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Revolución Francesa (resumen Asa Brigss Y P. Clavin)


Enviado por   •  28 de Agosto de 2012  •  1.498 Palabras (6 Páginas)  •  2.658 Visitas

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Asa Briggs y Patricia Clavin

Historia Contemporánea de Europa

Capítulo II

Orden y movimiento, 1815 – 1848

Después de los acontecimientos que habían sacudido a Europa a partir de la Revolución Francesa (1789) y de la Restauración de las monarquías absolutistas a partir del Congreso de Viena (1814-1815), nada podía ser lo mismo, la revolución y sus ideas habían llegado para quedarse, especialmente en las mentes de los hombres.

Había revolucionarios y liberales en la mayoría de los países de la Europa pos-napoleónica, estos grupos consideraban que lo emprendido en 1789 no estaba terminado, por lo tanto, debía ser continuado. Par los primeros los métodos no siempre eran los más pacíficos, mientras para los liberales, querían conservar lo ya ganado, pero, evitando el desborde de los revolucionarios.

Los partidos políticos todavía estaban en las primeras fases de organización, pero, a medida que se iban desarrollando, el liberalismo, con ayuda de la prensa, se convirtió en una fuerza política importante. Para algunos liberales, especialmente, lo de los grandes puertos, la libertad económica primaba sobre las libertades políticas, o por lo menos iba a la par, mientras que, para los de las ciudades, era más importante la libertad de expresión y de reunión.

En aquellos países que no tenían constituciones liberales, las protestas políticas estaban basadas en los disturbios, y en aquellos que sí la tenían, en plataformas de agitación y presión.

En Inglaterra, el gobierno, no tardó en hacer sentir la reacción contra aquellos que esperaban mayores libertades, Lord Castelreagh, ministro de Asuntos Exteriores, hizo aprobar seis decretos con el fin de suprimir las libertades de prensa y reunión.

Tras la caída de Napoleón, Europa estaba en manos de hombres que deseaban una restauración de los derechos absolutistas, en lugar de convalidar los cambios producidos por la Revolución. La autoridad “legítima” y la jerarquía social debían ser restauradas, junto con el regreso a sus países de los soberanos.

Castelreagh, al igual que Metternich (Austria) desconfiaba de las ideas “abstractas y especulativas” y deseaban un “reposo” para Europa.

En cambio, el zar de Rusia, Alejandro I, tenía ideas grandiosas y místicas, que se fueron acentuando a medida que envejecía.

Federico Guillermo III de Prusia se dejó convencer por Alejandro I y Metternich.

El Acuerdo

La alianza de los cuatro grandes que intervinieron en la guerra contra Napoleón, firmaron un tratado válido durante 20 años en Chaumont en 1814, en el cual todos se comprometían a trabajar en íntima colaboración.

Alejandro I, quería más que esto: un acuerdo basado en las “verdades sublimes” contenidas en el cristianismo. Se crearía una “Santa Alianza” de monarcas, a los que Alejandro describía como “padres de familia”

Por el carácter cristiano, Alejandro no le pidió al Sultan Otomano que lo firmara.

Los temas a tratar eran: la restauración de tronos, estados y fronteras. Primero les tocó a los tronos porque la legitimidad de la monarquía hereditaria había sido cuestionada. La restauración de los estados vino después, porque esas eran las unidades territoriales en las que los gobernantes ejercían su autoridad. La restauración de las fronteras pasó a último lugar ya que todos coincidían que no serían tal como habían sido en su momento.

El mapa de Europa, había cambiado tantas veces entre 1792 y 1815 que era necesario examinar con calma cuales serían las nuevas fronteras.

Esa realidad pronto cambiaría con la llegada del ferrocarril y la creación de nuevos sistemas de comunicación.

El “Sistema de congresos”

La cuádruple Alianza se convirtió en Quíntuple con la inclusión de Francia, mediante la hábil intervención de Talleyrand, con esto se lograba que Francia tenga voz e influencia en los distintos congresos que se celebraron con el fin de supervisar el orden en Europa de la posguerra.

El imperio de los Hasburgo abarcaba muchas regiones, hablaban muchos idiomas, entre ellos el húngaro, el serbio y el italiano. Esto causaba que la represión en su seno del liberalismo y del nacionalismo sea una tarea inconmensurable.

Los cuatro congresos que se habían realizado entre 1815y 1822, había dejado algo en claro, los Aliados tenían puntos de vista diferentes, pero, tenían bien claro que surgía, sin dudas, un mundo nuevo.

Metternich se opuso a la idea del Zar de organizar un ejército internacional que garantizase las fronteras y gobiernos existentes en Europa. Cuando se produjeron levantamientos en Nápoles y en España, Metternich, quedó profundamente consternado, llamando a los sucesos “peste” entre otras calificaciones.

En el caso de Nápoles,

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