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¿Por qué el "acta de independencia de 1821" no se puede considerar como tal?


Enviado por   •  11 de Marzo de 2018  •  Documentos de Investigación  •  1.584 Palabras (7 Páginas)  •  103 Visitas

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Nos encontramos ante una carta escrita por un claro defensor del imperialismo inglés: Cecil Rhodes. Empresario, político y colonizador, Rhodes llegó a hacerse con el monopolio de la explotación minera de oro y diamantes en el sur de África e inició la construcción de una red ferroviaria que conectaría El Cairo con Ciudad del Cabo pero que jamás llegaría a terminarse.

Uno podría pensar que al tratarse de una carta, el destinatario sería privado. No obstante, está destinada a Stead, un periodista, por lo tanto, lo más probable es que Rhodes pretendiera que el contenido de su carta se hiciera público. Si transmitía y extendía sus ideas por el país, convencer a la sociedad inglesa de lo beneficioso y necesario que era el colonialismo y de cómo este sería pondría fin al paro y a la tensión social resultaría más fácil. Dicho esto, debo añadir que también se trata de una fuente primaria y testimonial, ya que refleja la situación económica y social de la Inglaterra Victoriana de 1895 desde su propio punto de vista.

Así pues, las ideas principales de la carta giran en torno a un problema y a la solución del mismo. El problema tendría su raíz en la Gran Depresión de 1873. Esta no llegaría a su fin hasta un año después de la redacción de esta carta y habría sido la causante de una subida del paro y una bajada en la productividad del Reino Unido. Probablemente fue aquí donde más se sufrió esta crisis económica, pues Inglaterra no fue capaz de modernizarse tras los avances que la Segunda Revolución Industrial trajo consigo y al quedarse su tecnología obsoleta con respecto a la de otras potencias mundiales, ellos también se quedaron atrás, entrando en el círculo vicioso de la economía.  Pero este no es el único problema que el texto trata.

Rhodes también menciona un excedente de población y el riesgo de una mortífera guerra civil. El excedente derivaría de una subida significativa durante el último siglo en el crecimiento natural de la población. El aumento de la producción agrícola dio lugar a una mejor alimentación que, junto con los avances higiénico-sanitarios, redujo el índice de mortalidad considerablemente sin provocar ninguna bajada en la natalidad. De hecho, esta no baja hasta que el riesgo de sobrepoblación se vuelve evidente.

Por otra parte, la carta da a entender que el paro produciría un aumento considerable de la disconformidad social, pues este ya existía previamente tal y como el movimiento obrero de las últimas décadas puso en manifiesto. El paro, al igual que la población, no había hecho más que subir en los últimos años y si el resultado era una de pobreza, hambre y descontento generalizado, no es de extrañar que se temiera por una revolución o incluso una guerra civil.

Entonces, ¿cómo se le puede poner fin a esta crisis? Según Rhodes, con el imperialismo.

Expandir el Imperio Británico mejoraría la economía del país en tanto que se reducirían los costes de producción gracias a la fuente de materia prima a un precio baja; a la mano de obra barata; y a los nuevos mercados monopolizados en los que liquidar todos los productos que no lograran vender debido a las políticas proteccionistas implementadas en los países afectados por la crisis financiera. Además, también se conseguirían puntos estratégicos militares y comerciales y el país dispondría de lugares a los que enviar sus excedentes de población a cambio de dotar a los colonos de ciertos privilegios en las colonias. De hecho, esto último ayudaría, sobre todo, a aligerar las tensiones, reduciendo la posibilidad de un inminente conflicto interno y obligar a las colonias a comercializar únicamente con los productos de su metrópoli le evitaría muchas pérdidas tanto al estado como a las empresas británicas.

Sin embargo, estos no eran los únicos argumentos en los que se basaba el imperialismo. La supremacía de la raza blanca y de origen europeo sobre la de aquellos a los que se consideraba salvajes sin cultura era una idea muy común, basada en el darwinismo social. Idea que convivía con la creencia de que, como miembros de una sociedad avanzada, era su deber llevar la civilización a aquellos pobres desgraciados que eran mitad demonios, mitad niños como diría Rudyard Kipling. Ambas ideas se basan en la inferioridad cultural e intelectual de esas otras razas con la diferencia de que la primera defiende el derecho a crecer aun a costa de ellos, mientras que la segunda afirma que el objetivo es llevar la civilización a esos pueblos colonizados. De esta forma, el darwinismo social justifica la crueldad con la que se trata a los nativos, a la vez que la otra postura defiende la imposición de la cultura, la sociedad y el sistema de pensamiento europeos sobre la población autóctona.

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