Primer revolucion industrial
Lauty AguirreTrabajo18 de Diciembre de 2017
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Primer revolución industrial. Aparición del capitalismo: Transformaciones en los sistemas productivos.
A partir de la segunda mitad del siglo XVIII ocurren grandes transformaciones sociales, políticas, tecnológicas y económicas, específicamente en Gran Bretaña, que van a alterar esa estructura de poder que hemos descripto y cambiar el destino de la humanidad. En el ámbito tecnológico y económico comienza la revolución industrial, que podemos caracterizarla por cuatro cambios fundamentales:
- Sustitución del trabajo humano por maquinarias
- Sustitución de la fuerza animal por energía inanimada (sea hidráulica o a vapor). Aparecieron las locomotoras que redujeron los costos de traslado de productos hacia los puertos y permitieron el desarrollo de pueblos adonde antes era muy difícil llegar. El barco a vapor también fue revolucionario. Las maquinas a vapor en la minería hicieron que fuese posible extraer el carbón necesario como fuente de energía.
- Nuevas formas de transformar materia primas: por ejemplo las máquinas de hilar y tejer incrementaron exponencialmente la producción de vestimentas
- Concentración de la producción bajo un mismo establecimiento, conocido como fábrica.
La revolución industrial puede marcarse como el giro que causo el fin del mercantilismo y el origen del capitalismo moderno. La división del trabajo como forma de producción fue esencial en este proceso. Cada individuo se especializa en una parte del trabajo a realizar, Como decía Adam Smith, cada trabajador era experto en una minúscula parte de todo el proceso de producción.
El surgimiento del capitalismo fue facilitado además, gracias a la filosofía del renacimiento y de la Reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica la sociedad, facilitando la aparición de los modernos estados nacionales que proporcionaron las condiciones necesarias para el crecimiento y desarrollo del capitalismo en las naciones europeas. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación del excedente económico que producía el empresario privado y a la reinversión de este excedente para generar mayor crecimiento.
Los mercaderes, en base a su actividad de comprar productos baratos en tierras lejanas y venderlos a ganancia en Europa, fueron acumulando cada vez más capital. En un primer momento la actividad manufacturada era desarrollada por los artesanos, dueños de sus herramientas y el ámbito en donde producían, el taller. Sin embargo, a medida que los mercaderes se enriquecieron, quisieron controlar también los medios de producción. Con sus ganancias compraron paulatinamente las herramientas, maquinarias y talleres antes en manos de los artesanos. Fue así entonces que muchos mercaderes se convirtieron en industriales. Dejaron de ser meros intermediarios comerciales para encargarse directamente de la cadena de producción.
Ante la creciente complejidad de los procesos manufactureros, fue preciso disponer de capitales más grandes para la empresa industrial. Los artesanos se vieron avasallados por la producción más barata que introdujo el uso de grandes equipos y no pudieron competir con el capitalismo industrial. La industria doméstica, es decir, el trabajo de manufactura hecho en domicilio, no tarda en sucumbir ante la presión de las necesidades técnicas, que requieren de una división cada vez mayor del trabajo. Al descomponerse el trabajo en un sin número de operaciones de precisión que deben ser controladas, ante la intervención de las máquinas cuya posesión exige grandes capitales y cuyo funcionamiento requiere la presencia en un mismo lugar de los obreros que trabajan en un mismo proceso productivo, se crea la fábrica capitalista moderna.
La clase social emergente ante estos cambios fueron los industriales u capitalistas que controlaban los medios de producción. Los asalariados estaban formados por el conjunto de trabajadores que prestaban su fuerza de trabajo en las cadenas de producción de las fábricas. Estas clases sociales van a protagonizar en los siglos siguientes una relación a veces conflictiva por la distribución de la renta de producción. Los terratenientes fueron también, gracias a la propiedad privada, participes de esa dinámica pero con un poder menor o más atenuado del que tenían anteriormente. Los productos del suelo seguían siendo importantes, pero a medida que avanza la industrialización se va a verificar un cambio en la estructura productiva europea hacia una mayor producción de manufacturas y reducción de los bienes agrícolas.
Una de las grandes consecuencias de la revolución industrial para la demografía fue el traslado de grandes masas de población desde el ámbito rural hacia las ciudades, ante la gran fuente de trabajo que constituían los centros industriales. Sin embargo esta dinámica va ser más significativa en la segunda revolución industrial.
La primera revolución industrial duro aproximadamente hasta 1950 y ocurrió puntualmente en Gran Bretaña. La segunda revolución industrial fue la extensión de ese modo de producción capitalista al conjunto de los países continentales europeos, así como también América y Asia. Alemania, Estados Unidos y Japón van a ser los principales participes de esa segunda ola de industrialización.
¿Quién fue Adam Smith?
Adam Smith nació en Kirkcaldy (Escocia) el año 1723. En 1737, a la edad de 14 años, habiendo concluido su curso en la escuela local de Kirkcaldy, Smith ingresó en la Universidad de Glasgow, donde fue influido por «el nunca olvidado» Francis Hutcheson, el famoso profesor de filosofía moral. Es en esta asignatura, en la que se dedicaba una parte a la moral práctica, en la cual Smith basaría gran parte de La riqueza de las naciones. Luego de su graduación en 1740, Smith obtuvo una beca para Oxford, donde estudió por seis años en Balliol College, una universidad en decadencia, como sostendría en su obra La riqueza de las naciones.
De vuelta a la casa de su madre en 1746, Smith se dedicó a buscar un empleo adecuado a la vez que continuaba sus estudios. Entre 1748 y 1751, fue profesor ayudante de las cátedras de retórica y literatura en Edimburgo. Durante este período estableció una estrecha amistad con el filósofo David Hume, amistad que influyó mucho sobre las teorías económicas y éticas de Smith.
En 1751, fue llamado por la Universidad de Glasgow para ocupar primeramente la cátedra de lógica y, al año siguiente, la de filosofía moral. Este último cargo lo ejerció por 12 años, período que luego describiría como «el más útil y por tanto el más feliz y honorable de mi vida». Su curso de filosofía moral estaba dividido en cuatro partes: teología natural, ética, jurisprudencia, y economía política. En 1759 publicó su primer libro, Teoría de los sentimientos morales, que incorporaba la segunda parte de su curso, y que casi inmediatamente estableció su reputación académica y literaria.
En 1763, el poderoso aristócrata Charles Townshend ofreció a Smith una pensión vitalicia a cambio de que sirviera como tutor de su hijastro, el III Duque de Buccleuch, durante un viaje de tres años por Suiza y Francia. En este viaje conoció a los fisiócratas franceses (entre ellos, Quesnay y Turgot), que defendían la economía y política basada en la superioridad de la ley natural, la riqueza y el orden, y se encontró con su viejo amigo David Hume. También conoció a otros pensadores ilustrados, como Voltaire, Benjamín Franklin, Diderot, D'Alembert y Necker. En 1766 la repentina enfermedad y muerte de Hew Scott, el hermano del Duque, puso fin al viaje, forzando un repentino retorno a Gran Bretaña.
Smith se inspiró en esencia en las ideas de Quesnay y Turgot para construir su propia teoría, que establecería diferencias respecto a la de estos autores.
Durante los siguientes siete años Smith vivió con su madre en Kirkcaldy, dedicando la mayor parte de su tiempo a su siguiente libro, La riqueza de las naciones. Este período también lo describió como feliz («Quizá nunca estuve (tan feliz) en toda mi vida»).
Fue nombrado director de Aduana de Edimburgo en 1778, puesto que desempeñó hasta su muerte el 17 de julio de 1790 a causa de una enfermedad, viviendo con su madre y su prima, Janet Douglas, en Edimburgo. En 1787 fue nombrado Rector Honorífico de la Universidad de Glasgow, cargo que ocupó hasta 1789. Adam Smith murió a la edad de 67 años.
Su obra sistematiza de manera científica las bases del capitalismo moderno, y presentó su justificación teórica en una forma que marcaría el pensamiento de los más influyentes economistas del siglo XIX (a favor y en contra) y que en parte sigue inspirando a los defensores del mercado libre, incluso hoy en día.
Sin embargo, pese a su importancia para la historia de la ciencia económica, es importante recordar que Smith no era únicamente (ni acaso principalmente) un economista; de hecho, en sus tiempos la economía aún no se había desarrollado como disciplina independiente.
La amplitud de sus intereses, que abarcaban no solo economía, ética, filosofía política, y jurisprudencia, sino también literatura (antigua y moderna), lingüística, psicología, y la historia de la ciencia, destaca tanto por su variedad como por su profundidad analítica.
La Teoría de los sentimientos morales de 1779 empieza por la exploración de todas las conductas humanas, en las cuales el egoísmo no parece desempeñar un papel determinante, como aseguraba Hobbes. Sin embargo, sí confiere razón a los postulados de Hobbes en que la primera tendencia del ser humano es la del amor hacia sí mismo. De ahí que se vea obligado a controlar y dominar su egoísmo, elemento fundamental para que la vida en comunidad no se convierta en una guerra de todos contra todos.
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