Lima 1930

1.1. Geografía:

A mediados de 1930, la capital pasó de los 200 mil habitantes que tenía en 1920, a 280 mil habitantes, incrementando notablemente su territorio: de 1426 a 3012 hectáreas. Esto acompañado con las obras que se dieron en los años del Oncenio de Leguía, dejó una Lima con centros urbanos esparcidos, a las afueras de la antigua muralla de la Lima Colonial, para lo que se construyó largas avenidas para conectar los nuevos centros urbanos con la ciudad antigua de Lima, como es el caso de la Avenida Leguía, que pasó a llamarse Arequipa tras el ingreso de Sánchez Cerro al poder, el crecimiento de San Isidro Y Miraflores, con la creación del Olivar y el Golf de San Isidro. A continuación, se presenta imágenes de la vieja Lima y la nueva Lima post - Oncenio.

Finalmente, se presenta un mapa creado en 1934 para ubicar los diversos sitios arqueológicos precolombinos en la ciudad de Lima, en donde se aprecia algunas de las avenidas construidas en aquel entonces, además de la ubicación de centros urbanos de la época, por lo que se puede sostener que estos estaban esparcidos a través del territorio de Lima, con gran distancia entre ellos. 1.2. Ideología La influencia del discurso de José Carlos Mariátegui, Fernando Belaunde y Víctor Raúl Haya de la Torre, representan, por su lado, la esencia del discurso político de la segunda ola de la modernidad y encarnan de alguna manera los inicios del pensamiento socialista y nacionalista en el Perú de 1930. A su vez, también se perciben, en ellos, rasgos de la tercera ola de la modernidad, caracterizada por una radicalización del individualismo, de la voluntad y el reforzamiento del poder. Evidentemente, las tradiciones socialistas y socialdemócratas palpables en Mariátegui y Haya, respectivamente, en buena medida provienen también de la combinación de la Ilustración francesa con la Ilustración alemana. Mariátegui, por ejemplo, toma al marxismo como un método de interpretación histórica de la realidad, pero igualmente lo considera una praxis que debe servir para la transformación de la masa proletaria, esto es, para la revolución (claro nexo con la Ilustración francesa). Es evidente, entonces, que el periodo en cuestión también recibe la influencia de la tradición romántica alemana, que muchas veces se tiende a confundir con el pensamiento tradicional o pre moderno, desconociendo que sigue siendo una manifestación del propio pensamiento moderno. Así pues, el carácter universalista y obrero del marxismo será atenuado en Mariátegui por un pensamiento político más bien nacionalista y campesino (atendiendo su presencia mayoritaria en nuestro medio). Asimismo, su romanticismo se apreciará en la reivindicación del espíritu heroico (exaltado antes por el propio Sorel o por Spengler) y en esa proyección mítica o idílica de una comunidad indígena compacta y poderosa, que nos haría recordar mucho las afirmaciones de los románticos alemanes en torno a la pureza de su comunidad germánica.

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