Porfiriato
papya19 de Marzo de 2015
3.022 Palabras (13 Páginas)337 Visitas
El régimen del general Porfirio Díaz se caracterizó por la implantación de un modelo de desarrollo que excluyó violentamente de sus beneficios a las mayorías nacionales. Al promediar su existencia la dictadura porfirista había conformado una sociedad mexicana profundamente desigual, circunstancia que habría de propiciar, además de su caída, la destrucción de las instituciones económicas, políticas, sociales y culturales gestadas durante más de tres décadas.
Las estructuras económicas promovidas por la administración porfirista estuvieron orientadas a propiciar el saqueo indiscriminado de los recursos naturales y humanos del país, en beneficio de una élite burguesa nacional e internacional. El gran capital amparado por la dictadura se concentró en la explotación del subsuelo utilizando la tecnología más avanzada. La agricultura y ganadería comerciales prosperaron gracias a incentivos como la legislación en materia de terrenos baldíos y al despojo de las tierras pertenecientes a las antiguas comunidades indígenas.
La irracional explotación de los recursos del país motivó el tendido de extensos ramales ferroviarios y la creación de una sólida infraestructura de comunicaciones con la tecnología más avanzada de la época, presidida por el telégrafo y el teléfono. Estos instrumentos serían utilizados también para asegurar el control de los grupos sociales menos favorecidos y por lo tanto los más inclinados a pugnar por la transformación del estado de cosas imperante.
El control político-social bajo el porfiriato corrió a cargo de una poderosa maquinaria militar- ideológica que aseguró, no sin serias dificultades, el órden y progreso, tan pregonados por los apologistas del régimen. El inmovilismo político, fielmente reflejado por la continuas reelecciones de don Porfirio, se constituyó en una de las peculiaridades más representativas del sistema y la puerta de entrada por la que fluirían las demandas y agentes que, a final de cuentas, propiciarían la destrucción de dicho régimen.
Los cambios en el municipio de Carácuaro
En Michoacán esta nueva etapa histórica se inició en 1876, cuando algunos militares y políticos michoacanos se sumaron al movimiento iniciado por el general Porfirio Díaz, después de la proclamación del Plan de Tuxtepec mediante el que se desconoció al licenciado Sebastián Ler4o de Tejada como presidente de México. En el transcurso de ese año, gobernaron interinamente el estado Felipe N. Chacón, Bruno Patiño y Rafael Montaño Ramiro.
A principios de 1877, el general Manuel González recibió la encomienda del general Díaz para reorganizar política y administrativamente la entidad, al tiempo que ocupaba los cargos de gobernador y comandante militar. Posteriormente, lo sustituyó el empresario piedadense Octaviano Fernández, uno de los cabecillas del movimiento tuxtepecano en Michoacán.
En 1881, se hizo cargo de la gubernatura el licenciado Pudenciano Dorantes, bajo cuya gestión se introdujo el sistema ferroviario, se compusieron los caminos y se hizo un nuevo reconocimiento del catastro rural. Años más tarde, el gobierno fue ocupado por el general oaxaqueño Mariano Jiménez, quien inició un vasto programa de mejoras materiales, nuevos tendidos de líneas férreas y ampliación de la red telegráfica estatal.
De 1891 a 1911, gobernó la entidad mediante continuas reelecciones Aristeo Mercado, en cuya pronunciada gestión se centralizaron cada vez más las decisiones gubernamentales, como expresión de la dictadura porfirista a nivel regional. Se dieron amplias concesiones a compañías extranjeras y el gobierno ejerció un mayor control sobre la sociedad, impidiendo cualquier brote de protesta; al tiempo que se establecían sólidas garantías para los inversionistas nacionales y extranjeros, bajo el lema de "Paz, Orden y Progreso”...
El 11 de marzo de 1877, se celebraron elecciones en Michoacán para renovar los ayuntamientos y nombrar jefes de policía y alcaldes municipales. A partir de esa fecha, el municipio de Carácuaro quedó inserto en el nuevo de 1857 y los postulados contenidos en el Plan de Tuxtepec, reformado en Palo Blanco, tal y como lo dispusieron los altos círculos porfiristas.
La cabecera municipal se había mantenido en un estado casi latente, durante la década posterior a la expulsión de los franceses, parecía que el tiempo se había detenido en el lugar. Eran pocas las mejoras materiales que en ese tiempo se habían hecho. Sin embargo, a partir de los primeros años de la década de los ochenta, las autoridades empezaron a atraer la atención del gobierno del estado que otorgó apoyo presupuestario para construir un edificio para la escuela de niñas. El Panteón Civil fue bardeado y se inició la reconstrucción de la cárcel establecida en el pueblo de Acuyo.[1]
Debido a la paulatina mejoría del aspecto urbano, al crecimiento de la población y la producción agro-ganadera, el ayuntamiento solicitó que el pueblo de Carácuaro fuera elevado a la categoría de Villa. Después de ser analizada la iniciativa en el congreso y de no haber opiniones contrarias del Ejecutivo, el decreto respectivo fue aprobado en la sesión legislativa del 11 de octubre de 1886, misma que fue presidida por el licenciado Luis González Gutiérrez.[2]Dicho documento fue promulgado el mismo día por el gobernador, general Marian Jiménez, bajo los siguientes términos. "El Congreso del Estado de Michoacán de acampo decreta:
Número 30. Artículo único. A solicitud del ayuntamiento de Carácuaro, se eleva este pueblo al rango de villa y llevará en lo sucesivo el nombre de 'Carácuaro de Morelos', en recuerdo a la gloria de haber tenido por cura párroco al insigne héroe de la Independencia Generalísimo José María Morelos.
El Ejecutivo del Estado dispondrá que se publique, circule y observe. Salón de sesiones del Congreso. Morelia, octubre 11 de 1886. Luis González Gutiérrez, Diputado Presidente; Eduardo Carreón, Diputado Secretario; Ramón Montaño Ramiro, Diputado Secretario".[3] Por ese tiempo, la municipalidad ya registraba 6,794 habitantes.
En abril de 1892, el gobernador Aristeo Mercado hizo un largo recorrido por la Tierra Caliente michoacana, para constatar personalmente la "armonía", en la que vivían los pueblos. En la hacienda de las Huertas fue recibido por una comisión de personas acomodadas de Carácuaro, que a nombre de la municipalidad agradecieron la visita que les hacía el mandatario.
En el rancho de Las Trincheras, el gobernador fue objeto de una nueva recepción. Un acompañante de Mercado relata que, "a las diez y media a.m. llegamos al rancho las Trincheras, la misma comisión tenía allí formada una bonita enramada; las músicas de cuerdas y de aliento saludaron al Sr. Gobernador con los alegres sones de la Tierra Caliente, y un hombre del pueblo, Quirino Morales, pidió permiso al Sr. Mercado para recitarle algunas cuartetas en las que le manifestaba su agradecimiento por haberse servido visitar este lejano Distrito. Hay que advertir que este hombre carece por completo de toda instrucción pues ni siquiera conoce las letras".[4]
Después de recorrer varias rancherías la comitiva arribó a Carácuaro. Al respecto el cronista del recorrido anotó que, "por fin se dejó ver desde la pendiente de un cerrito la pintoresca Villa en que ahora nos encontramos, y los cohetes, cámaras y músicas, se dejaron oir, llegamos y los niños de las escuelas con banderitas y la mucha gente que estaba agrupada en las engalanadas calles, le daban una animación a este lugar que nos hacía desechar el mal humor ocasionado por el cansancio.
Fuimos conducidos a la casa del amabilísimo amigo nuestro Don Francisco Almonte, donde con toda comodidad nos alojamos todos, no obstante el número de personas que forman la comitiva. A las doce del día se nos sirvió una bien condimentada comida, no faltando en ella vinos tan exquisitos como los que se toman en una gran ciudad".[5]
Sin embargo, poco duró la alegría por la visita del mandatario ya que, a partir de junio, la población empezó a sentir la escasez y carestía del maíz, cuyo precio se disparó de un peso y cincuenta centavos hasta 6 pesos la fanega, sin que ni siquiera a ese precio pudiera conseguirse. Esta ausencia de granos se debió a una terrible sequía que azotó la región y que afectó a los cultivos de temporal en el año anterior.[6]
La mejora más representativa para Carácuaro en este tiempo, fue el establecimiento de la comunicación telegráfica con otras poblaciones de la entidad, cuyos costos fueron cubiertos por el gobierno estatal y por los vecinos prominentes que aportaron los postes necesarios para la línea que fueron valuados en 150 pesos. La inauguración se hizo a mediados de 1892, algunas semanas después de la visita de Aristeo Mercado.
El panorama económico
En el último tercio del siglo XIX, en el municipio de Carácuaro se observó una tendencia creciente en la movilidad de la propiedad raíz. Recordemos que fue en este tiempo cuando las comunidades de la zona fueron presionadas para fraccionar, repartir en forma individual los terrenos que aún usufructuaban en forma colectiva. Por ejemplo, entre 1902 y 1907, los comuneros del pueblo de Acuyo enajenaron en favor de particulares los ranchos de El Aguacate y El Limoncito.
En ese mismo sentido, entre 1884 y 1902, se registraron numerosas compraventas de predios rurales propiedad de particulares. Por ejemplo, en 1884, los hermanos Jesús Ramón y Eutimio Larreátegui vendieron a Marcelino G. Romero una fracción de la hacienda de Guadalupe en 3,425 pesos. En 1896, la hacienda
...