimoprimer Señor Mexica

Las guerras floridas (Xochiyaoyotl en náhuatl) fueron la cacería divina del hombre mesoamericano hecha por el dios Sol. Para el hombre prehispánico el sol, al salir en el oriente, mataba con las flechas de sus cuatrocientos (innumerables) rayos de luz a las cuatrocientas estrellas. Vencía a la Noche y se hacía el Día. Era un guerrero celeste, Ilhuicamina, flechador del cielo. Como el águila es el ave suprema cazadora del cielo, ella representa al sol. El águila desciende sobre el nopal, y atrapa en sus garras las tunas florecidas que representan al corazón del hombre, el cuauhnochtli, la tuna del águila.

En Xochimilco, al sur de la Ciudad de México se encontraron los restos de un niño de tres a cuatro años cuyos huesos presentaban una coloración naranja o amarilla traslúcida; texturas tersas o vítreas, y compactación del tejido esponjoso, además de estrellamiento del cráneo. Dado que después de sacrificarlos los mexicas solían hervir algunas de las cabezas, los arqueólogos concluyeron que el cráneo fue hervido y que se estrelló debido a la ebullición de la masa encefálica. Fotografías del cráneo han sido publicadas en revistas especializadas.17En Tuly, los toltecas asociaban la práctica de sacrificios humanos a la veneración de Tezcatlipoca. En la mitología mexica, a partir de las reformas de Tlacaélel el sacrificio era el recurso humano para salvar al universo de su destrucción, asegurando la supervivencia del sol, y con ello la vida misma. Un ciclo de 18,980 días se repetía cada 52 años, al término del cual el «Quinto Sol» (Nahui Ollin) corría el riesgo de extinguirse para siempre, y la tierra de ser dominada por seres de la noche. Un enemigo debía entonces ser sacrificado en el monte Huixachtépetl para hacer brotar el fuego nuevo, después de lo cual sangre y corazones humanos debían, periódicamente, nutrir al dios en los siguientes 52 años. La práctica servía también a una estrategia de dominación: garantizar los privilegios de las clases dominantes.Para interpretaciones más modernas como la de Lloyd deMause, resulta significativo que las víctimas fueran investidas de un profundo significado cosmológico. Según los psicohistoriadores el sacrificio era una forma inconsciente de vengar los métodos brutales de puericultura en la

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