Patrimonio Y Folclorismo

Patrimonio y folclorismo

Hablar sobre discusiones tan complejas e importantes como son la del patrimonio y el folclorismo nunca resulta sencillo, sobre todo cuando rodea al escritor un halo de ignorancia tan amplio, respecto a los aspectos esenciales del tema al cual intenta aproximarse. Sin embargo, este escrito tiene por fin expresar una postura con respecto a la situación actual de estos dos temas a partir de una primera y escueta aproximación a sus problemas. Por ende, y teniendo en cuenta las características ya mencionadas, está sujeto a cualquier crítica o revisión que encuentre en sus aspectos fundamentales, defectos metodológicos o cognitivos.

En primer lugar, está la interesante cuestión de ¿cómo se entiende el patrimonio? A este respecto es muy llamativo el planteamiento que realiza Ana Leticia Dosal Ellis cuando inaugura su texto diciendo que: “En el año de 1999 el Banco Mundial señaló la cultura como un recurso explotable, dando pie al aprovechamiento comercial de muchos sitios culturales así como de sus habitantes quienes por medio de su lengua, usos y costumbres cotidianos han demostrado ser los cimientos que le dan el verdadero valor a dichos lugares” . Esta concepción, si bien fue cambiando durante el tiempo (como lo expone la autora) es importante si consideramos que fuera del papel se ha mantenido vigente dentro de la sociedad. La conservación patrimonial, si bien es vital para la supervivencia de la memoria y la identidad de una nación, parece tener sentido solo mientras el patrimonio protegido sea productivo en alguna forma - consecuencia quizás del capitalismo salvaje al que vivimos sometidos en el ámbito contemporáneo-, pero además, estas leyes parecen quedar también invalidas en el momento en que dos contrarios –llámense estos regiones, territorios, países, etc- sea por la razón que sea, chocan entre sí, tratando de erradicar como “fuego purificador” todo vestigio de la memoria e identidad del enemigo. Esto por citar solo dos ejemplos de las muchas formas en que se violan las leyes patrimoniales y en que se manipula el sentido del patrimonio.

Otro aspecto interesante que plantea la autora con respecto al patrimonio, es el de su utilización como mecanismo de exclusión. Tesis que resulta muy interesante considerando que dentro de la concepción de patrimonio, entra (se supone) tanto el elemento protegido, como los elementos requeridos para su desarrollo y transmisión. Sin embargo, se plantean varios casos en los que lo empírico supera por mucho a lo formulado en el papel, cuando se dice por ejemplo respecto a la expulsión de los comerciantes de Gavenspoort Market, que: “la campaña no se ha hecho para detener la gentrificación” y es evidente que el mencionado anteriormente ‘Landmark Status’ protege únicamente a los edificios, no los habitantes del lugar” . En este sentido ¿Dónde está la conservación patrimonial? ¿Puede acaso un objeto por si solo dar cuenta de una tradición, de un proceso de elaboración, de la identidad de una nación? Pueda ser que si, pero si el fin último de la conservación patrimonial es evitar la extinción de las tradiciones, ¿Qué sentido tendría esto?

Finalmente, la pregunta problema, a la que no se podía brindar una respuesta sin hacer una breve revisión de las anteriores, es ¿a quién pertenece el patrimonio? Evidentemente no al pueblo, tampoco a alguno de los habitantes de la nación que lo ha creado, ni a la nación misma. Bajo estas condiciones el patrimonio pertenece al mercado y a unas cuantas organizaciones, que desde la silla del rey salomón y de la misma forma en que sucedió con el

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