Periodismo Argentino En Los años 50
eugeniaprimo26 de Octubre de 2013
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El periodismo argentino en los últimos 50 años.
Introducción.
Libertad de pensamiento y expresión...
"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento y expresión. Este derecho comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones o ideas de toda índole, sin consideración de fronteras, ya sea oralmente, por escrito o en forma impresa o artística, o por cualquier procedimiento a su elección"...
(Pacto de San José de Costa Rica, Convención Americana de Derechos Humanos, Artículo 6, 1984).
A pesar de que las primeras clases de periodismo en la Argentina fueron dictadas en 1950, esos no fueron los años memorables de esta carrera, sino han quedado en el olvido, ya que la memoria Argentina de los últimos 50 años nos conducen directamente a un país en crisis, con el poder en manos de militares y en pleno desarrollo de los conocidos golpes de estado.
Muchas son las caras que hoy sobreviven en los medios de comunicación luego de haber prestado su colaboración hace dos décadas con la última dictadura militar. El gobierno militar se preocupó desde un principio en limitar al máximo la actitud de la prensa opositora, los corresponsales de medios extranjeros fueron prácticamente expulsados del país y se intervino la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa. De allí en más, todo fue oscuridad y desinformación. La información era censurada y manipulada. Las denuncias por secuestros y desapariciones no existieron en los diarios ni en los informativos.
Tal vez por su exposición pública y cotidiana, también por la posibilidad de una memoria histórica que no se diluye en el tiempo sino que queda registrada en periódicos y grabaciones de la época, es que aquí no cuenta la mentira, el engaño o el olvido.
La Radio
Por aquellos años en que la violencia alcanzaba dimensiones increíbles y la muerte se convertía en tema de todos los días, la radio argentina estaba en pleno desarrollo, por lo que este proceso fue más largo y dificultoso de lo que tendría que haber sido.
Además de esto la TV le estaba ganando territorio a este medio y se habían convertido ya, en enemigos íntimos. El papel de reunir a toda la familia a la hora de la cena o del almuerzo ya estaba a cargo de la TV y la radio se había convertido en algo que le hablaba al oyente al oído, que se comunicaba con cada uno en particular.
El 24 de marzo de 1976 a las 3:15 a.m. comenzó el sexto golpe de estado desde 1930 conducido por la FF.AA. Todos los programas de radio estaban pendientes de cada movimiento que hiciera cualquier oficial y a las 3:21 de la madrugada ya era un hecho, los militares gobernaban otra vez al pueblo argentino. A las pocas horas se estaban desmantelando todas las radios estatales comerciales y las dependientes del Servicio Oficial de Radiodifusión y la LRA y sus filiales. Mientras que las de radiodifusión argentina al exterior eran condenadas al anonimato. En ese mismo día, a las pocas horas de lo sucedido llegaron distintos comunicados a los medios de todo el país donde estaban los nombres de los “prohibidos” y de los sospechosos.
Desde ese día lo único que abundó en los estudios de radio fueron censuras y cuidados en los mensajes, llamados de atención, levantamiento de programas, clausuras de emisoras, prohibiciones, temas y personas de las que por “órdenes superiores” no se podía hablar.
Los puestos de asesores literarios fueron ocupados por militares que tenían una función mucho más importante que la de aconsejar a los locutores y productores de los programas, ellos registraban todo lo que se decía y salía al aire. Esto se convertía en una problemática mayor cuando los programas eran con invitados, ya que a muchas celebridades se las acusaba de peronistas o comunistas y por lo tanto tenían la entrada prohibida a cualquier medio. Después de unos meses los periodistas encontraron la forma de evadir, al menos un poco, a esta persona: sólo le pasaban títulos y resúmenes de las notas y en el aire, respetando el título y el contenido inicial, como al descuido, pasaban a otro tema. De todas formas había que ser precavido en cada palabra que pronunciaban.
A continuación hay un testimonio de Silvio Soldán quien trabajaba en radio en ese entonces, donde cuenta parte del funcionamiento de ese medio: “En la radio Splendid, donde pasaba tango, el interventor manejaba la radio como un cuartel y responsabilizaba a los locutores de turno de cualquier cosa. Una vez echó a dos locutores porque encontró roto un inodoro y creyó que había sido su culpa. Como me pareció injusto fui a interceder, pero me acusó de traidor y me tuve que ir”
Los programas informativos, a falta de información política, se tenían que conformar con los primeros pasos de Diego Maradona y los triunfos de Reutemann y Vilas. Al principio la gente se entusiasmó mucho con estos nuevos ídolos pero luego los programas cayeron en la repetición y el aburrimiento.
La década del 70 fue una época de violencia desatada, atentados, secuestros, crímenes nunca pagados, desapariciones de personas, exilios y en todo esto, los medios tuvieron mucho que ver, y la radio no se quedó atrás. En octubre del 76 el diario La Nación informó que las radios: El Mundo, Mitre y Antártida habían sugerido que se redujera la información de importantes artistas como Yupanqui, Sosa, Guarany, José Larralde, Sui Generis, Vox Dei, Lito Nebbia, Spinetta, Charly García, Los Beatles, etc. Y aunque luego se supone que esto se desmintió, los hechos demostraron que era cierto.
Entre todo este caos, hubo algo bueno, pequeño, pero bueno. Antonio Carrizo (periodista) y Jorge Luis Borges hicieron 10 entrevistas consecutivas en la radio Rivadavia por las que luego el famoso escritor escribió y publicó en 1980 el libro de diálogos “Borges, el memorioso”. Cuenta Carrizo que a la hora de las entrevistas todo el personal presente, directores, locutores, personal de limpieza y hasta los mismos militares, se sentaba en silencio a escuchar las charlas de una hora de estos dos personajes.
Las otras radios:
A mediados de 1975 ocurrió algo que marcó a las radios para siempre: llegó la F.M. a nuestro país. Pero la F.M. recién comenzó a crecer en el 79. Estas radios se dedicaban más que nada a pasar música, ya sea argentina o extranjera. La poca información que se transmitía por los programas de estas radios era pura y exclusivamente sobre la farándula. Estas radios tuvieron tres problemas: el primero: que a partir del 82 (Guerra de Malvinas) no se podía pasar música extranjera; en segundo lugar, no toda la música nacional estaba permitida; y por último, mucha gente famosa (argentina o no) no podía ser nombrada y mucho menos entrevistarla. Por otro lado, estaban las radios llamadas ilegales, clandestinas, “truchas”, libres, piratas, de baja potencia, barriales, alternativas o comunitarias, que se “pusieron de moda” a partir del 88, pero que existían desde mucho antes de comenzado el período dictatorial. En esos momentos fueron aprovechadas por gente que quería contar y gente que quería escuchar lo que realmente estaba sucediendo en nuestra nación. Algunas de ellas eran Capricornio, Robin Hood, Coronel Suárez, etc. El mayor problema de estas radios, no era el hecho de que los pudieran llegar a censurar, sino la poca pero muy cara tecnología que se necesitaba para que la radio pudiera tener la frecuencia necesaria para ser escuchada.
En 1980 el Ministro del Interior de entonces, Harguindeguy, convocó a un grupo de periodistas mujeres para hablar de la actualidad del país. Entre ellas había una sola representante de este medio, que se encargó de que la mayor cantidad de información posible llegara a la gente (ya que si daban a conocer todo lo que se había dicho en la reunión podían llegar a correr un gran peligro). Entre las cosas que se dijeron se habló de la gran importancia que habían adquirido la TV y la radio, y que se habían convertido en los primeros medios de difusión de la información, quedando en un tercer lugar la prensa gráfica. Este señor también señaló los temas de los que se podía hablar sin tener ningún tipo de problemas (la idoneidad del gobierno, el papel del estado, la institucionalización y la representatividad) y sugirió que se los den a conocer a sus colegas de trabajo. Estas mujeres le hicieron unas cuantas preguntas al ministro sobre el funcionamiento de los medios y la censura de los mismos, pero este señor les explicó a estas periodistas que él no estaba apto para contestar sus cuestionamientos ya que no estaba al tanto ni de la mitad de las cosas que sucedían.
Magdalena R. Guiñazú era una famosa periodista en esos años y trabajaba en uno de los noticieros más importantes del país. Ella aseguró que había una censura muy directa a los noticieros porque no había información internacional lo que hacía bajar el rating y además hacía más difícil su credibilidad. Otro periodista destacado de la época fue Bernardo Neustad, quien apoyó incondicionalmente al gobierno militar en cada uno de sus actos. A pesar de esto estaba considerado como un periodista serio y digno de ser respetado, por eso sus programas eran muy escuchados.
Hay dos acontecimientos de esa época que si bien merecen un trabajo aparte no puedo dejar de mencionar: La Guerra de las Malvinas y el Mundial de fútbol del 78. Ambos me remiten a otro periodista exitoso del momento, José María Muñoz, director de radio Rivadavia y relator de todos
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