ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Revoluciones Europeas 1787-1791


Enviado por   •  10 de Agosto de 2014  •  2.057 Palabras (9 Páginas)  •  253 Visitas

Página 1 de 9

Furet, Francois : “ La época de la revoluciones europeas”, La Francia Revolucionaria (1787-1791)

De mayo a octubre de 1789, se produjo la subversión más profunda, la más inesperada que haya conocido una sociedad moderna hasta la Rusia de 1917. La Asamblea reconstituye luego, en menos de dos años, una Francia distinta, pero todo anuncia su fragilidad. Todo se arroja a la aventura: las negativas del rey, el odio de los nobles, las divisiones de la Iglesia y las luchas por el poder.

La revolución francesa consagra la victoria de la democracia sobre el liberalismo y abre el inevitable proceso de las sociedades hacia la igualdad. Jaurés había puesto en relieve la importancia de la exposición burguesa en la Francia rica del final del antiguo régimen, y va mostrando hasta qué punto se repartieron desigualmente sus beneficios: mas todavía que las burguesías dedicadas al comercio marítimo, éstos beneficios van a los posesores de rentas procedentes de las tierra en todas sus formas, a los propietarios tan cordialmente queridos de los fisiócratas y que son en principio, ante todo, los nobles y la Iglesia. La economía revela así uno de los secretos de las tensiones sociales: junto al ascenso de la burguesía, el dinamismo mobiliario. Por otra parte la masa de pequeños campesinos, cada vez más numerosa, que no ha ganado nada con el alza de los precios, puesto que no tiene nada que vender, se encuentra siempre a merced de las malas cosechas periódicas como es el caso de 1788 y 1789. Este análisis explica porque la explosión de la sociedad francesa del antiguo régimen no se presenta como una sucesión cronológica de las revoluciones, sino como un nudo de movimientos simultáneos movilizados por determinaciones diferentes: de esta manera se comprende definitivamente la armonía del movimiento reconstruida con posterioridad por los partidarios y por los adversarios de la revolución, por razones inversas pero convergentes.

En 1789, una parte de la aristocracia francesa es partidaria de la causa de la igualdad civil. Más importantes aún: las divisiones entre los grupos dirigentes de la revolución no proceden, las más de las veces, de distinciones económicas o sociales.

Rebelión nobiliaria y la crisis prerrevolucionaria.

El mecanismo de la crisis política que conduce a los Estados Generales es bien conocido: todo parte de la Asamblea de los Notables, o sea de los nobles. Ya que lo que se proponía es reducirles sus beneficios, se quería lograr un acuerdo con ellos pero, como era de esperar, todas esas propuestas fueron rechazadas por los notables. Tomando el relevo de la oposición aristocrática, el Parlamento de París, siguiendo muy pronto por todos los tribunales provinciales, reclama, la reunión de los Estados Generales para votar nuevos impuestos. Así culmina en los años 1887/88, a través de múltiples conmociones. La ambigüedad de la situación durante estos años, radica en que las reivindicaciones liberales de los parlamentos aglutina provisionalmente a toda la opinión ilustrada, comprendido el Tercer Estado; y que paralelamente, la crisis cíclica señalada por su indicador habitual, la subida de los precios en tiempo de carestía, moviliza contra el poder a las clases populares de las ciudades y el campo.

La masa heterogénea de la oposición anti-absolutista revela a la vez la hegemonía burguesa (que no excluye la participación de ciertos aristócratas) y la reivindicación igualitaria: se trata de conseguir al duplicarse su representación y obtener el voto por cabeza, el Tercer Estado, que da por descontadas, con razón, las adhesiones entre la nobleza y el bajo clero, sea mayoritario en los próximos Estados Generales. El partidario nacional, o incluso patriota, se esfuerza en ello, apoyado por la opinión ilustrada en las ciudades. Durante los meses decisivos que preceden a la reunión de los Estados Generales, la crisis económica hace que el pueblo se levante contra el tradicional chivo emisario de la miseria: la administración real. A la industria urbana, le falta el mercado rural y el alza de los precios acaban de reducir los ingresos populares, ya afectados por el paro. El invierno de 1788/89 se ve turbado por violencia y motines a causa del hambre.

Las revoluciones del verano de 1789.

En este año hay varias revoluciones que se entrecruzan o se encadenan, la intervención popular es la que en definitiva termina el ritmo de la historia.

Luis XVI dice lo que acepta y lo que rechaza: sí a los impuestos y a los empréstitos de los Estado Generales, sí a las libertades individuales y a la prensa, sí (condicional) a la igualdad fiscal. Pero no a la igualdad civil, no a la abolición de las órdenes no al fin de la sociedad aristocrática. El debate triangular (privilegiados, Tercer Estado, monarquía) se convierte en un duelo en el que el absolutismo aparece, finalmente como solidario de los privilegiados, y a la inversa: su arbitraje queda con ello desacreditado.

Otra revolución fue la del campo, latente desde hace algunos meses, en la Francia mendicante y miserable. Toda la Francia campesina le levanta en armas. La igualdad fiscal no será suficiente, así como tampoco el abandono de las servidumbres personales que subsisten en Francia. Para salvar la propiedad burguesa había que liquidar la propiedad feudal. La Asamblea ha querido salvar la propiedad privada asimilándola en adelante al derecho común, que se convierte en derecho burgués.

El último acto del ciclo revolucionario de 1789 tiene lugar de nuevo en París. Reproduce fielmente el mecanismo de julio, como si el pueblo urbano y sus dirigentes hubieran adquirido conciencia de su fuerza: negativa del rey a firmar los decretos, debate sobre el veto en la Asamblea, penuria de pan (la buena cosecha de 1789 está todavía por moler), paro agitación popular permanente contra el complot de la Corte. La corriente popular ha comenzado ya a desempeñar su papel de diferenciadora de los grupos políticos de la revolución burguesa, manifestando así el impulso decisivo que ha dado a los acontecimientos. Al final de esta subversión sin precedente, todo el problema está en saber si las fuerzas enfrentadas pueden conducir a un nuevo equilibrio y a qué nivel. La sociedad aristocrática ha muerto, pero ¿Que saldrá de sus cenizas?

La Francia de las luces y la Francia Burguesa.

El siglo XVIII fue para la nobleza un gran siglo,

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (12.7 Kb)  
Leer 8 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com