Pasos Lejanos

Los pasos lejanos

La creencia en el progreso social y cultural constituye un elemento esencial del mito moderno que nos habría hecho creer en una clara distinción entre la inercia prehistórica y el impulso de la civilización. Si no se sustentara en esta noción de progreso, simplemente no habría explicación para nuestras pretensiones de superioridad. La creencia en el progreso social forma parte integrante de la cultura moderna hasta el punto de que, con frecuencia, se considera una idea casi natural, y en cuanto tal se ha aceptado como hecho incuestionable.

El antropólogo norteamericano Alfred Kroeber rechazaba la noción de que la enorme masa de conocimientos que se han acumulado a lo largo de la historia pudiera considerarse una evidencia real de progreso. Pero sin embargo decía la contrario, sostenía que las cultura tribales no sólo no poseen ningún equivalente a nuestra ciencia, nuestra mecánica y nuestra tecnología modernas, sino que tampoco han evolucionado más allá de la dependencia de la magia y la superstición, prácticas de las que se dice que se nos han quedado pequeñas. En otras palabras, nosotros tenemos algo positivo que ellos no poseen (ciencia y tecnología), y ellos tienen algo negativo que nosotros no poseemos (magia y superstición).

Sin embargo estas últimas prácticas (magia y superstición) aún siguen en cada uno de nosotros.

La idea de que el pensamiento mágico se halla asociado únicamente a las personas más supersticiosas y poco educadas constituye, como la propia idea del progreso social, una innovación reciente.

El argumento de Kroeber de que se ha alcanzado el progreso social falla en dos aspectos; debido a la existencia de pensamiento científico en la Edad de Piedra y a la de pensamiento mágico en la nuestra. Kroeber añade un tercer punto en apoyo del progreso, que constituye un rasgo distintivo de las sociedades atrasadas. Estas características peculiares de las culturas primitivas se relacionaban con su excesivo interés por las cuestiones fisiológicas y anatómicas, lo que incluía las prácticas de deformación, también deliberada, del cuerpo con fines simbólicos o cosmético. Kroeber consideraba que tales prácticas no tenían equivalente alguno en sociedades civilizadas. La circuncisión y la perforación de las orejas quedaban excluidas de su catálogo de mutilaciones primitivas basándose en el hecho de que al fin y al cabo, resultaban anatómicamente insignificantes. Del mismo modo, excluía los cosméticos, los corsés, etc., basándose esta vez en que no causaban ninguna desfiguración permanente ni mutilación del cuerpo.

Tampoco se está obligado a defender la idea de que la historia humana es simplemente la crónica de una decadencia, una caída que se inició en un Edén prehistórico.

Mark. Cohen observa que lo cazadores-recolectores contemporáneos ingieren una mayor cantidad de calorías que los ciudadanos de muchos países del Tercer Mundo, y que dichos niveles son también superiores a los de los urbanos pobres de las sociedades avanzadas. Cohen señala también que hemos creado nuestras imágenes de la historia humana basándonos de manera demasiado exclusiva en las experiencias de las clases y poblaciones privilegiada. Debido a ello, hemos supuesto que existe una estrecha coincidencia entre los avances tecnológicos y el progreso en las vidas de los individuos.

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