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Misioneros en Sudamérica : Pioneros del adventismo en Latinoamérica


Enviado por   •  25 de Enero de 2023  •  Resúmenes  •  4.124 Palabras (17 Páginas)  •  2.144 Visitas

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Misioneros en Sudamérica : Pioneros del adventismo en Latinoamérica 

Autor: Daniel Oscar Plenc. Asociación Casa Editora Sudamericana, 2013

Las historias que se resumirán a continuación, son sobre los primeros pioneros en los países de Latinoamérica. Personas que vinieron de otros lugares del mundo para comenzar la misión. El libro cuenta la historia de 13 personas importantes, pioneros que fueron elegidos por su accionar decisivo en los días del establecimiento de la obra. Fueron elegidos para mostrar el avance de la obra, las providencias de Dios y de los recursos infinitos de la gracia en la capacitación de los agentes que se colocan en sus manos. La importancia de evocar los nombres fundadores del adventismo sudamericano reside en el aprendizaje de las cualidades y las estrategias todavía necesarias para el avance de la causa que ellos iniciaron hasta su triunfo final. Sus principales caractisticas nos dejan el valor para esta tarea en relación a la:

  • Convicción, testimonio y entrega.
  • Creatividad, resistencia y esperanza.
  • Innovación, entereza y flexibilidad.
  • Confianza, humildad y alegría.

La proclamación de la esperanza del advenimiento que comenzó en América del Norte por 1844, llegó a Sudamérica cinco décadas después. Al resumir parte de lo encontrado en las paginas de este libro, surge el deseo y la necesidad de continuar con su legado de predicar el evangelio, siguiendo los pasos de Jesús hasta el final.

A continuación, se mencionarán los aspectos más destacados de la vida y obra de estos discípulos de Jesús, quienes, entre dificultados, errores y aciertos, siguieron la voluntad de Dios buscando glorificar su nombre y servirle:

  1. Argentina: Jorge H. Riffel, quien llegó de muy lejos decidido a compartir la esperanza del regreso de Cristo, trabajo muy duro junto a la familia Hetze y el Pastor Westphal para iniciar la obra en el pequeño pueblo de Diamante, Entre Ríos. Los primeros en abrazar el adventismo del séptimo día en Sudamérica fueran Pedro Peverini y su familia, colonos italianos radicados en Las Garzas, cerca de la ciudad de Reconquista, en la provincia de Santa Fe. Luego, se sumaron muchos más: Ernesto Roscher, Conrad Keip, José Weiss, Daniel Weiss, Godofredo Schneider, Jorge E. Bernhardt, Gottlieb Feder, Godofredo Dalinger y, poco después, Jorge Lust, Godofredo Schmidt y Godofredo Block. La obra fue en aumento, llegando nuevos misioneros y algunos colportores. Es imposible reconstruir la nómina de aquellos que fueron inicialmente llevados a la fe por el trabajo de Jorge Riffel. Ni siquiera se cuenta con la lista de los miembros de la primera iglesia. Se sabe que él bautizó a los primeros adventistas de la Argentina. Jorge Riffel estuvo íntimamente ligado a la iglesia, su organización y sus instituciones. Este hombre de Dios es recordado por su espíritu de oración, su amor por las almas y su incansable deseo de que todos conozcan a Cristo.
  2. Reinhardt Hetze fue uno de los primeros adventistas de Sudamérica y la primera persona en aceptar el mensaje por el trabajo misionero de Jorge H. Rifel. El hermano Hetze no era un pastor reconocido o un conferenciante ilustrado. Como lo había hecho en Rusia, nunca dejó de trabajar la tierra para sostener a su esposa y a sus ocho hijos. Su trabajo le permitió ser generoso con la iglesia, sus instituciones y la comunidad. En parte por su esfuerzo, la iglesia de Crespo extendió su influencia a la localidad de Ramírez, donde habría de surgir una iglesia hija. Como era frecuente entre los primeros adventistas de Sudamérica, Reinhardt fue un hombre dadivoso y entregado. Envió dinero en 1905 para la adquisición de una imprenta en Chile. En 1906 participó de una memorable reunión en Gualeguay donde so decidió la creación del Sanatorio Adventista del Plata. Tal vez no disponía de dinero, pero prometió donar una cuadra de lino para el proyecto. Su espíritu misionero se perpetuó en muchos de sus descendientes, dado que más de 50 de ellos han trabajado o trabajan como obreros en la causa de Dios.
  3. Francisco H. Westphal llegó al puerto de Diamante, Entre Ríos, Argentina, en agosto de 1894. Fu el primer ministro ordenado de los Adventistas del Séptimo Día para trabajar en Sudamérica”. Los primeros misioneros de la iglesia en estas tierras fueron algunos residentes ruso-alemanes que habían conocido el mensaje mientras vivían en el estado de Kansas, Estados Unidos y habían retornado a la Argentina para compartir su nueva fe. El hermano Jorge H. Riffel había escrito a la Asociación General solicitando un misionero que hablara el alemán. La primera iglesia se organizó en Crespo luego de reuniones organizadas y dirigidas por Francisco. Esa congregación de 36 miembros habría de ser la primera iglesia adventista organizada en el territorio de la División Sudamericana. Luego le siguieron otras en Argentina y también en Uruguay. Las responsabilidades de los primeros misioneros eran muchas, los recursos pocos y las comodidades casi nulas, aun así, continuaron trabajando, incluso, sin paga. En 1898 estuvo involucrado en el surgimiento de la educación adventista. La salud de los Westphal los obligó a trasladarse por tres años a los Estados Unidos en 1900, dejando una obra establecida en Argentina, Uruguay, Chile y Brasil, con más de mil miembros bautizados.
  4. Roberto H. Habenicht: Pionero que luchó por el “brazo derecho del mensaje”: la obra de la salud medico misionera. Como Pastor y Medico, fue llamado por la Asociación General para ir a trabajar a Entre Ríos. Luego de engorrosos trámites y de dificultades con el idioma sorteadas con esfuerzo y dedicación, en marzo de 1902 abría un consultorio médico domiciliario. Su esposa colaboraba como enfermera. La buena reputación del médico atrajo personas de los alrededores. Estaba claro que los esposos no podían seguir trabajando solos. Aun con mucho trabajo, no dejaba de viajar. Ayudó a establecer iglesias en otras provincias de Argentina y en Paraguay. Su metodología era simple. Daba consejos médicos, prescribía tratamientos y hablaba con la gente acerca del amor de Dios y del plan de salvación. La apertura oficial del Sanatorio Adventista del Plata ocurrió el 15 de noviembre de 1908. Se creo allí la escuela de enfermería que ayudaría a sumar mas profesionales. El Dr. Habenicht fue un auténtico médico misionero. Trabajó con fe en el cumplimiento de las promesas de Dios. No sólo ayudó a incontable número de personas a recuperar su salud, sino que también bautizó a 350 personas durante su ministerio.
  5. Luis Ernst: Los hermanos Ernst (Luis y Julio) integraron la primera iglesia adventista del Uruguay, organizada en 1897 y llegaron a ser los primeros pastores del país. Luis estimuló el surgimiento del Colegio Camarero y Julio fue el primer colportor nacional. Luis tuvo mucho que ver con el establecimiento de la obra en la República del Paraguay. Julio fue el primer delegado sudamericano en asistir a un congreso de la Asociación General. Por su parte, Luisa Ernst de Hugo llegó a ser una gran defensora del adventismo en su tierra y se desempeñó como tesorera de la Misión Uruguaya. En el año 1903, Luis Ernst estaba listo para iniciar su tarea como pastor y administrador. Un dato interesante que vale la pena compartir en relación a la zona donde vivimos (Misiones) es que el pastor John McCarthy celebró reuniones en Misiones y en el Paraguay para cosechar el trabajo que los colportores venían haciendo. En la ciudad de Posadas, se organizó una iglesia de 20 miembros. Entre ellos figuraban Manuel J. Brouchy y su hermano Eugenio. El primero fue por muchos años dirigente en Posadas, mientras el segundo se trasladó a Encarnación, Paraguay. El congreso de la Asociación del Río de la Plata envió, desde la provincia de Corrientes, a Luis Ernst en 1904 para afirmar a los pocos creyentes locales. El territorio abarcó inicialmente Misiones y Paraguay, incluyendo posteriormente la provincia de Corrientes y los territorios nacionales de Chaco y Formosa. Ernst fue designado primer presidente, responsabilidad que retuvo hasta 1909. En 1912 se amplió el territorio de la Misión del Alto Paraná y creció el número de obreros con la presencia de Julio Ernst, Luis A. Rojas y F. Taborda.16 Paraguay tenía en ese tiempo siete iglesias y 198 miembros. Algunos adventistas de Rusia radicados en la capital del país añadieron nuevos bríos a la denominación. En 1945 se inició una influyente obra médica y en 1948 la iglesia central de Asunción inauguró un hermoso templo. Los adventistas formaron en 1947 una nueva unidad administrativa cuando se organizó la Misión Paraguaya. Y este es el dato mas interesante: Desde el Brasil llegaron en 1906 otros miembros de iglesia al interior provincial, sin tener contacto con los adventistas de Posadas. En Picada Rusa, luego Villa Libertad, cerca de Leandro N. Alem se afincaron varias familias adventistas procedentes de Ijuí, Brasil.19 Julio Ernst fue su primer pastor. La historia del surgimiento de la primera escuela adventista del norte argentino, en Picada Rusa, merece recordarse por su extendida influencia en el tiempo. El hermano Juan Wedekamper llegó desde Punta Arenas, Chile, como primer maestro. Lo siguió Jorge Sittner. La institución educativa que hoy se llama Instituto Adventista Juan Bautista Alberdi surgió con la llegada de Daniel Leichner, en 1943.
  6. Thomas H. Davis: La obra de las publicaciones y de los colportores evangélicos en el avance de la obra en Sudamérica fue fundamental. La obra de Thomas H. Davis fue particularmente significativa, no sólo para el surgimiento de la iglesia en Chile y en Ecuador, sino como testimonio del valor de las publicaciones denominacionales para el cumplimiento de la misión de la iglesia. Su servicio como colportor comenzó en 1890 en California. Allí recibió la invitación para continuar con su ministerio en Chile. Aceptó el llamado con la decisión de testificar a todas las personas con las que se relacionara. No se sabe mucho de los inicios del adventismo en Chile, pero es probable que los primeros adventistas en llegar a Sudamérica fueran Claudio Dessignet y Antonieta S. de Dessignet. En una primera etapa Thomas H. Davis sirvió en Chile por seis años. Se casó en 1901 y regresó temporalmente a los Estados Unidos por razones de salud. A partir de estos sencillos comienzos, la obra en Chile fue desarrollándose y organizándose. Desde Chile habrían de salir misioneros resueltos a extender el mensaje del advenimiento a otros países como Bolivia, Perú y Ecuador. En 1904, Thomas H. Davis estaba en condiciones de regresar a Sudamérica, esta vez como pionero en el Ecuador. A ese país se trasladó con su familia. En el siguiente año vendió o entregó gratuitamente una gran cantidad de libros y tratados. Siguiendo la línea férrea entre Guayaquil y Quito, distribuyó publicaciones en todos los pueblos y ciudades. Davis volvió a Chile en 1908 como director de colportaje. Bajo su liderazgo creció el número de colportores en diferentes lugares del país y aumentó sensiblemente la venta de publicaciones adventistas. El nombre de Thomas H. Davis permanece como un símbolo de los misioneros que abrieron el camino para la predicación en la costa occidental de América del Sur. Su pasión por la evangelización mediante las publicaciones, su espíritu de pionero intrépido y su entrega permanente a la misión de la iglesia, resultan de inspiración para los actuales mensajeros de esperanza.
  7. Eduardo W. Thomann: está ligado a las primeras publicaciones periódicas adventistas en los países hispanos de la División Sudamericana. Fue editor de la revista misionera Señales de los Tiempos que apareció en Chile en el año 1900. Se desempeñó además como el primer director y redactor de la Revista Adventista en español. Su entusiasmo por la predicación de las buenas nuevas de salvación lo llevó a recorrer personalmente la geografía de Chile, Perú, Bolivia y Argentina, portando un mensaje de esperan. En 1906, el equipo de impresión que funcionaba en el Colegio Camarero, en la provincia de Entre Ríos, fue trasladado a Florida, provincia de Buenos Aires, dando origen a la Asociación Casa Editora Sudamericana. Eduardo llegó a ser un pastor y predicador destacado. Lo que no tuvo parangón fue su dedicación a la venta de revistas misioneras. Como las publicaciones adventistas eran escasas en aquel tiempo, Eduardo estudió inglés y comenzó a realizar traducciones y a publicarlas con un hectógrafo. Eduardo W. Thomann también llegó con las publicaciones a varias ciudades del Ecuador. Muchas veces las vendió en las mismas estaciones del ferrocarril. La Unión Misión Sudamericana decidió la ordenación de Eduardo W. Thomann como pastor en 1904. Dos años después formó su hogar con Flora Westphal, hija del pastor José W. Westphal. Al siguiente año se trasladó con su esposa a Cochabamba, Bolivia, para dirigir la Misión Boliviana.
  8. Fernando A. Stahl: junto a su familia llegaron luego de un viaje de 20 días desde Nueva York. Los acompañaba el pastor Eduardo W. Thomann, misionero multifacético que les permitió comunicarse en español en aquellos primeros días. La obra adventista en la República del Perú había comenzado en los últimos años del siglo XIX gracias a la llegada de misioneros voluntarios y colportores provenientes de Chile. En 1909, después de escuchar al pastor José W. Westphal, presidente de la obra en Sudamérica, Fernando decidió ofrecerle sus servicios. Sudamérica necesitaba misioneros, pero carecía de recursos, de modo que con su esposa decidieron vender sus propiedades y pagar su propio pasaje. La labor iniciada por Stahl en suelo boliviano se vio fortalecida con la llegada de otros misioneros como Ignacio Kalbermatter y Otto H. Schulz, junto a sus familias. Desde este país, Stahl había estado haciendo visitas a la región de Puno, en el Perú, entre 1910 y 1911. Entonces pidió a la administración de la iglesia permanecer en Platería, a 40 kilómetros de la ciudad de Puno, e iniciar la misión indígena entre los aimaras de la zona. Los indígenas acudían, a veces en multitudes, para escuchar a los misioneros y para ser atendidos en sus necesidades. Algunas aldeas los recibieron como a héroes y en otras, recibían resistencia. Pero donde eran recibidos, nadie se iba sin una palabra de aliento. Con sólo seis años de educación formal y 40 años de edad, Stahl se había transformado en un valioso instrumento en las manos del Señor en esas regiones inhóspitas y necesitadas de la altiplanicie puneña. El sabía que los indígenas necesitaban ser educados para llegar a ser maestros y predicadores de su propio pueblo. Por ello se creó la escuela normal de Platería y más tarde la escuela normal de Chulunquiani, cerca de Juliaca, hoy filial de la Universidad Peruana Unión.
  9. Ana Carlson de Stahl: durante casi 30 años, Ana y Fernando Stahl tuvieron el privilegio de relacionarse estrechamente con tres de las maravilias naturales de América del Sur: el lago Titicaca, los Andes y el Amazonas. Muchos hombres y mujeres de la selva fueron inspirados por Ana y Fernando Stahl a dedicar sus vidas a la predicación del evangelio y los frutos de su ministerio fueron perdurables. En la década de los setenta, más de mil hermanos adoraban a Dios en la zona del Perené. Una gran iglesia existía en Marankiari, más dieciséis congregaciones de creyentes y varias escuelas misioneras. En la actualidad, el territorio campa del Pichis se encuentra administrado por la Misión del Oriente Peruano y la zona del Perené corresponde a la Misión Andina Central. La casa de estos esposos fue un hogar de puertas abiertas, al que acudían enfermos y necesitados que querían ser atendidos por la amada “hermana Ana”. Sus servicios como enfermera eran siempre requeridos desde cerca y desde lejos.
  10. Pedro Kalbermatter: enfermero misionero adventista de la primera mitad del siglo XX, ha dejado un testimonio singular e inspirador, digno de ser recordado. Fue, sin duda, un cristiano sincero y un predicador intrépido en un tiempo difícil para la evangelización. En 1919 la División Sudamericana invitó a los esposos Kalbermatter a trasladarse al Perú, país donde sirvieron por veinte años como misioneros. En 1919, el pastor Stahl había solicitado un misionero de coraje, fe y decisión para fundar estaciones misioneras, escuelas y dispensario en Perú. Las personas indicadas fueron Pedro y Guillermina Kalbermatter, quien fuera su esposa. Además de misionero, Kalbermatter fue inspector sanitario de toda la zona de Lima. Tiempo después, guiado por un sueño, Pedro se trasladó a la ciudad de Cuzco, la antigua capital de los incas, donde trabajó en el hospital, fue jefe de enfermeros y comenzó con una escuela de enfermería. El hospital contaba con catorce médicos y unos 600 enfermos. Aquí, una frase escrita de consejo para quienes quieran ser misioneros, de Pedro “El amor al Evangelio con un trabajo de paciencia y un espíritu de sacrificio” “un misionero que va a aquellas comarcas debe ser un hombre de mucha oración; vivir muy cerca de Dios y tener mucha confianza y fe en Él,”. Evocar el quehacer misionero de Pedro y Guillermina Kalbermatter es volver a mirar las cualidades que la misión de la iglesia sigue precisando para la terminación de la gran obra de la evangelización.
  11. Walter Schubert: por la providencia de Dios, llegó a ser protagonista, quizá no el único, pero sí la llama que encendió el fuego para un nuevo y vibrante evangelismo, y el punto de partida de la gran explosión adventista en América del Sur. Walter Schubert se inició en la obra adventista como docente. Por tres años fue maestro en una escuela rural en la localidad de Seguí, provincia de Entre Ríos. Su salario era pequeño, pero Walter se sentía contento. Durante los recesos del verano trabajó como colportor en Buenos Aires. Después de su paso por la enseñanza, Walter Schubert fue llamado a trabajar como ayudante en las oficinas de la Asociación Chilena. Mientras trabajaba allí, conoció a su futura esposa, la señorita Amera Balada, persona clave en el éxito de su ministerio futuro. El llamado a la obra pastoral y evangelizadora lo llenó de entusiasmo y alegría. Llegó el tiempo de volver a la Argentina y Schubert aceptó el desafío de combinar la administración con la evangelización. Presidió el amplio territorio de la Asociación Argentina Central. En su trabajo como evangelista vio declinar el estilo tradicional en las campañas. Gracias a una hermana de espíritu misionero que le hizo una observación sobre la metodología que venía fallando, se comenzaron a celebrar conferencias sobre temas de interés, acercarse a la gente en su propio terreno hasta ganar su confianza, parecía una excelente manera de comenzar. Schubert y sus colaboradores se vieron compelidos a presentar las enseñanzas de la Biblia con más simpatía, cuidado y paciencia que antes. Sabían que era mejor encender la luz de la verdad que condenar meramente el error. El Espíritu de Dios se encargaría del resto. Entonces, por primera vez, los predicadores adventistas sudamericanos comprendieron la necesidad de adaptar su metodología a las peculiaridades de la cultura latinoamericana. Schubert entrenó a otros predicadores latinoamericanos en los nuevos conceptos acerca de la evangelización. Los planes ensayados alrededor de 1930 por Schubert fueron adoptados por muchos otros ministros en los años cuarenta. Con el tiempo, Schubert fue llamado a trabajar por los pastores como el primer Secretario de la Asociación Ministerial de la División Sudamericana. De esa manera, continuó utilizando la metodología que había desarrollado por dieciocho años como evangelizador y administrador en Chile y Argentina, durante los siguientes ocho años, en todo el territorio de la División Sudamericana. En la década de los cincuenta, Schubert siguió perfeccionando su metodología. A veces dirigía dos ciclos de conferencias simultáneamente en una ciudad. Incorporó profesionales del área de la salud a su equipo de evangelización, para ofrecer conferencias médicas.
  12. Pedro M. Brouchy: está asociado con los primeros tiempos de la Misión del Alto Paraná. A principios del siglo XX conoció a los primeros misioneros adventistas que llegaron a la capital del territorio nacional de Misiones y a la República del Paraguay, el Dr. Roberto H. Habenicht y el pastor Juan McCarthy. Un nuevo congreso de la Misión se celebró en Encarnación a fines de 1909. Acompañaban a Luis Ernst los pastores Nelson Z. Town, Eduardo W. Thomann e Ignacio Kalbermatter. Se habían dado cita casi todos los hermanos de Misiones y del Paraguay. El último sábado, el pastor Town invitó a los jóvenes a dejar sus proyectos personales y a prepararse como misioneros. Les habló de la apertura de un curso de enfermeros y del plan de enviarlos a las ciudades para abrir obra. Cinco jóvenes se pusieron de pie, entre ellos Adela Toledo y Pedro M. Brouchy. Tiempo después, se reencontraron y Pedro y Adela se unieron en matrimonio y aceptaron el desafío de ser obreros de sostén propio. Con su trabajo de enfermeros ganaban su sueldo, cubrían sus gastos de alquiler y viajes, además de contribuir de muchas formas al avance de la obra. En el tiempo que les quedaba, Adela servía como instructora bíblica y Pedro como predicador. Enfermero de profesión, predicador por vocación, Pedro M. Brouchy se destacó por su sencillo método de evangelización cristocéntrica. Celebraba reuniones en casas particulares, hoteles, salones, bajo los árboles y, según sus palabras, “dondequiera podía reunir gente que me escuchara”. Los dirigentes de la Unión Austral reconocieron su servicio y lo ordenaron al ministerio en un congreso celebrado en Puiggari, en 1923. En los años futuros, el ministerio de Pedro M. Brouchy se extendió a diversos lugares del territorio de la Unión Austral. Dejó Corrientes, para trabajar en la ciudad de La Plata, en la provincia de Buenos Aires. Fue presidente de la Asociación Bonaerense, de la Misión Uruguaya, de la Misión de Cuyo y de la Misión del Norte. Finalmente se desempeñó como gerente del Sanatorio Adventista del Plata. Su apoyo a la educación cristiana se mostró en 1949 al dedicar quince días de sus vacaciones para instalar sanitarios en el hogar de señoritas del Instituto Adventista Juan Bautista Alberdi, en Misiones.
  13. Elena G. de White: nunca estuvo en Sudamérica. Aun así, su influencia se percibe dondequiera exista alguna presencia adventista. Los escritos que legó a su iglesia han sido leídos y apreciados por incontable número de creyentes en todos los países del cono sur del continente. Sus invitaciones y desafíos inspiraron y motivaron a la acción a los hombres y las mujeres que trajeron el mensaje de la esperanza del advenimiento a estos campos descuidados, transformándolos en buena tierra para la semilla del Evangelio. Muchos de sus libros trajeron al conocimiento de la verdad a un número indeterminado de personas que formaron los primeros núcleos de adventistas de la División Sudamericana. Resulta de interés recordar que William C. White, tercer hijo de Elena y Jaime White, tuvo cierta participación en los inicios de la obra en Sudamérica. Era responsable de las misiones extranjeras de la Asociación General en ocasión del congreso mundial de 1889. El pastor White señaló que Sudamérica era un campo prometedor para misioneros que pudieran hablar francés, español, alemán, italiano o inglés. Sus declaraciones se plasmaron en la decisión de reunir fondos para tal fin. Se dispuso que parte de las ofrendas de la Escuela Sabática de 1890 fueran destinadas a la evangelización de América del Sur. En la sesión de la Asociación General de 1891, William C. White volvió a exponer las necesidades de Sudamérica. Recién entonces los delegados “se convencieron de que debía iniciarse la obra adventista en Sudamérica”. Además de recibir cartas y consejos directos de Elena de White, muchos de estos pioneros en Sudamérica distribuyeron generosamente sus libros. Es innecesario afirmar que los primeros adventistas sudamericanos fueron bendecidos por su confianza en el Espíritu de Profecía. Resulta interesante saber que el primer libro en español publicado en Sudamérica se llamó precisamente El don de profecía. Por otra parte, el periódico El Faro ofrecía los libros Patriarcas y profetas y El camino a Cristo a sus lectores mensuales. Finalizo este resumen con las palabras mismas de esta mujer inspirada, quien conocía muy bien los desafíos del evangelismo en tierras lejanas a su lugar de morada: “Entre los habitantes de la tierra, hay, dispersos en todo país, quienes no han doblado la rodilla ante Baal. Como las estrellas del cielo, que solo se ven de noche, estos fieles brillarán cuando las tinieblas cubran la tierra y densa oscuridad los pueblos. En la pagana África, en las tierras católicas de Europa y de Sudamérica, en la China, en la India, en las islas del mar y en todos los rincones oscuros de la tierra, Dios tiene en reserva un firmamento de escogidos que brillarán en medio de las tinieblas para demostrar claramente a un mundo apóstata el poder transformador que tiene la obediencia a su Ley. Ahora mismo se están revelando en toda nación, entre toda lengua y pueblo; y en la hora de la más profunda apostasía, cuando se esté realizando el supremo esfuerzo de Satanás [...] estos fieles [...] resplandecerán como ‘luminares en el mundo’ (Fil. 2:15). Cuanto más oscura sea la noche, mayor será el esplendor con que brillarán” (Profetas y Reyes, pp. 140,141.)

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