Qué fue primero, ¿la derecha o la izquierda? Reinventando la democracia.

Qué fue primero, ¿la derecha o la izquierda? Reinventando la democracia.

Los socialistas han sido fundamentalmente los autores de lo que distinguimos en la democracia, desde la búsqueda del sufragio democrático, la consecución de las libertades civiles y la aprobación de las primeras constituciones democráticas hasta los ideales de la justicia social, las definiciones ampliadas de la ciudadanía y el Estado del bienestar.   La democracia no se da ni se concede. Requiere conflicto, a saber: desafíos valerosos a la autoridad, riesgos y temerarios actos ejemplares, testimonio ético, enfrentamientos violentos y crisis generales en las cuales se desmorone el orden sociopolítico dado. En Europa, la democracia no fue el resultado de la evolución natural ni de la prosperidad económica. Desde luego, no apareció como consecuencia inevitable del individualismo o del mercado. Avanzó porque masas de personas se organizaron colectivamente para exigirla.^[1]

El inició vendría marcado por la consolidación de los Estados-nación como ámbitos unificados de intervención política en los que los partidos de izquierda encontraron un punto de partida para marcar su pensamiento político. Debido a la desaparición de la infraestructura distintiva de las economías urbanas, el gobierno municipal y las comunidades obreras producidas por la industrialización, las ideas de libertad y bien común fueron popo a poco perdiendo fuerza. Así, las nuevas exigencias democráticas tuvieron nuevas exigencias. Se comenzó a explorar nuevas posibilidades de propiedad colectiva y producción cooperativa. Y es ahí donde nace el socialismo.

Eley piensa en la democracia como algo más que un sistema de selección de las élites políticas; se refiere a las democracias representativas y las distintas formas constitucionales en las que se sustentan, incluidos los derechos políticos que le son inherentes. Los socialistas, al conformar su identidad, marcan “limites” con los liberales, al igual que con otras tradiciones políticas que estén a la par del capitalismo. En primer lugar, con los que creían en una economía moral y en la comunidad de todos los productores, y cuyo programa tomaba la forma, en el plano económico, de ideas radicales de intercambio y cooperación federados entre unidades autónomas de productores independientes, y, en el político de una democracia directa ejercida en pequeñas comunidades en las que la condición de ciudadanía está vinculada a una pequeña propiedad que, por una parte, mitiga las disparidades sociales que amenazan con terminar con las comunidades políticas.

Por otra parte, el naciente socialismo también establece una línea de demarcación con los que, se harán llamar socialistas utópicos. Éstos, juzgan la aspiración de construir una contra sociedad, una secesión dentro de la sociedad competitiva existente y egoístamente individual, aun sin dejar de contraer una deuda general mucho más indefinida. La crítica racionalista y humanística de la sociedad burguesa; y el convencimiento práctico de que los asuntos humanos podían ordenarse de manera diferente y mejor. De hecho, unos y otros compartían la misma disposición crítica con el liberalismo y con la estructura social en el que se vertebraba y al que daba soporte ideológico, desde el convencimiento de que era más fácil establecer las conexiones causales entre la propiedad privada, las filosofías individualistas y un sistema de dominación fundamentado en la economía.

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