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Porfiriato


Enviado por   •  24 de Febrero de 2014  •  1.036 Palabras (5 Páginas)  •  259 Visitas

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Manuel Ávila Camacho (1940 - 1946) Miguel Alemán Valdez (1946 - 1952) Adolfo Ruíz Cortines (1952 - 1958)

Durante el siguiente período (1940-1946) que gobernó Manuel Ávila Camacho el reparto agrario fue frenado y se emprendió una "contrarreforma" agraria, despojando nuevamente de las tierras recién obtenidas a algunos ejidos, para pasar a ser nuevamente propiedad del estado

La industrialización iniciada en los años treinta cobró mayor impulso con el modelo de sustitución de importaciones puesto en práctica frente a la escasez de productos industriales. En esa nueva fase, México experimentó un rápido crecimiento demográfico y transitó hacia la urbanización, de modo que al finalizar la década de los cincuenta la población rural pasó a ser minoritaria.

los presidentes Ávila Camacho (1940-1946), Miguel Alemán (1946-1952) y Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958) son enemigos del reparto agrario y del ejido; por el contrario, son partidarios de la concepción latifundista de la reforma agraria y de la propiedad privada de la tierra. Por tanto, más que privilegiar el reparto agrario, que disminuyó de manera importante después del auge que experimentó durante el periodo de Lázaro Cárdenas (1934-1940) hasta alcanzar su nivel más bajo durante el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), se decidieron por la construcción de grandes obras de riego a fin de impulsar la producción agropecuaria. Pensaban que el reparto de tierras por sí mismo era insuficiente para mejorar el nivel de vida de los campesinos y para lograr incrementos importantes de la producción agropecuaria

“Durante el régimen de Ávila Camacho crecieron los problemas del experimento colectivista en el campo impulsado por Lázaro Cárdenas. Marte R. Gómez, ministro de agricultura, comprobó que el sector ejidal registraba un notorio rezago con respecto al sector privado. Las opiniones sobre el problema agrario dividían a los mexicanos: los viejos revolucionarios siempre vivirían con la convicción de que el ejido, a pesar de sus limitaciones, había liberado a los campesinos, sino los había hecho más ricos si les había otorgado dignidad. Antes el hacendado, decía Marte R. Gómez, forzaba a los peones a salir a cantar en el campo “El Alabado”, ese himno en honor de la eucaristía, además debían besar la mano del amo de la hacienda, llamarlo padre o al menos bajar la cabeza ante él sombrero en mano. Para algunos críticos, como Miguel Palacios Macedo, la problemática agraria se explicaba porque los campesinos eran el ganado de la Revolución: el gobierno explotaba su candidez, su ignorancia, su desamparo, para beneficio del grupo en el poder. Ávila Camacho reconoció algunos de estos problemas y desde los primeros días optó por frenar el reparto: frente a los casi 18 millones de hectáreas del sexenio cardenista, en el de Ávila Camacho se repartieron únicamente 5 millones de hectáreas, Ávila Camacho privilegió la irrigación como la palanca del desarrollo agrícola más que el reparto agrario característico del cardenismo”.

De esa manera, con Ávila Camacho se inicia la contrarreforma agraria cardenista que poco después la profundizaría y consolidaría el presidente Miguel Alemán al reformar el artículo 27 constitucional

“Miguel Alemán Valdés gobierna de 1946 a 1952 y sienta las bases de la contrarreforma

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