MÉXICO UN PUEBLO EN LA HISTORIA: EL TRIUNFO DEL CAPITALISMO
OscarHS_Resumen24 de Agosto de 2017
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MÉXICO UN PUEBLO EN LA HISTORIA: EL TRIUNFO DEL CAPITALISMO.
ENRIQUE SEMO
Durante el periodo de 1940-1960, la agricultura es desplazada por la industria en especial la manufacturera, como impulsor de la economía. Así mismo se surge y se consolida el capital financiero. Este desenvolvimiento, resulto de una base agraria y activa participación del Estado, acompañado por la creciente inestabilidad del sector externo, una acentuada concentración del ingreso y la participación ascendente del capital extranjero.
La industria de transformación se coloca como el mayor generador de PIB. Acompañado por un incesante aumento de precios y con una inflación de 10% la cual era menor respecto a los demás países de América Latina. No obstante para 1976 la moneda presenta la mayor de sus devaluaciones fijándose en 12.50 pesos por dólar. Por ello el periodo de 1940-1956 se considera como de “crecimiento con inflación e inestabilidad cambiaria”.
La reforma agraria supuso, la arremetida final contra el latifundio de tipo porfiriano, uno de los pilares fincado en la exportación de productos minerales y agrícolas. Además de contribuir a la ampliación del mercado interno proveyendo de recursos humanos y materiales, respondiendo así a la demanda de campesinos, donde el ejido jugaba un papel básico. Para pasar luego a propiedad privada.
El reparto de tierras, combinando con el aumento de las obras de riego y crédito, así como con la mayor tecnificación y productividad de ciertas regiones, imprime al campo un dinamismo que se le considera como “crecimiento impulsado por el sector agrícola” al lapso de 193-1956. Se producen los alimentos y las materias primas requeridas por las ciudades y la industria en plena expansión, así como las exportaciones generadoras de divisas, imprescindibles para la compra de maquinaria y equipo extranjero.
Por otra parte, la nacionalización de los ferrocarriles, la expropiación del petróleo y el propio surgimiento de la Comisión Federal de Electricidad, amplia la intervención del Estado en terreno económico, y abre los cauces para redefinir la articulación con el capital extranjero.
Antes de que Manuel Ávila Camacho asumiera la presidencia, el gobierno no había formulado un producto industrializador. Esto es abierto por la Segunda Guerra Mundial, la existencia de bases internas, el interés por detener el programa cardenista y encauzar las fuerzas sociales para colocar el impulso a la industria.
Se promueve el proceso de Sustitución de Importaciones. Se caracteriza por producir internamente los artículos importados, se vincula una mayor participación del Estado definiendo con ello los niveles óptimos de empleo, distribución del ingreso, autonomía del aparato productivo, etc. Dicha política proteccionista se utiliza para fomentar la expansión de la industria y no para responder a las fluctuaciones de la balanza de pagos. Se perfeccionan los incentivos de pagos, subsidios, exenciones de impuestos a la producción de manufacturas y se readecua el funcionamiento de instituciones públicas como Nacional Financiera, para promover la inversión industrial o del Banco de México, que desarrolla la conducción de la política monetaria y crediticia del país.
El Estado participa en la producción de combustible y electricidad, cuyos reducidos precios junto a la creación de infraestructura básica amplían los márgenes de rentabilidad del capital privado. Esto debido a los subsidios, protección arancelaria, energéticos baratos y obras de comunicación y transporte cercana, que caracterizo en lo fundamental de propiedad pública al servicios de los grandes capitales nacionales y extranjeros.
En los primeros años el proceso es predominantemente de carácter nacional: las inversiones públicas y privadas son las dinamizan la economía. En 1940, la inversión bruta fija –destinada a reponer y adquirir maquinaria– se financia en 90% de ahorros del país. En entre 1940 y 1946 la inversión externa solo constituía un 14.5%, entre 1953 y 1958, el capital externo (inversión extranjera directa) contribuye con un 40.7%.
Ante la crisis de mediados de los cincuenta el Estado adopta una estrategia reactivadora, en la cual se busca reactivar el flujo de la inversión extranjera directa y su destino, la industria manufacturera y ramas más dinámicas y rentables. No obstante inicia una rápida expansión de la deuda externa. La tendencia ascendente de la deuda, moderada en los años 40, cobra un ritmo acelerado en los años 50 y 60 cuando el gobierno mexicano, decide no alterar la estructura del sistema impositivo, que recurre a los créditos internacionales para compensar el desequilibrio de la balanza de pagos y apoyar los programas de inversión del cual Estados Unidos era principal inversionista extranjero.
Una de los limitantes del proceso es el comercio exterior, donde el valor de las mercancías desciende con respecto a las importaciones, lo que se tradujo como un desequilibrio de la balanza comercial o de mercancías, uno de los elementos claves de la expansión de la deuda externa.
Por una parte, los productos de origen agrícola se convirtieron en los principales generadores de divisas, a costa de los minerales; por otra parte aumentaron las compras de maquinarias, equipo, materias primas y combustible. La venta de productos agrícolas, mineros o manufacturados de los países beligerantes permitió guardar ingresos en moda extranjera. Hecho que dotara de flexibilidad la economía al término de la Segunda Guerra Mundial.
Los superávit de la balanza de servicios, derivados de transacciones fronterizas y el turismo, ayudan a financiar las excesivas importaciones, pero en realidad son las entradas de capital extranjero las que compensan el continuo desequilibrio externo. En 1958 los pagos de renta a las inversiones foráneas, intereses, dividendos y regalías llegas a 143mdd.
Dichas modificaciones van acompañadas por un alto crecimiento demográfico, una urbanización acelerada, el rejuvenecimiento poblacional y cambios en la estructura poblacional económicamente activa, destacándose la incorporación de mujeres y jóvenes. Esto supone que el aumento del PIB va por la expansión de la población activa que a incrementos en la producción por hombre ocupado.
Mientras desciende la fuerza de trabajo empleada en actividades primarias, se eleva la localiza en los sectores industrial y de servicios. A la par, disminuyen el empleo en las industrias tradicionales y aumenta en las más modernas y productivas. Sin embargo el dinamismo del sector industrial es insuficiente para absorber el total de la fuerza de trabajo que emigra del campo a la cuidad, la cual queda desempleada, en condiciones de subempleo o se incorpora a los servicios.
El incremento incesante de precios, la ampliación del mercado de trabajo y la mayor inversión privada conforman junto el sistema fiscal una situación propicia para la concentración del ingreso en favor de los dueños del capital.
La primavera del capital
Al iniciarse el periodo, la canalización del ahorro nacional hacia la industria es lente y, ante la ausencia de un sistema financiero organizado difícil. Las principales instituciones de crédito son por lo general bancos de depósitos, más interesados en los préstamos a corto plazo y en los valores inmobiliarios, que en operaciones de largo plazo.
El gobierno propone ampliar la base financiera de acumulación de la burguesía, orientar el ahorro hacia actividades productivas, extender las fuentes de financiamiento del sector público e impulsar la constitución de un sector financiero, privado. Así suceden las modificaciones a las leyes de instituciones de crédito publico, las reformas a la ley organiza de Nacional Financiera y la ampliación de poderes del Banco de México. En los años ’30, surgen instituciones como: Banco de Crédito Ejidal, el Nacional de Crédito Agrícola, el de Comercio Exterior, el Urbano y de Obras Públicas y Nacional Financiera (NAFINSA).
NAFINSA, tiene como principales tareas apoyar la ampliación de la planta industrial, asistir financieramente a la empresa privada, organizar un eficiente mercado de valores y conceder préstamos garantizados a las sociedades financieras. Dos son las vías por las cuales favorece la industrialización: La inversión de valores y el otorgamiento de créditos. Tiende a concentrarse en el financiamiento público.
El Banco de México por su parte, vuelva sus amplios recursos al financiamiento industrial, público y privado. Adquiriendo bonos y valores de las firmas industriales y de las financieras, la institución pretende cubrir las deficiencias de la inversión privada. El banco erige, en los años 40, en la principal fuente de financiamientos públicos deficitarios. Con ello en vez de cargar el endeudamiento externo, es decir, cargar impositivamente la inversión del sector privado, los gastos públicos se financian con créditos no respaldados del Banco de México, mediante la emisión de moneda.
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