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Robo Donde Las Capuchina


Enviado por   •  11 de Agosto de 2013  •  1.952 Palabras (8 Páginas)  •  339 Visitas

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ROBO SACRILEGO EN LA IGLESIA DE LA CAPUCHINA III

Entre las fiestas religiosas que con más pompa y aparato se celebraban en Santafé, lo mismo que sucede en la actualidad en Bogotá, se contaban las conocidas vulgarmente con el nombre de |Cuarenta Horas, durante las cuales permanece expuesta a la adoración de los fieles la Hostia Santa e inmaculada por excelencia.

Para el católico creyente, nada hay más grande ni digno de adoración en todo el orbe que el Sacramento inefable de la Eucaristía, por cuanto su fe le enseña que es el Cuerpo y la Sangre del Divino Jesús, nacido de la Virgen sin mancilla, y sacrificado en holocausto a Dios Creador, como única víctima digna y suficiente para aplacarlo y para reconciliar al hombre caído con Aquel que le hizo los inestimables beneficios de la vida y la inmortalidad.

La devoción a ese Misterio de amor y caridad, se ha señalado siempre entre nosotros por actos materiales de abnegación y desprendimiento notables; y a estas causas se debe la erección en esta ciudad del bello templo que, con el nombre de Capilla del Sagrario, hizo construir a su costa el noble caballero don Gabriel Gómez de Sandoval, descendiente de los muy ilustres condes de Lerma, en España.

Antiguamente funcionaba el cura de la parroquia de La Catedral en la iglesia del mismo nombre, lo que daba lugar a constantes interrupciones en los diversos actos religiosos que se celebran en las iglesias metropolitanas.

En una ocasión, al sacar la Majestad para llevarla como viático a un moribundo, observó Sandoval con dolor, que los paramentos y demás enseres de que se hacía uso no correspondían en manera alguna al altísimo objeto a que se les destinaba, y lo que era más grave aún, que había actos de irreverencia incompatibles con el culto, por la confusión que producía el ejercicio de diversas funciones religiosas simultáneamente en una misma iglesia.

Para remediar aquel mal, y al mismo tiempo hacer acto público de fervoroso adorador de Jesucristo en la Eucaristía, Gómez de Sandoval hizo voto en el año de 1659, de construir un templo en que se diera culto espléndido al Rey de los cielos y la tierra, y en donde se conservara perpetuamente la Hostia o Viático que debía llevarse a los que por cualquier causa estuvieran próximos a emprender el viaje que, más o menos tarde, todos debemos llevar a cabo. Al efecto, vendió cuanto tenía para .emplearlo en la construcción de la iglesia que hoy es una de nuestras joyas más preciadas; y si bien es cierto que no tuvo el gusto de verla concluida, al menos dejó arreglados al morir los asuntos concernientes a su terminación, de manera que ésta pudo dedicarse solemnemente en el año de 1700.

Entre las notables curiosidades que posee este santuario, se encuentra el altar de carey, marfil y maderas preciosas, reconstruido por el artista bogotano don Rafael Franco, con los restos de los materiales que se salvaron del terremoto ocurrido en el año de 1827. También ha venido a ser esta capilla el museo en donde se exhibe la mejor colección de pinturas que produjo el genio del pintor santafereño Gregorio Vásquez Ceballos.

El capitán don José Talens y su esposa doña Luisa Arguindey, vivían pacíficamente, a fines del año de1598, en su casa situada en el Parque de Santander.

Aquellos eran los buenos tiempos de la Colonia, ya por la paz octaviana que se disfrutaba en esa época, ya porque aún rendían pingües ganancias los restos de las |encomiendas de indios cuyos productos no tenían otro destino que el de caer en algún cofre, para esperar allí tranquilamente la salida de la primera caravana que, con destino a Cartagena de Indias, se encargara de llevarlos, y aprovechar allá la oportunidad que se ofreciera para remitirlos en algunos de los galeones que regresaban a la madre patria, cuando lo permitieran los piratas ingleses, que a la sazón infestaban los mares.

En una de esas noches santafereñas, más negras que un tintero de escribano, en las que todos los moradores se encerraban en sus casas con el objeto de rezar el rosario temprano, a fin de tomar con tiempo la merienda y poder hacer la digestión que les permitiera acostarse a dormir sin riesgos de una apoplejía, se introdujeron varios hombres enmascarados en la casa del capitán Talens, a quien encontraron dormido sosegadamente en su lecho. Previos los procedimientos usuales en tales casos, los asaltantes manifestaron a Talens la necesidad que los obligaba a dar ese paso, pidiéndole una cosa y ofreciéndole dos, a saber:

Le pedían dieciséis mil patacones, que necesitaban para cumplir con un compromiso sagrado; y le ofrecían matarlo, si llegaba a revelar el nombre de los enmascarados, en el caso de que los llegara a conocer, y devolverle el dinero que le pedían, tan luego como mejoraran las malas circunstancias que los obligaban a adoptar aquel sistema.

Vencido Talens, pero no convencido, reflexionó que nada podía hacer de provecho en defensa de sus |doblones, los que, por desgracia suya, estaban al alcance de los |peticionarios por cuanto éstos le indicaron que conocían el sitio en donde los guardaba; además, era preciso tranquilizar a doña Luisa, que ya tenía el alma en los dientes por el terror que le infundían los enmascarados.

Haciendo como se dice de |tripas corazón y dando sentido adiós a sus escudos, los entregó el capitán a aquellos recaudadores de nueva especie, diciéndoles que si eran caballeros como se decían, esperaba que le devolvieran ese dinero; pero que tuvieran entendido que si no cumplían la palabra empeñada, no sería él sino Jesucristo el defraudado, porque esa suma la destinaba para invertirla en una custodia y una lámpara para la iglesia, de Nuestra Señora de Las Nieves. Los asaltantes eran a no dudarlo |hombres de bien, puesto que el día menos pensado y sin saber cómo, devolvieron su oro al capitán, con intereses vencidos, dinero que aplicó al cumplimiento

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