Raciocinio
generaleslanza3 de Julio de 2015
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RACIOCINIO
Se designa con el término de raciocinio a la facultad de pensar que poseen todos los seres humanos y que es sin dudas la característica que distingue a los mismos del resto de las especies.
Gracias a esta las personas podemos identificar conceptos, cuestionarlos, encontrar contradicciones o coherencias en los mismos y entonces así poder inducir o deducir otros conceptos diferentes de los ya conocidos.
Contrariamente a lo que comúnmente se cree, el raciocinio es más que un descubridor de certezas, se trata de una capacidad que nos permitirá establecer o descartar nuevos conceptos o conclusiones en función de la coherencia que los mismos presentan.
Para poder lograr el objetivo mencionado, es decir, su misión, la razón se valdrá de una serie de principios que por su naturaleza las personas asumen como universalmente ciertas, estos son: principio de identidad (pone en evidencia que un concepto es ese concepto), principio de no contradicción (propone que un concepto no puede ser y no ser al mismo tiempo) y principio del tercero excluido (supone que entre el ser y no ser de un concepto no se acepta una situación intermedia.
Existen dos grandes tipos de razonamiento, el deductivo, por un lado, que considera que la conclusión está implícita en las premisas y el inductivo que obtiene conclusiones de tipo general a partir de algo particular.
Por otra parte, el término se emplea para referirse a las ideas o pensamientos pensados por una persona.
El raciocinio permite que la mente analice diferentes ideas y formule una nueva en base a las anteriores, lo que significa que puede obtener un nuevo conocimiento a partir de lo que ya se sabe, logrando progresar en el conocimiento.
Existen dos tipos de raciocinio, el deductivo que obtiene la conclusión únicamente de los juicios con los que cuenta y el inductivo, que saca las conclusiones de manera general partiendo de algo en particular.
El raciocinio compara dos juicios llamados extremos, que en conjunto son los antecedentes, con un tercero el cual es la media y se le llama consiguiente.
Por lo que la comparación del antecedente con el consiguiente da como resultado la consecuencia, que puede ser válida, probable, o no válida.
Ejemplos de raciocinio deductivo:
1.- Las verduras verdes contienen hierro.
Las espinacas son verduras verdes.
Por lo tanto las espinacas contienen hierro. (válida)
2.- Ninguna fracción impropia es fracción propia.
Por lo tanto ninguna fracción propia es impropia. (válida)
La razón humana, más que descubrir certezas es la capacidad de establecer o descartar nuevos conceptos concluyentes o conclusiones, en función de su coherencia con respecto de otros conceptos de partida o premisas.
El raciocinio y su estructura lógica
La distinción entre proposiciones mediatas e inmediatas alude a un tercer tipo de operación mental, irreducible a la simple aprehensión y al acto de componer o dividir. Las proposiciones inmediatas, que constituyen los principios de la ciencia, sólo necesitan de la simple aprehensión, por la que son captados sus extremos, y del acto de juzgar, en el que estos son inmediata Y directamente reconocidos como idénticos por el entendimiento. Si sólo hubiera proposiciones inmediatas, bastaría al hombre, por tanto, la simple aprehensión v el juicio psíquico.
Pero acontece que el entendimiento humano se apoya en la verdad de estas proposiciones para inferir otras, cuya verdad no es, pues, algo directamente percibido, sino, por el contrario, derivado, lógicamente secundario. Esta inferencia y derivación de verdades constituye una maniobra intelectual típica. Aunque es imposible sin la simple aprehensión y el juicio psíquico, tampoco puede identificarse a ellos; es, en suma, el raciocinio, tercera especie de operación mental, por cuya virtud el entendimiento humano progresa de unas verdades a otras.
Sin el poder de raciocinar, el hombre poseería el conocimiento de las operaciones inmediatas que hacen de principios de la ciencia, pero le faltaría precisamente esta, por donde es indudable que la facultad discursiva representa en el hombre una perfección, dada la peculiar índole de su entendimiento. Claro es, sin embargo, que si este tuviese de todas las verdades la misma forma de posesión que se le alcanza respecto de las proposiciones estrictamente inmediatas, no le haría falta alguna el raciocinio, de tal manera, que inteligencia y ciencia serían en él uno v el mismo hábito. El hecho de que unas verdades sean derivadas de otras prueba que el entendimiento humano únicamente está en acto respecto de las enunciadas en las proposiciones inmediatas; con relación a las demás verdades, precisa de un cierto cambio o movimiento intelectual, en que consiste justamente el raciocinio.
Una sustancia simplemente intelectual sería aquella que poseyera de una manera actual y completa todas las verdades de que fuese naturalmente capaz. Cierto reflejo de esto hay en el hombre, en la medida en que su entendimiento posee el hábito denominado "intelecto" o "inteligencia", gracias al cual los principios de la ciencia son objeto de inmediata intelección; pero se trata sólo de un reflejo y como de una cierta participación, porque existe también en el hombre una capacidad natural para otras muchas verdades, lógicamente enraizadas en aquellos principios, y a las que no se extiende el poder de ese hábito, como no sea de una manera indirecta, y que requiere, para actualizarse, la mediación del acto discursivo.
El raciocinio es, pues, aquella operación por la que el entendimiento humano transita al conocimiento de una verdad mediata. Y puede, en consecuencia, definirse como el acto por el que la mente pasa de lo conocido a lo desconocido valiéndose de sus conocimientos, lo cual exige que lo alcanzado en el raciocinio se halle de alguna forma en el comienzo de este, a saber: virtualmente o en potencia. Todo lo cual, en definitiva, implica que nuestro entendimiento no sea perfecto, sino 'que pase de la potencia al acto, siendo el raciocinio precisamente el movimiento mismo en que este tránsito se verifica.
La operación discursiva no es una simple sustitución do un conocimiento por otro. Ciertamente, una tal sustitución es imposible sin un cambio en el propio entendimiento; así, es indudable que este experimenta un cambio por el hecho de pasar de la consideración de la verdad "esto es un papel" a la de la verdad "el hombre es un ser viviente", pues no piensa lo mismo en sitio v otro caso; pero este cambio no constituye un raciocinio, sino una simple sustitución de pensamientos, que no se relacionan entre sí como lo potencial v lo actual.
El raciocinio exige una ordenación lógica y, no la simplemente cronológica, por lo cual su sentido estriba en que tina verdad proceda de otra, o lo que es lo mismo, sea extraída de ella. Lo que equivale a decir que la posteridad es en él derivación, y la "secuencia" o el seguimiento, una "consecuencia". De ahí que tampoco sea un raciocinio el tránsito intelectual desde el juicio "todos los hombres son mortales" al juicio "Pedro es mortal", si estos juicios no se relacionan entre sí como el principio y la conclusión de un discurso unitario.
Como operación mental, el raciocinio es un hecho, algo real v determinado en el curso de la vida de un sujeto, lo mismo que el juicio psíquico y que la simple aprehensión. Si dos hombres coinciden en un razonamiento, lo común a ambos no consiste en la misma real entidad de su operación psíquica, sino en algo de índole puramente lógica. Cada uno de ellos hace su propio razonamiento (su acto de discurrir), y lo que en ese acto discurre, como es lo mismo para los dos, constituye un idéntico raciocinio (contenido común para ambos actos). El acto u operación de discurrir, que es personal e intransferible, se denomina "raciocinio psíquico"; lo que en él se formula, "raciocinio lógico". Psicológicamente considerado, se trata de algo efectivo y concreto en la mente humana. Considerado, en cambio, de una manera estrictamente lógica, es un puro ente de razón, un simple nexo entre dos estructuras lógicas, una de las cuales hace de principio y otra de conclusión. El raciocinio psíquico es un acto simple, carente de partes. No es, en efecto, ninguno de los juicios que respectivamente formulan la verdad o verdades que hacen de fundamento y la que sirve de conclusión, sino la misma operación indivisible, consistente en captar la conexión entre esta, aquella. Es el acto mental que da sentido a la dicción "por consiguiente" cuando, por ejemplo, expresamos este raciocinio: "todos los hombres son mortales: Pedro es hombre; por consiguiente, Pedro es mortal". Sin este acto los tres juicios carecen de la unidad discursiva y no constituyen más que otros tantos episodios aislados en el dinamismo de la vida psíquica.
Hay, por tanto, un cierto parentesco entre el raciocinio psíquico y el acto de juzgar, merced al cual se oponen ambos a la simple aprehensión. El acto de juzgar, aunque simple en sí mismo, tiene un carácter sintético, puesto que enlaza o une dos conceptos (el del sujeto y el del predicado). El raciocinio igualmente es conectivo, por ser el acto mismo de integrar un fundamento y una conclusión. Y ninguno de ellos (juicio y raciocinio) se componen realmente de las cosas que enlaza, sino que son, psicológicamente considerados, el puro hecho de reunirlas en nuestra mente.
Por el contrario,
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