Miguel De La Madrid
VERAza18 de Junio de 2013
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Los retos de Miguel de la Madrid.
Como en 1976, Miguel de la Madrid se encontraba con la urgencia de sacar al país de la crisis económica. En el sexenio anterior, gracias al descubrimiento de yacimientos petrolíferos se pudo sostener la situación económica del país recurriendo al endeudamiento, pero en esta ocasión la exigencia era extrema y medidas económicas apremiantes moldearían el rumbo del gobierno durante este periodo. El modelo económico del régimen había colapsado, era momento
de buscar nuevas alternativas, y la apertura comercial y las políticas financieras
restrictivas darían la pauta para el nuevo modelo económico a seguir. En el
aspecto político el panorama también era poco alentador para el régimen. Las
sucesivas crisis económicas afectaron el bienestar de la población, provocando
que nuevos actores, y otros que habían permanecido alineados al sistema,
pudieran aparecer ahora como opositores al régimen.
Así es que los objetivos en materia económica estaban en lo más alto de
las prioridades del gobierno entrante; en materia política, una reforma al sistema
no era prioritaria, las instituciones se mantenían fuertes y la oposición, aunque
daba signos de poder fortalecerse, seguía siendo minoritaria. La finalidad
principal de Miguel de la Madrid era “lograr la transformación estructural de un
sistema económico que acababa de mostrar su inviabilidad histórica”1. Para
lograr lo anterior, de la Madrid planteó que la relación con los EEUU era crucial
para que sus metas tuvieran éxito, pues se sabía que este país determinaba el
nivel de apoyo que México podía recibir de los organismos financieros
mundiales.
Aparte de EEUU, el otro objetivo de de la Madrid en política exterior sería
Centroamérica. Al igual que para su sucesor, esta región continuaría siendo
prioritaria en la agenda de Miguel de la Madrid en dos sentidos: (1) México tenía
intereses de seguridad en la región, y (2) era una manera de mantener la
imagen progresista del régimen. Lo que cambiaría durante este sexenio en
relación al papel de México en Centroamérica sería la forma en la que lo
abordaría, pues los esfuerzos se tratarían de enfocar en multilateralizar el
asunto buscando el apoyo de otros países que tuvieran intereses en esa región.
El esfuerzo de México en política exterior entonces se centraría en
EEUU, en materia económica, y Centroamérica, en materia política. La
estrategia sería mediante de una política económica austera, ganarse la
confianza de los empresarios y gobierno estadounidenses y los mercados
financieros mundiales, mientras que en Centroamérica se mantendría una
política activa que disintiera de la de Reagan, y que diera cierta imagen de
independencia con Washington. Como a inicios de los 60 en el caso de Cuba,
era primordial para México lograr un acuerdo con EEUU para disentir en el tema
de Centroamérica, pero la ideología de la administración de Reagan haría
complicado lograr dicho entendimiento.
El esfuerzo de Contadora.
Como se comentó anteriormente, la política exterior mexicana hacia
Centroamérica mantuvo cierto grado de continuidad, pues la intención de
defender intereses mexicanos en la región se mantuvo; sin embargo las formas
de aproximarse al problema serían diferentes. La acción de México vendría
ahora de manera colectiva, y si bien ya habían existido casos en los que México
buscaba iniciativas conjuntas (como en el comunicado franco-mexicano y el
Acuerdo de San José), el nivel de concertación y de trascendencia que se
buscaba con este nuevo intento no tenía precedentes. Es importante resaltar
que el cambio significativo en la política hacia Centroamérica se da en cuanto a
que México deja de apoyar a la revolución, como era el caso de Cuba, para
ubicarse en una posición más al centro, misma que le diera legitimidad para
formar una coalición de países que pretendiera un papel mediador. También un
cambio importante es el regreso de México a una política exterior acorde a sus
principios, lo cual se refleja en la aceptación de México de todos los gobiernos
del área, sin importar su legitimidad o sus prácticas.
Consecuentemente y con apenas un mes en el poder, el 8 de enero de
1983, Miguel de la Madrid envía a su canciller para reunirse con sus
contrapartes de Venezuela, Panamá y Colombia en la Isla de Contadora,
Panamá2. Con esto nace el Grupo de Contadora, en el cual, a raíz de la
radicalización de las posturas de EEUU y de Nicaragua, los cuatro países
compartían el interés de evitar una escalada militar en la región, a la vez que
tenían enfoques similares en cuanto al origen de la crisis y la forma en la que
debiese ser solucionada.
Los cuatro países creían que los problemas en la región eran el resultado
de procesos históricos inherentes al subdesarrollo, la pobreza y la existencia de
gobiernos represivos y anti-democráticos. Washington, por su parte, creía que
los problemas en Centroamérica eran originados por la intromisión soviética a
través de Cuba, y por lo tanto la existencia de movimientos revolucionarios era
del interés de EEUU porque amenazaba su seguridad. La diferencia entre estos
2
Fernando Solana, “Balance y Perspectivas del Decenio 1981-1990”, 549.
dos enfoques hacía que, por un lado los países de Contadora ubicaran al
conflicto como un resultado esperado por la situación de retraso en el área, y
por el otro EEUU situara al problema en el marco de la confrontación Este-
Oeste e hiciera inaceptable la existencia de otros satélites soviéticos en el
hemisferio.
Las sospechas de EEUU de que fuerzas exógenas habían iniciado la
crisis eran falsas, pero no se puede ignorar el apoyo logístico, económico y en
armamento que Cuba había otorgado a las guerrillas centroamericanas. Fidel
Castro, al igual que Ronald Reagan, tenía interés en alinear a los países de la
región hacia su bando. El Grupo de Contadora buscaba evitar este
alineamiento, manteniendo a los países dentro de la esfera latinoamericana, e
impidiendo a toda costa la intervención militar, la cual seguramente terminaría
en la imposición de gobiernos leales a Washington, retrasando el desarrollo de
la subregión.
En este contexto surge el Grupo de Contadora para mediar entre los
EEUU y los procesos revolucionarios centroamericanos, a la vez de que se
pedía a Cuba que sacase las manos de Centroamérica para facilitar el diálogo.
El primer proyecto del Grupo surgió en septiembre de 1983 con el Documento
de 21 Objetivos. Aquí se planteaba, principalmente, la prohibición de la
instalación de bases militares extranjeras y la presencia de asesores militares
extranjeros en el área; se proscribía el uso de territorio propio por grupos que
intentasen desestabilizar al gobierno de otro país; se apoyaba al mejoramiento
de instituciones democráticas; y buscaba fomentar la integración regional y la
cooperación. Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, más
los cuatro de Contadora, accedieron a firmar el documento, pues éste era una
declaración de intenciones, no de compromisos3.
El interés de Contadora era, sobre todo, mantener al régimen sandinista
en Nicaragua, pues era sabido que Costa Rica, Honduras y El Salvador eran
aliados de Washington y también querían aislar a Nicaragua. Inicialmente, la
estrategia de EEUU fue la de aceptar los esfuerzos de Contadora y acceder al
diálogo con los sandinistas. Durante este proceso Washington mantuvo una doble cara, pues presionaba al gobierno nicaragüense militar y económicamente, a la vez que mantenía diálogos y negociaciones, muchos de
los cuales se dieron en Manzanillo, Colima. Esta estrategia se mantuvo hasta
que Reagan fue reelegido en noviembre de 1984, cuando EEUU suspendió
unilateralmente los diálogos. Mientras tanto el Grupo de Contadora desarrolló
una serie de propuestas en el Acta de 1984.
En el Acta de Contadora de 1984 se establecen dos áreas clave del
desacuerdo: las cuestiones militares y de seguridad, y de política. Se
prohibieron la instalación de bases militares y maniobras militares extranjeras en
la región, y se establecía la democracia política como la forma de gobierno que
adoptarían los países involucrados. También el Acta incluía mecanismos de
revisión para que los acuerdos fueran cumplidos. Todos los países
centroamericanos, a excepción de El Salvador, se manifestaron de acuerdo con
el Acta. EEUU respondió que no firmaría la misma, e inmediatamente Nicaragua
cambió de parecer y también declaró que no lo haría.4
Con la negativa de EEUU, el Grupo de Contadora se dio cuenta de los
verdaderos objetivos de este país en la región. Con el Acta de 1984 se prohibía
3
Sara Gordon, México frente a Centroamérica, (México: Instituto de Investigaciones Sociales
de la UNAM, 1993), 61-62.
4
Carlos Rico, “Hacia
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