Origenes Del Modelo Agroexportador
hannan54512 de Julio de 2015
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ORIGENES DEL MODELO AGROEXPORTADOR
Introducción
Entre 1852 y 1880 aproximadamente, en esos casi 30 años, se crean las condiciones políticas, económicas y sociales para la reproducción del capital en nuestro país, insertándolo a su vez en la división internacional del trabajo, comandada durante el siglo XIX claramente por el Imperio Británico.
I PARTE: LA OLIGARQUÍA TERRATENIENTE EN SÍ.
Política británica en el Río de la Plata
Por supuesto, las guerras civiles que se desatan en el territorio del Río de la Plata a partir del desmoronamiento del Virreinato, han tenido como uno de sus protagonistas al capital británico, fundamentalmente en su forma de capital comercial y bancario, buscando penetrar en las antiguas colonias españolas. Y también tenemos en dicho periodo, que en nuestro territorio se da un periodo de crisis orgánica, en que ningún sector local lograr imponerse sobre el conjunto subordinando a sus intereses particulares un conjunto de intereses bajo la forma de interés general.
El capital británico ha intentado, en reiteradas oportunidades, la penetración militar directa (invasiones inglesas) y también lo ha hecho a través de la penetración de sus capitales con el comercio de exportación e importación y a partir de la década del 20, a través del capital bancario en su forma más usuraria, es decir, a través de préstamos a altísimas tasas y que, en general, sólo servían para ir atando nuestra economía a la británica, a través del endeudamiento externo.
En tal sentido, el capital británico va a intentar, desde el comienzo del proceso revolucionario en el Río de la Plata, e incluso antes, influenciar en la política doméstica a través de su diplomacia, pero fundamentalmente, buscando la conformación de una pata local que le permita desplegar su política de intromisión. Es decir, de conformar una burguesía local afín a sus intereses.
Ello encontró, como no podía ser de otra manera, fuerte resistencia. Por un lado de parte de las llamadas economías del interior, porque la manufactura británica las destruía lisa y llanamente. Pero también en el agro bonaerense encontró un fuerte foco de resistencia, expresado quizá como nunca antes en el rosismo, quien logró inclusive durante dos décadas mantener cohesionado el conjunto del territorio bajo su mando, no sin contradicciones latentes y por momentos explícitas, frente a los intentos de penetración del capital británico, como sucedió claramente hasta en su momento militar, lo que implica la lucha política llevada a su terreno más crudo y directo, en la Vuelta de Obligado.
Bien, en 1852 entonces, esta correlación de fuerzas se rompe. Por un lado, porque se rompe, digámosle así, el “frente interno”. El interior se levanta contra Rosas. Lo hace explícitamente en la figura de Urquiza y con apoyo del interior de su propia tropa del litoral, pero también con la del centro y norte del país.
Y lo hace en alianza con el Imperio del Brasil. Y aquí debemos detenernos por un minuto en el papel de la diplomacia británica y su política de permanente intromisión en los asuntos del Río de la Plata.
El Imperio Británico consideró siempre que uno de los elementos clave para penetrar y controlar los territorios Del Plata era constituir en lo que hoy es Uruguay un Estado tapón, independiente de Brasil y la Argentina, digamos, y con ello arbitrar a favor de uno u otro alternativamente, para que ninguno se constituya en una amenaza al dominio británico en la región.
Ejemplo de ello lo constituye la guerra con el Brasil llevada adelante bajo el gobierno de Rivadavia, fogoneada y financiada por el capital británico, en el que nuestro país resultó vencedor destrozando literalmente a los ejércitos brasileños en la batalla de Ituzaingó (20 de febrero de 1827), y que concluyó, presión británica mediante, en 1828 y tras largos meses de negociación, con un acuerdo por el cual ni Brasil ni las Provincias Unidas del Río de la Plata se quedarían con la Banda Oriental, sino que ésta pasaba a conformarse como Estado independiente. La diplomacia británica obtenía, así, su estado tapón en el Río de la Plata.
Sin embargo, como decíamos antes, lo que el Imperio Británico, es decir, el capital inglés, necesitaba era la conformación de gobiernos locales apoyados en sectores sociales locales que detenten verdaderamente el poder, es decir, que logren derrotar las resistencias interiores y se constituyan en sectores hegemónicos, en alianza por supuesto, con dicho capital británico. Es decir, que constituyan su pata local, el partido extranjero. Una burguesía de carácter antinacional, que subordine el conjunto del territorio y sus fuerzas a la metrópoli extranjera, en este caso, Londres.
Para ello, desde el comienzo del proceso revolucionario en el Río de la Plata, el capital británico contó con la burguesía comercial de la Ciudad de Buenos Aires, colocando miembros propios pero también uniéndose a familias tradicionales y desarrollando desde allí una política hacia el interior del país de penetración de la manufactura británica mediante la importación.
El frente ganadero bonaerense, en cambio, comandado por los sectores más desarrollados del capital local, es decir, del saladero, resistieron dicha subordinación, apoyándose precisamente en el comercio exterior hacia mercados continentales (Cuba, Brasil, sur de EEUU). Y ello con una amplia base popular.
Ahora bien, en Caseros va a actuar, directamente también, la diplomacia británica. Y directamente en la fuerza militar, como dijimos, el ejército del Imperio de Brasil, aliado también al capital británico.
A partir de Caseros entonces, el capital británico se dará una política de constitución de condiciones político militares para implantar su dominio y el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción pero en subordinación a sus intereses, es decir, relaciones de dependencia. Ello implicó, por un lado, la conformación de una burguesía terrateniente local directamente vinculada, a veces por sangre, siempre por vínculos económicos, al Imperio Británico.
Al mismo tiempo, implicó también la subordinación de los sectores ganaderos locales que se le habían resistido previamente, subordinándolos también a la alianza pro británica.
De la libre competencia al monolio: el imperialismo.
Las cosas estaban cambiando. El capital comenzaba a ingresar en una nueva etapa. Y nuestro país también. El capital comenzaba a abandonar su etapa de libre competencia, para pasar a su etapa superior y última, como la definiera Lenin, el Imperialismo.
Había que, por lo tanto, reoganizar también el territorio periférico a dicha situación. Por eso decimos que entre 1852 y 1880 aproximadamente se crearon las condiciones políticas para la dominación económica británica en nuestro país, mediante la derrota y aniquilamiento de las formas de organización político militar que se daban en nuestro territorio y en nuestro pueblo frente a dicha penetración y dominio, las montoneras federales. Y con ello, la modificación de las relaciones sociales de producción, mediante la proletarización del gaucho, indefenso sin forma de organización política en la cual dar pelea, y la apropiación de tierras y la instauración de la gran propiedad latifundista.
Por todo eso, debemos comenzar entonces por ver qué significa ese cambio de época, esa transformación del capital de la libre competencia en capital monopolista (en su etapa imperialista).
¿Qué quiere decir esto? El capitalismo está basado en la libre competencia. Supone la concurrencia en el mercado de productores libres, que producen sus mercancías en forma privada, y que compiten entre sí por la realización de dichas mercancías, es decir, por su venta, en condiciones jurídico políticas de igualdad. Pero resulta que, como lo señalara Marx en El Capital, ese mismo movimiento, que le resulta intrínseco, por tanto necesario en el sentido filosófico del término, es decir, necesario porque sólo puede ser así, necesariamente así, le resulta una contradicción insalvable, ya que en la medida que acumula para competir, desarrolla más y más las fuerzas productivas (tanto la tecnología como la organización de la producción, es decir, la relación de los hombres entre sí como de éstos con la naturaleza) concentrándose y eliminándose así mismo. En la competencia van quedando afuera los capitales que no logran seguir, digamos, ese ritmo de acumulación.
En este proceso de concentración, ya en 1860 van a comenzar a tomar forma los primeros monopolios, aunque son apenas perceptibles, dice Lenin. Es el punto culminante del desarrollo de la libre competencia. Su cenit. Entre 1860 y 1880. Y estos monopolios, cuyos gérmenes ya son visibles en 1860, en forma embrionaria, se van a desarrollar plenamente sobre todo a partir de la crisis de 1873. Y desde entonces y hasta el fin de siglo, se van a desarrollar a una escala que los convierte en el pilar de la vida económica, siendo ya dominantes a escala planetaria. Lenin estudia este fenómeno y analiza el resultado histórico de la fusión entre el capital industrial y el capital bancario.
Es decir que, en la disputa feroz por los mercados y en la concentración resultado de esa competencia, el capital bancario, que hasta entonces cumplía otra función social, la de absorber capital circulante para prestarlo a interés básicamente, se va fusionar con el capital industrial, como un momento necesario de su desarrollo, dando surgimiento a una nueva forma de capital, el capital financiero, profundización del capital industrial, capital industrial con una nueva cualidad, la de financiarse a sí mismo y a otros
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