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Revolucion Mexicana


Enviado por   •  23 de Febrero de 2014  •  1.499 Palabras (6 Páginas)  •  219 Visitas

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UN MILLON DE MUERTOS NOS RECUERDAN LA REVOLUCION No es muy preciso sostener que la Revolución, así en indeterminado, fue incapaz de articular una agenda social amplia y compleja, en especial, porque las grandes transformaciones radicales no se planean; en algunos casos, hay una fuente ideológica muy clara, pero hay quien sostiene que las revoluciones se pueden dar casi por accidente. La pregunta consiste en saber si el liderazgo revolucionario tenía una agenda predeterminada –quitar a Porfirio Díaz del poder–, si con el paso de los años fue capaz de articular las demandas, esperanzas o expectativas de los grandes conglomerados sociales, lo que por sí mismo resultaría en esa agenda social. ¿Es necesario reconocer los méritos de la Revolución cuando se critican sus carencias?, ¿es necesario hacer una hoja de balance de sus logros y fallas?, ¿cómo asignarle un valor a cada una de las columnas sin quedar al arbitrio del analista que de por sí lleva sus prejuicios?, ¿qué cuenta más, lo que hicieron o lo que dejaron de hacer; los logros o las desviaciones? Si hiciéramos una hoja de balance, ¿qué tendría que contar más: haber creado un sistema de salud que aumentó la expectativa de vida, o haber tolerado o auspiciado uno de los sistemas más corruptos del mundo?, el honroso octavo lugar a nivel mundial. La Revolución “nunca tuvo un programa claro”. pero no es menospreciable la labor de construcción de un mito alrededor de un proceso político y de instituciones muy poderosas. Algunas de las políticas “revolucionarias” cambiaron la faz de México: la reforma agraria, la ley laboral, la educación laica, la política de salud, aunque se hayan desvirtuado y provocado efectos perniciosos. Aceptemos que en la visión de la Revolución jugaron un gran papel las expectativas de los actores políticos externos al aparato de poder –algunos extranjeros-. Muchos intelectuales le pasaban una factura muy elevada a esos gobiernos, reclamándoles por no haber producido lo que tal vez nunca tuvieron la intención de realizar. Los gobiernos de la Revolución atendieron a las masas mientras restauraban el privilegio y la corrupción. La reforma estructural es compleja y riesgosa y, en ocasiones, basta con otorgar algunas mentiras para tranquilizar a las mayorías y seguir conduciendo al gobierno en la misma dirección de la que supuestamente deseaban apartarse. Parte de la polémica y del pesimismo arranca de la esperanza – ¿de los intelectuales?– de ver una ideología de la Revolución Mexicana, que la hubiera convertido en un modelo de justicia social, que hubiera generado un sistema social igualitario. Ahora sí que la vía mexicana, para por lo menos “aliviar la condición económica, social, política y cultural de las grandes masas” que vieron pequeños, muy pequeños avances.. Pero la Revolución le hizo justicia a unos cuantos. Este tipo de régimen reconoce la desigualdad como inherente a las capacidades de los individuos para enfrentarse a la realidad, lo que en un régimen de privilegio invariablemente agrava las disparidades y la desigualdad. Acaso la pregunta clave es ¿por qué en un régimen “revolucionario”

ocupo una doctrina promotora de la desigualdad como ésta, mientras que el gobierno seguía pregonando su fe revolucionaria? “La Revolución no se propuso, en consecuencia sino ventilar, airear la atmósfera política del país”. Si el porfiriato había producido una pirámide donde cien familias dominaban, “en lugar de que la nueva riqueza se distribuyera parejamente entre los núcleos más numerosos y más necesitados de ascender en la escala social, se consintió que cayera en manos de unos cuantos {...} De ahí la sangrienta paradoja de que un gobierno que hacía ondear la bandera reivindicadora de un pueblo pobre fuera el que creara, por la ilegalidad, por el robo y el peculado, una nueva burguesía alta y pequeña”. Pero su aplicación, al paso de los años, pareció un barco que hacía agua por todos lados. El reparto de tierras no resolvió la irregularidad de la posesión de la tierra ni sacó de pobres a los campesinos; más bien, los expulsó de sus tierras; se “campesinizó” a gente dándole tierra inapropiada para la agricultura y se le dejó a la merced de todo tipo de coyotes que medraron con la pobreza y las esperanzas; el campo subsidió a la industria para sumirse en la peor de las miserias; una gran protección legal al trabajo no evitó el deterioro constante y sistemático de la calidad de vida o del salario real; la política de vivienda no satisfizo la necesidad de una población que crecía aceleradamente y muchas casas se construyeron con una calidad insuficiente. Sin embargo, muchos mexicanos jugaron el juego de la simulación,

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